martes, 17 de octubre de 2017

Otra Vuelta de Tuerca

The Turn of the Screw, traducida al español como Otra vuelta de tuerca, y también como La vuelta de tuerca o Vuelta de tuerca, es una novela de Henry James. Se publicó en 1898.

Una institutriz acude al cuidado de dos niños en una vetusta mansión victoriana. Lo que en principio parece un cometido agradable derivará en una situación de pesadilla. Los niños viven impactados por un pasado inmediato en el que la anterior institutriz, la señorita Jessel, y Peter Quint, el criado y ayudante de cámara del patrón (el tío de los niños), mantenían una turbia relación. Se podría suponer que se dieron ciertos abusos. La vida junto a la anterior institutriz y su muerte posterior han dejado en ellos una huella indeleble. Al tratar de ayudarlos, la protagonista de la historia comienza a escuchar voces, canciones, y a ver la imagen de la anterior institutriz, muerta en extrañas circunstancias, y la del criado, en lo que, aparentemente, serían apariciones de fantasmas. La historia está fuertemente sexualizada por lo que serían las relaciones ilegítimas entre los criados y entre el criado y el niño. La protagonista, una mujer soltera con una educación muy represiva, queda muy impresionada y preocupada por esas supuestas historias de promiscuidad (en el sentido de la época).

El aspecto que distingue a "Otra vuelta de tuerca", y la convierte en la historia de fantasmas que marca un antes y un después en dicho género, es la posibilidad de la doble lectura y la forma ambivalente en que fue ideada y escrita. La posibilidad de la existencia en sí de fantasmas en la historia, puede ser interpretada de, por lo menos, dos formas diferentes.

El elemento que brinda esta ambivalencia de lecturas es la institutriz (traducido como "la que manda", "preceptora") quien precisamente "nos conduce" hacia y dentro de la historia. Es menester comprender que la historia no sería posible de no ser por la institutriz, única voz narradora (a excepción del inicio de la novela) mediante la cual podemos conocer los hechos desde su único punto de vista e interpretación. Es la institutriz la que narra los hechos, la que nos convence (o no) de las apariciones y, de alguna manera, la que las crea de la nada.

Llegados a este punto, los fantasmas ¿existen, se manifiestan, existen dentro o fuera de la cabeza de la institutriz, no existen? La respuesta sería afirmativa y negativa a la vez.

Todo el relato son los vericuetos mentales de la institutriz, todo lo que ella experimenta, siente y reflexiona. Si nos guiamos por el relato de la protagonista, los fantasmas aparecen y desaparecen en la casa. Guiándonos por la única voz narrativa que tenemos (la de la institutriz), concluiríamos, a simple vista, que los fantasmas existen de cualquier manera, dentro y fuera de ella. La institutriz ve las apariciones, y no duda en suponer y afirmar que el resto de los personajes (los niños y el ama de llaves) también están al tanto de las apariciones pero, por represiones y trastornos emocionales, intentan disimular su angustia interna. La institutriz, en resumen, supone que los niños saben de los fantasmas, los ven, pero quieren convencerla a ella de que no ven nada.

Paralelamente a esto, y realizando "otra vuelta de tuerca", podemos decir que los fantasmas no existen fuera, sino que existen solamente dentro de la cabeza atormentada de la institutriz. Serían, según esta forma de lectura, un mero producto de la imaginación de la mujer. Esta supone, equivocadamente (según esta posible interpretación), que los niños ven y saben de los fantasmas, pero hacen lo posible por exteriorizar lo contrario. Sin embargo, los niños no ven ni saben nada de los fantasmas y todo sería, al final, una creación, una trama de suposiciones y paranoia de la institutriz que, en cierto modo, termina siendo la única que efectivamente experimenta y visualiza las apariciones fantasmales (podