viernes, 29 de junio de 2018

Los Crímenes de la Calle Morgue

"Los crímenes de la calle Morgue" (The Murders in the Rue Morgue en inglés), también conocido como Los asesinatos de la calle Morgue o Los asesinatos de la rue Morgue, es un cuento del género policíaco y de terror del escritor estadounidense Edgar Allan Poe, publicado por primera vez en la revista Graham's Magazine, de Filadelfia, en el mes de abril de 1841. Se trata del primer relato de detectives propiamente dicho de la historia de la literatura, o sea, la primera historia sobre detectives que tiene todos los elementos que más tarde se van a retomar como característicos de las novelas policiales.

Se produce el bárbaro asesinato Mademoiselle Camille L'Espanaye, madre e hija ,en un apartamento de una populosa calle de París. Las primeras pesquisas que lleva a cabo la brigada de investigaciones no dan resultado alguno, evidenciándose la impotencia de la policía para esclarecer los hechos. Finalmente se hace cabo del asunto un detective aficionado, M. Dupin, quien tras una intensa y brillante investigación, ofrece una explicación extraordinaria.

"Los crímenes de la calle Morgue", aparte del primer relato policíaco, es asimismo el primer misterio de "habitación cerrada", en el que se reta al lector a resolver un enigma aparentemente irresoluble y planteado en un ámbito muy concreto y delimitado. Los temas del cuento son dos esencialmente: la brutalidad ciega y su oponente dialéctico, el raciocinio, o, en un nivel metafórico, las tinieblas y la luz; y, como en todo relato detectivesco que se precie, ésta al final saldrá triunfante. Al igual que en otras ocasiones, para su composición el autor se inspiró libremente en un caso real, así como, se ha apuntado, en el personaje del inspector de policía parisino Vidocq. Este celebérrimo agente, pues, estaría detrás del inefable protagonista de "Los asesinatos...", el detective Monsieur Auguste Dupin (personaje que a su vez, nadie lo pone en duda, constituye el principal modelo para el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle). El relato, que se cuenta entre los más largos que escribió Poe, es el primero de una serie que completarán en los años siguientes "El misterio de Marie Rogêt" y "La carta robada". Los tres citados, junto con "El escarabajo de oro" (cuento también de raciocinio, pero de estilo más bien aventurero), evidencian una tendencia muy acusada en su autor, como es la investigación lógica y analítica.

"Los asesinatos...", en efecto, se abren con una disertación de varias páginas sobre el tema, que posiblemente en su día llamaría mucho la atención a los lectores de Graham's, la revista en que apareció, por centrarse en tema tan novedoso. Así describía Poe en sus primeras líneas esta facultad de la inteligencia:

«El analista halla su placer en esa actividad del espíritu consistente en desenredar.  »
Paul Valéry destacó por encima de todas esa singularísima capacidad en el norteamericano: el glorioso intelecto, la inteligencia pura, una de las más preclaras en la historia del arte, asegura el poeta francés, y que Poe desarrolló de modo extenso y con evidente fruición, principalmente en dos planos: en este analítico y materialista de sus relatos de detectives, y en el mucho más abstracto y especulativo de sus relatos llamados metafísicos ("El poder de las palabras", "El coloquio de Monos y Una"…) y su poco y mal comprendida disertación cosmogónica Eureka.

"Los crímenes de la calle Morgue" es singular, dentro de la obra cuentística de Poe, porque en él, como en los otros citados, brilla por su ausencia el componente imaginario y fantasmagórico en el que tanto descolló su autor. «Supongo que bien puedo decir que ninguno de los dos cree en acontecimientos sobrenaturales», declarará Dupin en un momento de su deslumbrante deducción elucidatoria.

Pero en este relato analítico se aprecia algún matiz diferencial con respecto a los posteriores. Siendo Poe su responsable, la truculencia morbosa tenía que aparecer por algún sitio (sólo "La carta robada" se muestra limpia e impoluta en ese sentido), máxime habida cuenta de lo escabroso del tema elegido. Así, el resultado final, el intenso escalofrío que produce la historia, parece debido al explosivo cóctel que se nos ofrece y en el que actúan alternativamente el frío razonamiento inductivo con las dinámicas escenas, aunque sólo sugeridas, de monstruosa violencia, algunas de las más terroríficas imaginadas por su autor. La visión paralela, ya lógicamente estática, de las dos mujeres muertas y mutiladas, captadas en abominables posturas, ha sido profusamente reproducida en todos los medios gráficos, y sólo parece comparable, por la impresión que produce, a la que remata ese otro portento del espanto que constituye "El gato negro".





lunes, 25 de junio de 2018

Los que Abandonan Omelas

"Los que se alejan de Omelas" (The Ones Who Walk Away from Omelas, en el original en inglés), también conocido como "Los que abandonan Omelas", es un texto descriptivo corto sin trama de 1973, popularmente clasificado como un cuento y escrito por Ursula K. Le Guin. Con descripciones deliberadamente vagas y vívidas, el narrador describe un festival de mediados de verano en la ciudad utópica de Omelas, cuya prosperidad depende de la miseria perpetua de un chico.​ Los que se alejan de Omelas fue nominada para los Premios Locus por mejor relato corto en 1974​ y ganó el Premio Hugo al mejor relato corto en el mismo año.​

El cuento de Le Guin fue originalmente publicado en New Dimensions, una antología de ciencia ficción en formato cartoné editada por Robert Silverberg el 1 de octubre de 1973. En 1975 fue reimpreso en Las doce moradas del viento, una colección de cuentos de la misma Le Guin, y luego fue antologizada prácticamente en cualquier lugar.

También apareció como una publicación independiente, de 32 páginas también en cormato cartoné para adultos jóvenes en 1993.​

En 2012, fue republicado en el segundo volumen de la antología de cuentos The Unreal and the Real.​

El único elemento cronológico de la historia es que comienza describiendo el primer día de verano en Omelas, una reluciente ciudad de increíble felicidad y placer. En Omelas, él se celebra solsticio de verano con un glorioso festival y una carrera de niños a caballo. La vibrante atmósfera del festival, sin embargo, parece ser una característica normal de la maravillosa comunidad, cuyos ciudadanos, aunque limitados en sus avances tecnológicos en cuento a recursos comunales (en lugar de privados), son igual inteligentes, sofisticados y cultos. Omelas no tiene reyes, soldados, sacerdotes ni esclavos. La organización socio-político-económica de la comunidad no es mencionada, pero el narrador meramente explica que el lector no puede estar seguro de la misma.

Sinceramente, el narrador refleja que "Omelas suena en mis palabras como una ciudad de un cuento de hadas, hace mucho tiempo y muy lejos, hubo una vez. Quizás sería mejor si lo imaginaras con tu propio lujo, asumiendo que llegará la ocasión, para la cual no podré adaptar a todos." El narrador incluso sugiere que, de ser necesario, el lector podría incluir una orgía en su imagen mental de Omelas.

Todo sobre Omelas es tan abundantemente placentero que el narrador decide que no está aún convencido de su existencia, así que elabora un elemento final de la ciudad: su atrocidad. El estado de serenidad y esplendor de la ciudad requiere que un sólo niño desafortunado sea tenido en la inmundicia, oscuridad y miseria perpetua.

Una vez que los ciudadanos tienen la edad suficiente como para conocer la verdad, todos, aunque inicialmente escandalizados y disgustados, en última instancia ceden a que suceda la injusticia a cambio de asegurar la felicidad del resto de la ciudad. Sin embargo, unos pocos ciudadanos, jóvenes y viejos, silenciosamente abandonan la ciudad, y nadie sabe a dónde van. El fin de la historia termina con "El lugar a que ellos se dirigen es un lugar incluso menos imaginable para nosotros que la ciudad de la felicidad. No puedo describirlo del todo. Pero ellos parecen saber a dónde se dirigen, los que se alejan de Omelas."

Le Guin asegura que el nombre de la ciudad es pronunciado "OH-meh-lahss".​ Le Guin eligió tomó el nombre de la ciudad luego de mirar una señal de tráfico en Salem, Oregón, en el espejo de un auto. "...[La gente me pregunta] '¿De dónde sacas tus ideas, Sra. Le Guin?' De olvidar a Dostoyevski y comenzar a leer las señales de tráfico al revés, naturalmente. ¿De dónde más?

"La idea central de este psicomítico, el chivo expiatorio", Escribe Le Guin, aparece en Los hermanos Karamazov de Dostoyevski, y mucha gente me ha preguntado, con recelo, por qué le di crédito a William James. El hecho es que, no fui capaz de releer Dostoyevski, por más que tanto lo amara, desde que tenía veinticinco, simplemente me olvidé y usé su idea, pero cuando la conocí en El filósofo moral y la vida moral de James, fue un shock de reconocmiento."

La cita de William James es la siguiente:

"O si se nos ofreciese la hipótesis de un mundo en el que las utopías de los Srs. Furier, Bellamy y Morris estuvieran superadas y millones de personas fueran permanentemente felices con la simple condición de que cierta alma perdida más allá del límite de las cosas llevase una vida de solitaria tortura, ¿Qué puede ser, excepto una específica e independiente emoción, lo que nos haga sentir inmediatamente, incluso aunque surja un impulso en nuestro interior que nos lleve a aferrarnos a la felicidad así ofrecida, lo espantoso que puede ser su disfrute cuando se acepta deliberadamente como el fruto de tal ocasión?"

Introduciendo el cuento en su colección de 2012, The Unreal and the Real, Volume Two, Le Guin notó que Los que se alejan de Omelas "tiene un feliz y prolongado oficio de ser usado por los profesores para hacer enojar a los estudiantes y hacerlos discutir ferozmente sobre la moral."





domingo, 24 de junio de 2018

Ursula K. Le Guin

Ursula Kroeber Le Guin (Berkeley, California; 21 de octubre de 1929-Portland, Oregón; 22 de enero de 2018)​ fue una escritora estadounidense. Publicó obras dentro de numerosos géneros, principalmente ciencia ficción y fantasía, aunque también escribió poesía, libros infantiles y ensayos, e incluso tradujo obras de otros autores del chino y el español al inglés.

Sin embargo, Le Guin debe su fama al numeroso caudal de libros y cuentos de ciencia ficción y fantasía publicados a lo largo de su dilatada carrera y fue galardonada con varios premios Hugo y Nébula. Fue la primera mujer galardonada con el título de Gran Maestra por la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos (SFWA). Se consideraba a sí misma como una mujer feminista y taoísta​ y en sus novelas aparecen a menudo ideas anarquistas.

Nació en Berkeley, California el 21 de octubre de 1929. Su padre fue el eminente antropólogo Alfred Kroeber y su madre la escritora Theodora Kroeber. Desde pequeña se educó en una atmósfera de interés académico por los mitos y leyendas de todos los pueblos de la tierra. Su interés por la literatura es temprano: ya a la edad de 11 años envió su primer relato a la reputada revista Astounding Science Fiction y, aunque rechazado, eso no le hizo desistir. Fue a la Escuela Radcliffe de la Universidad de Harvard, donde se graduó en 1951, y luego pasó un año en la Universidad de Columbia donde hizo su postgrado en lenguas romances. Su tesis de maestría relacionaba diversos aspectos de la literatura romance de la Edad Media y el Renacimiento. Tras finalizar su curso de postgrado, obtuvo una beca Fulbright para estudiar en Francia, donde conoció al que se convertiría en su marido, Charles Le Guin. Se casaron en 1953.

A su vuelta a EE. UU. enseñó francés en varias universidades antes de dedicarse por completo a la literatura. Ha publicado seis libros de poesía, veinte novelas y más de un centenar de historias, cuatro colecciones de ensayos, once libros para niños y algunas traducciones (entre las que destaca el Tao Te Ching de Lao Tse y una selección de poemas de Gabriela Mistral). Desde 1958 vivió en Portland, Oregón, donde dio a luz a sus tres hijos. En 2003 fue galardonada como "Gran Maestra" de la SFWA (la primera mujer en obtener esta distinción).

La autora falleció el lunes 22 de enero de 2018, a los 88 años, en su casa de Portland (Oregón, EE. UU).​

jueves, 21 de junio de 2018

El Clérigo Malvado

"El clérigo malvado" (en inglés The Evil Clergyman) es un cuento corto de Howard Phillips Lovecraft que fue escrito en 1933 y publicado en 1939.

Esta historia es aludida en El regreso de la bruja (dentro de El habitante del lago) de Ramsey Campbell, donde el espíritu de Gladys Shorrock intenta hacerse cargo del cuerpo del habitante actual de su casa, utilizando los secretos del clérigo malvado para hacerlo. La historia también sitúa la historia de Lovecraft en Severnford, una de las ciudades de Campbell.

La historia comienza en el ático de una antigua casa. El compañero del narrador se refiere al antiguo dueño de la casa y al presunto final violento que le sucedió. Aconseja al narrador que no se quede en la oscuridad ni toque nada, especialmente el objeto pequeño sobre una mesa, que el compañero parece temer considerablemente.

Entonces el narrador es dejado solo en el ático; Observa los muchos libros teológicos y clásicos, y una estantería en particular que contiene libros sobre magia. Siente una considerable curiosidad por el objeto prohibido sobre la mesa. El narrador encuentra en su bolsillo un extraño dispositivo parecido a una linterna que produce un peculiar brillo violeta. Intenta iluminar el objeto sobre la mesa con esta extraña luz, que él describe como compuesto de partículas. El objeto hace un sonido crepitante como un tubo de vacío que chispea, y adquiere un resplandor rosáceo con una forma blanca vaga tomando forma desde su centro. El narrador, sintiendo que su entorno está adquiriendo nuevas propiedades extrañas, se da cuenta de que no está solo; el siniestro recién llegado se describe como usuario de la típica ropa clerical de la Iglesia Anglicana. El recién llegado comienza a tirar libros mágicos en una chimenea.

El narrador observa a otros hombres dentro de la habitación, todos vestidos con traje de clérigos, incluyendo un obispo; Se enfrentan al primer hombre, que alcanza el objeto sobre la mesa con una sonrisa irónica. Los otros hombres, aterrorizados, se retiran rápidamente. Entonces el hombre procede a recuperar una cuerda de un armario y lo ata en una soga como si fuera a ahorcarse. Cuando el narrador intenta intervenir, el hombre le advierte y se acerca amenazadoramente. El narrador apunta la extraña luz sobre el hombre como si fuera un arma, haciéndole caer hacia atrás por una escalera abierta.

Cuando el narrador se dirige hacia la escalera, no encuentra ningún cuerpo, sino más bien tres personas que se acercan con linternas. Dos de ellos ven al narrador y huyen chillando, dejando sólo a quien había acompañado al narrador al ático. El compañero dice que el narrador debió haber dejado el objeto solo, que interferir con él lo había alterado. En ese momento el hombre conduce al narrador a un espejo, donde se presenta no con su propio reflejo, sino el del clérigo malvado.





lunes, 18 de junio de 2018

Un Desafío

Probablemente, Jacob Shwarb no pensaba hacer nada malo. Quizá tan solo volar con dinamita el mundo entero. Pero sería un error para hacer estallar sólo una persona. El mundo entero, con la dinamita, no significa nada. Cuando urdía un buen plan creía conveniente tener la frente escondida bajo un gran y alborotado mechón de su pelo rojizo.

Un buen mechón de pelo. Las manos metidas en los bolsillos de los pantalones. Como un obrero en paro.

Se rebeló cuando, interno en el Israel Zion Hospital de Brooklyn por una grave enfermedad biliar, le afeitaron la cabeza. Sin pelo, tenía la sensación de que su cabeza se había desvanecido. Se la buscó con las manos. Al no encontrarla, se enfureció.

Quería saber si, con esta injuria que habían cometido, le consideraban, en realidad, un condenado más que un enfermo.

¿Era un motivo de higiene?

¡Qué más le daba a él la higiene!

Pero ¡espera un momento!

Menos mal que, a falta de pelo, aún le quedaban sus anchas cejas colgantes, siempre fruncidas, para poder incubar en sus ojos turbios el rencor contra todos y contra la vida misma.

Durante el tiempo que permaneció en el hospital, Jacob Shwarb no pudo decir de qué color era él realmente, si más amarillo que verde, a causa de aquella enfermedad biliar que le daba tormentos interminables y un humor que se puede imaginar sin esfuerzo. Los cólicos eran terribles. En verano, estuvo dos meses en una sala donde de día y de noche todos los enfermos se quejaban y quien no lo hacía era porque estaba dando la señal inequívoca de que estaba muerto. Agitación, resoplidos, colchas que parecían balones botando sobre las camas, y en los momentos de suma desesperación, las colchas que se tiraban al aire y al instante, acudían, atropellándose, un torrente de enfermeras o de vigilantes nocturnos. Jacob Shwarb los conocía a todos, uno a uno, y por cada uno de aquellos vigilantes nocturnos sentía una particular antipatía. Particularísima, aquella que sentía por un tal Jo Kurtz, que en alguna ocasión, por la repulsión que despertaba en él, le hacía, incluso, reír (entiéndase aquí por reír aquello que hace un perro cuando quiere tirarse a morder).

domingo, 17 de junio de 2018

Luigi Pirandello

Luigi Pirandello (Agrigento, 28 de junio de 1867 - Roma, 10 de diciembre de 1936) fue un reconocido dramaturgo, novelista y escritor de relatos cortos italiano, ganador en 1934 del Premio Nobel de Literatura.

Nació el 28 de junio de 1867 en Villaseta de Càvusu, llamada actualmente Xaos (en todo caso la etimología de tal lugar, según el mismo Pirandello, derivaría de la palabra griega Kaos). En el siglo XX Càvusu/Xaos se ha transformado en una "contrada" o suburbio de la ciudad siciliana de Agrigento, motivo por el que es frecuente que en muchos textos se dé como lugar de nacimiento la ciudad de Agrigento, e incluso la ciudad vecina de Porto Empedocle.

Luigi Pirandello era hijo de Caterina Ricci-Gramitto y de Stefano Pirandello, comerciante garibaldino de clase media pero de ascendencia ilustre, inversor en la industria del sulfuro. Tanto los Pirandello como los Ricci-Gramitto eran fuertemente antiborbónicos y participaban activamente en el movimiento "Il Risorgimento", destinado a la unificación democrática de Italia. Stefano llegó a participar en la famosa aventura de Los Mil, siguiendo a Garibaldi a la batalla de Aspromonte mientras Caterina, que apenas contaba con trece años, debió emigrar junto con su padre a Malta donde había sido enviado al exilio por la monarquía borbónica reinante. De los sentimientos de decepción que sus padres (especialmente Caterina) acuñaron tras el establecimiento de la unificación y su posterior y traumática realidad, Pirandello extraería buena parte de la atmósfera emocional que caracterizaría sus escritos, especialmente la novela Los viejos y los jóvenes. Es también posible que la sensación de traición y resentimiento inculcara en el joven Luigi la desproporción entre ideales y realidad que subraya en su ensayo L'Umorismo ("El humorismo").

Como muchos niños acomodados de la época, Pirandello recibió su educación básica en su propio hogar. Quedó fascinado por las fábulas y leyendas de tono mágico que su tutora Maria Stella solía narrarle. A la precoz edad de doce años escribió su primera tragedia. A insistencia de su padre se inscribió en una escuela técnica, educación que complementó con el estudio de humanidades en el gimnasio, por las que sentía mucha mayor afinidad.

viernes, 15 de junio de 2018

Ella

Este relato se desarrolla en un futuro inmediato que tiene como escenario un mundo virtual en el cual la comunicación entre usuarios se realiza mediante mensajes de texto a tiempo real. Un entorno de interacción social también conocido con el término coloquial de "Chat". Está narrado en primera persona por el protagonista de la historia.

El mundo de las redes sociales ha evolucionado y ahora existen bots (o robots) con inteligencia artificial programados para ser capaces de mantener una conversación a tiempo real con individuos humanos. Esta es la historia de una persona habitual de las redes sociales y las conversaciones a tiempo real que va describiendo el mundo virtual donde se conecta e interactúa con otras. Hay otro usuario en especial con el que entabla una relación más estrecha, más personal, más… humana. Ella.

La esencia del relato es la de mostrar que el protagonista se encuentra más a gusto charlando con una inteligencia artificial que con una persona.

A pesar de no ser una historia propiamente de ciencia-ficción (ya que está ambientada en un futuro muy cercano en el tiempo) posee un ingrediente fantástico y surreal que intenta sumergir al lector en un ambiente mezcla entre real y futurista en el que las personas que entran a ese universo virtual bajo el amparo del anónimato de un simple "alias" o "sobrenombre", comparten experiencias e interactúan con entidades no humanas llamadas "bots". Estos simplemente son programas informáticos avanzados, diseñados y desarrollados con el fin de simular comportamientos tipicamente humanos y entablar conversaciones a un cierto nivel con el resto de usuarios del chat.

Todos los hechos y personajes (el protagonista y Ella) son ficticios y cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. No tienen nada que ver con el mundo real, aunque sí que es verídico el entorno en el que se desarrolla esta historia.



jueves, 14 de junio de 2018

La Canción de Lord Rendall

El título "La canción de lord Rendall" -relato de Javier Marías que se puede encontrar en Antología Universal del relato fantástico, editorial Atalanta- hace referencia a una balada escocesa para voz y laúd que sirve para que el autor juegue con la paralización del tiempo, las identidades, los recuerdos...

La historia se plantea como sigue: Un hombre regresa de la guerra. Va camino de su casa donde espera reencontrarse con Janet, su esposa, y su hijo, Martin. No ha avisado de su regreso, quiere darle una sorpresa. Ésta será para él cuando mire a través de la ventana...

En “La canción de Lord Rendall” se puede ver, en cambio, un aspecto distinto del doble que, sin embargo, sigue estando relacionado con la identidad y la responsabilidad del narrador. Esto se debe a la distinta situación en la que el protagonista y narrador, Tom Booth, ve a su doble, de hecho, aunque en “Gualta” se nos presenta un suceso fantástico llevado al extremo, ya que el doble es igual en todo a Javier, hasta en los pensamientos, Xavier es una persona real, que se encuentra en la misma dimensión, en el mismo mundo del narrador. En este otro cuento no pasa lo mismo, es decir el doble que encuentra Tom no es otra persona que vive en su mismo mundo, sino que es él mismo, pero en otra dimensión.

El narrador, después de cuatro años de lejanía, volvió a su casa, para vivir con su mujer, Janet, y con su hijo, Martin. Durante aquellos cuatro años, Tom fue a la guerra y fue aprisionado en un campo de concentración alemán, donde sufrió el hambre y la violencia. Una vez liberado, decidió volver a su casa y a su vida de antes, dispuesto a olvidar todo lo que había pasado en aquellos años. Él, antes de llegar a su casa, donde le habría dado una sorpresa a su mujer, imaginó cuál sería la reacción de su mujer viéndolo, o sea una reacción decididamente feliz. Una vez allí, sin embargo, para mantener la emoción de la espera, decidió mirar desde la ventana lo que pasaba en el interior de la casa y lo que vio no correspondía para nada a lo que él había anhelado e imaginado.

Cuando llegó a su casa, estaba anocheciendo y, mientras observaba e intentaba captar voces y sonidos que procedían del interior, fueron dos las cosas que le parecieron extrañas, que no correspondían a sus expectativas. La única cosa que se oía desde fuera era el llanto de un niño pequeño, pero su hijo Martin en aquella época tenía que tener unos cuatro años y, por lo tanto, el llanto no podía ser el suyo y él podía haberse equivocado de casa; ella podía haber trasladado a otro lugar. Esperó todavía un poco de tiempo y luego apareció Janet, hecho que demostraba que aquella seguía siendo su casa, pero no aclaraba de quién procedía el llanto. Entró en el salón, sin embargo, también un hombre, que parecía comportarse como si aquella fuera su casa y si Janet fuera su mujer. Su actitud hacia ella no era cariñosa, sino que él la observaba mientras ella lloraba y se burlaba de ella. Cuando este hombre se dio la vuelta, el narrador se dio cuenta de que aquél era idéntico a él, no sólo se le parecía, sino que eran iguales. Como en caso de Javier, Tom encuentra a su sosia, la perfecta reproducción de sí mismo, que le provoca la misma sensación de vértigo (como él dice más adelante “la cabeza me daba vueltas”), el trastorno de sus certezas.



martes, 12 de junio de 2018

Javier Marías

Javier Marías Franco (n. Madrid, 20 de septiembre de 1951) es un escritor, traductor y editor español, miembro de número de la Real Academia Española, donde ocupa el sillón «R».

Javier (o Xavier1​) es el cuarto de los cinco hijos​ del filósofo y miembro de la Real Academia Española Julián Marías y la escritora Dolores Franco Manera, y hermano del historiador del arte Fernando Marías Franco y del economista y crítico de cine Miguel Marías.​ Además, es sobrino del cineasta Jesús Franco (también conocido como "Jess Franco") y primo de Ricardo Franco.

Pasó parte de su infancia junto con su familia en Estados Unidos,​ ya que a su padre, encarcelado y represaliado por ser republicano, se le prohibió, tras salir en libertad, impartir clases en la universidad española, por lo que entre 1948 y 1950 colaboró con José Ortega y Gasset en la creación del Instituto de Humanidades; desde 1951 Julián Marías dio clases en universidades norteamericanas y en 1964, una vez rehabilitado su prestigio público, ingresó en la Real Academia Española. Javier Marías recibió una sólida educación liberal en el Colegio Estudio, heredero de la Institución Libre de Enseñanza, fundado por Ángeles Gasset, Jimena Menéndez Pidal y Carmen García del Diestro.​ Se licenció en Filosofía y Letras (rama de Filología inglesa) por la Universidad Complutense de Madrid.

Sobrino y primo, respectivamente, de los cineastas Jesús Franco y Ricardo Franco, colaboró con ellos en su juventud traduciendo o escribiendo guiones, e incluso apareciendo como extra en algún largometraje.

lunes, 11 de junio de 2018

La Tienda de los Fantasmas

Estamos mirando a través del escaparate de una pequeña y antigua tienda de juguetes del barrio de Battersea. Dentro, el dependiente, un hombre mayor de pelo blanco, rechaza cobrar por dos soldaditos de madera. ¿Por qué? Porque es el mismo Papá Noel: un viejo que recibe las visitas de Charles Dickens y Ben Johnson entre otros. Los acontecimientos se suceden y entonces llega el desenlace, pero no será aquí donde lo lean. No tendría sentido destripar una historia tan breve como la de este cuento: sería como contar el final de un chiste antes de empezarlo.

Un cuento de navidad que no lo parece, o que casi no lo parece, este “La tienda de los fantasmas” de G.K. Chesterton. Todo un homenaje al género.

Lo importante de este relato es que es el ejemplo perfecto de cómo la realidad puede ser una fuente inagotable de historias siempre y cuando el observador tenga una poderosa imaginación. El narrador se sumerge en el escaparate de la tienda, con la misma ilusión con la que un niño surca los mares con su barco de juguete, o asalta un castillo con una espada de plástico:

“Mientras miraba aquel palacio de maravillas liliputienses, los pequeños autobuses verdes, los pequeños elefantes azules, los muñequitos negros y las pequeñas arcas de Noé rojas, debí caer en una especie de trance antinatural. El escaparate iluminado se transformó en el brillante escenario en que uno contempla una comedia muy entretenida. Me olvidé de las casas grises y de la gente triste a mis espaldas como uno se olvida del público y las galerías oscuras en el teatro. Me parecía que los objetos detrás del cristal eran pequeños no por su tamaño, sino a causa de la distancia. El autobús verde era realmente un autobús verde. Un autobús verde del barrio de Bayswater, que estuviese recorriendo un enorme desierto, al hacer su ruta diaria hasta Bayswater. El elefante  ya no era azul  por la pintura sino por la distancia. El muñequito era realmente un hombre de raza  negra recortándose contra el brillante follaje tropical de la tierra en que cada planta tiene un color ardiente y solo el ser humano es oscuro. El arca de Noé roja era en verdad la enorme nave de la salvación del mundo, flotando en un mar acrecentado por la lluvia, en el rojo primer amanecer de la esperanza”.

No es extraño que para Chesterton lo más increíble de la infancia sea que cualquier cosa en ella puede resultar una maravilla. Y no le falta razón al inglés. Yo todavía recuerdo cómo el árbol de mi jardín era una fortaleza inexpugnable y unos dedos bien colocados, la mejor de las armas. Y aunque todos sabíamos que aquello no era más que un tronco, cielos, ¡qué bien nos lo pasábamos en las tardes de invierno!





jueves, 7 de junio de 2018

El Banquete

Don Fernando Pasamano ha invitado al presidente a un banquete, y con motivos de la fiesta, tuvo que arreglar su casa, echaron abajo los muros del caserón, pintaron las paredes, agrandaron las ventanas, nuevas alfombras, lámparas y como dentro de la programación había que dar un concierto en un jardín, mando a construir un jardín en quince días.

Y ahora el menú, a quien ir por una receta, si todos los que conocía, comían sin modales y una mezcla de todo. Y como tampoco ellos habían asistido a un banquete. Lo mejor fue hacer una encuesta en los principales hoteles y restaurantes de la ciudad y así se enteró de exquisitos manjares presidenciales y vinos preciosos. Para la fiesta dos orquestas, cuarenta mozos al servicio, un operador de cine, y para adornar el salón, mando pintar un retrato de la foto del presidente, y lo coloco en un lugar donde todos lo vean. Toda su fortuna había invertido, y en fin le decía a su mujer los beneficios son mayores, pediré al presidente una embajada en Europa y un ferrocarril para ir a mis tierras de la montaña y añadiendo que nunca hubo banquete como él está haciendo, esto es motivo de orgullo y celebración. Don Fernando ya se  veía en carro, en saco, un ferrocarril regresando de la floresta  con oro.

Los primeros en llegar al banquete fueron los soplones en las esquinas, luego los carros en ellos los ministros, parlamentarios, hombres de negocios, y el presidente a quien don Fernando olvidándose de la etiqueta, se  lo echo en los brazos.

En la fiesta se sirvió los vinos blancos, y se inició con la ronda de los discursos, y al final champán, don Fernando no había tenido la oportunidad para hablarle al presidente, hasta la medianoche cuando condujo al presidente a la salita de música y ahí en el oído le dijo su modesta demanda. El presidente le responde hay una vacante en la embajada de Roma, y mañana te nombrare como nuevo embajador de Italia, ante el consejo de ministros. Y lo del ferrocarril hay una comisión de diputados que están discutiendo el proyecto, venga usted mañana y resuelvan el problema de la mejor forma.

En la mañana siguiente a las doce del mediodía  y aún dormía plácidamente don Fernando, los gritos de su mujer lo hicieron despertar, ella entró al dormitorio con un periódico en mano, él leyó  y sin gritar se cubrió con la cama, un ministro había dado un golpe de estado, aprovechando que todos estaban en el banquete, y el presidente había sido obligado a renunciar. Y había huido al extranjero. Y don Fernando había quedado arruinado.





lunes, 4 de junio de 2018

Aguas Inquietas

Recuerdo como si fuera ayer aquella terrible noche en el Silver Slipper, a finales del otoño de 1845. Fuera el viento rugía en un gélido vendaval que traía granizo en su regazo, hasta repiquetear éste contra las ventanas como los nudillos de un esqueleto. Sentados alrededor del fuego en la taberna, podíamos oír por encima del ruido del viento y el granizo el tronar de relámpagos blancos que azotaban frenéticamente la agreste costa de Nueva Inglaterra. Los barcos amarrados en el puerto tenían echada doble ancla, y los capitanes buscaban el calor y la compañía que les ofrecían las tabernas de los muelles.

Aquella noche había en el Silver Slipper cuatro hombres, y yo, el friegaplatos. Estaba Ezra Harper, el tabernero; John Gower, capitán del Sea-Woman; Jonas Hopkins, abogado procedente de Salem; y el capitán Starkey del Vulture. Estos cuatro hombres estaban sentados frente a una mesa de roble delante de un gran fuego que crepitaba en la chimenea, mientras yo correteaba por la taberna atendiendo a los clientes, llenando jarras y calentando licores especiados.
El capitán Starkey estaba sentado de espaldas al fuego y miraba a la ventana contra la que golpeaba y repiqueteaba el granizo. Ezra Harper estaba sentado a su derecha, al final de la mesa. El capitán Gower estaba en el otro extremo, y el abogado, Jonas Hopkins, estaba sentado justo enfrente de Starkey, dando la espalda a la ventana y mirando el fuego.
—¡Más brandy! —bramó Starkey, golpeando la mesa con su enorme y nudoso puño. Era un tosco gigante de mediana edad, con una barba espesa y negra y ojos que brillaban por debajo de gruesas cejas negras.
—Una noche fría para los que navegan por el mar —comentó Ezra Harper.
—Y aún más fría para los que duermen bajo él —replicó John Gower con tono sarcástico. Era un hombre alto y delgado, moreno y de semblante melancólico, un extraño y siniestro personaje del cual se contaban oscuras historias.
Starkey se rió salvajemente.
—Si estás pensando en Tom Siler, será mejor que te ahorres tus condolencias. La tierra ha ganado con su marcha, y el mar no ha quedado bien parado con su cadáver. ¡Era un vil asesino, cabecilla de amotinados! —bramó esto último con abrupta fiereza y golpeó la mesa ruidosamente, mirando a su alrededor como si retase a cualquiera de los presentes a contradecirle.
Una sonrisa burlona se dibujó en el siniestro semblante de John Gower, y Jonas Hopkins se inclinó hacia delante, clavando sus ávidos ojos en los de Starkey.
Como todos nosotros, conocía la historia de Tom Siler según la versión del capitán Starkey: cómo Siler, primer oficial a bordo del Vulture, instigó a la tripulación a amotinarse y dedicarse a la piratería, y cómo Starkey logró tenderle una trampa y terminó ahorcándolo en alta mar. Eran tiempos duros y la palabra del capitán era ley en el mar.





domingo, 3 de junio de 2018

Robert E. Howard

Robert Ervin Howard (22 de enero de 1906 - 11 de junio de 1936) fue un escritor estadounidense de aventuras históricas y fantásticas, publicadas principalmente en la revista Weird Tales en los años 1930. Se le considera como uno de los padres del subgénero conocido como «espada y brujería» y es mundialmente conocido por ser el creador de afamados personajes populares como Conan el Bárbaro, Kull de Atlantis y Solomon Kane. Es, junto con J. R. R. Tolkien, uno de los escritores más influyentes de la fantasía heroica moderna.

Nació en Peaster,​ Texas (Estados Unidos), hijo de Isaac Mordecai Howard y Hester Jane Ervin Howard. Su familia vivió en varios lugares del sur, este y oeste de Texas, además del oeste de Oklahoma, antes de asentarse en pleno centro del estado, en Cross Plains (1919). Muy enfermizo, se transformó en adicto al gimnasio y llegó a ser un joven fornido y apuesto, pero solitario, introvertido y huraño, de forma que apenas tuvo amigos, salvo los epistolares que hizo entre los escritores del círculo de Howard P. Lovecraft, autor con quien empezó a cartearse en 1924. Los temas que le interesaban y que se muestran en este epistolario son, sobre todo, los conflictos entre civilización y barbarie (con una preferencia nietzscheana por esta última), las teorías geológicas e históricas, la decadencia de las razas y la eugenesia. Desde 1923 empezó a sentir fuertes depresiones y tuvo varios intentos de suicidio. Su madre, que se llevaba muy mal con su padre, fue con él sobreprotectora y la relación entre ellos se hizo tan estrecha que, cuando su madre quedó en coma irreversible, el escritor, a sus treinta años, prefirió suicidarse de un tiro.

Consagraba su tiempo a la lectura de libros de historia y llegó a acumular una erudición notable; empezó a escribir con quince años y a los dieciocho vendió su primer relato, La lanza y la espada (diciembre de 1932), a la revista de ficción popular y papel barato (pulp) Weird Tales, en la que se publicó la mayor parte de su obra. En 1934 ya era el principal autor de la revista, en diez de cuyos doce números publicó, llevándose la portada en cuatro ocasiones; con este éxito se hizo una novia, Novalyne Price, una maestra de Cross Plains, a pesar de la oposición de sus padres y empezó a hacer más realistas sus historias; pero en 1935 su novia le dejó por uno de sus escasos amigos y el editor de Weird Tales, que le debía 800 dólares, rechazó uno de sus relatos; su madre enfermó de tuberculosis y empezaron los problemas económicos no sólo para él, sino para todo el país, postrado en medio de la Gran Depresión; entonces escribió el que consideraba su mejor relato, Clavos rojos, donde la barbarie desaparece y la civilización se destruye a sí misma en un relato protagonizado por Conan, a quien se disputan la pirata Valeria y la bruja Tascela en medio de una guerra civil que enfrenta a dos hermanos, presunta alegoría de la relación entre Howard, Novalyne Price, el amigo traidor y los padres del escritor. La crítica coincide en considerar este relato y Más allá del río Negro como las mejores historias de Conan.

sábado, 2 de junio de 2018

El Jugador Generoso

"El Jugador Generoso" de Charles Baudelaire, es uno de los pequeños pero grandes poemas en prosa recogidos en El Spleen de París, concretamente el número 29. En él se habla de la conversación que un hombre tiene con un Satán locuaz, correcto, un tanto melancólico, que en una ocasión llegó a tener miedo. Las luces de la razón empezaban a dejar de lado a una figura que había aterrorizado al mundo entero, ese demonio envuelto en fuego y humo y de aspecto espantoso. El diablo de Baudelaire ya no da miedo; es un caballero, un dandi con quien quizás nos apetecería charlar en alguna ocasión. El protagonista mortal del relato lo hace.

Baudelaire no intenta hacer pasar el poema en prosa como un invento suyo, no niega la impronta ni de la teoría romántica del hibridismo de género (aquí plenamente lograda en la intersección de lo lírico-descriptivo, la hondura reflexiva y la anécdota narrativa, con el contraste de registros de estilo que supone) ni del francés Aloysius Bertrand pero lo escribe con tal brillantez, en poemas que tan poco le tienen que envidiar a Las Flores del mal ni en calidad literaria ni en  condición reveladora de la personalidad y las constantes obsesivas de su creador que, lo dicho, existe la tentación de considerarlo directamente una aportación suya a la historia de la poesía universal. Estos pequeños poemas en prosa son el enésimo intento del poeta parisino de crear un proyecto personal para conjurar los demonios del hombre (al menos los del hombre, plenamente persuadido de su vulnerabilidad como tal, que él era) que no son ni el demonio, ni el mundo, ni la carne (al menos el primero y el tercero bastante gratos a su persona y su identidad artística) sino la sensación de extrañamiento y desarraigo (¿Qué es, entonces lo que amas, extraordinario extranjero? Amo las nubes… las nubes que pasan… allá lejos… las maravillosas nubes, se nos dice ya de forma muy reveladora en el primer texto y considerados inclinación espontánea antes del mal aprendizaje del mundo en Las vocaciones) y la misantropía (culminación del desengaño de los afectos humanos, sean amorosos o de simple amistad,  en poemas como Los ojos de los pobres o La moneda falsa), inseparable de cierta tendencia patológica a la insatisfacción por todo y por todos y una vivencia incoherente de los propios deseos que se impone al margen de la lucidez para desvelar nuestra miseria. ¿Sus armas? Las clásicas de su genialidad y de toda sensibilidad  y capacidad de intelecto que aspire mínimamente a lo auténtico: el acercamiento afectivo a los marginados y los débiles, a menudo como la salvación en lo espontáneo frente al artificio del mundo reglado pero no reñido con una vena corrosiva y crítica que roza el arte de la crueldad de un Jonathan Swift y pretende no dejarles acomodarse en la autocompasión, ni mitificarlos “per se” ni caer en la trampa de la caridad que es parte esencial de la hipocresía de los poderosos la capacidad de crear atmósferas a partir de la sugestión emocional y el talento para la sublimación idealista del mundo, indistintamente aplicados a la naturaleza, el erotismo o la simple observación de la cotidianidad, la necesidad de provocación, la posesión de la sutileza de espíritu suficientes para ser un hedonista de la soledad , especialmente en el refugio romántico de la noche que consuela la opresión de la vida diurna, el tiento al mal en busca de una aproximación honesta a sí mismo frente a la simulación de la virtud, el canto al exceso, a la intensidad entre los límites timoratos de la cordura que nos desustancian la vida, un humor que además de inteligente tiene la valentía de ser sincero y desvirtuar la trascendencia que se autoimpone como artista… y otras tantas que espero me cuente algún lector más incisivo y atento porque este libro, como cualquiera de su autor, tiene tantas vidas y tantas lecturas como personas que se acerquen a él con la humilde intención de enajenarse de la propia.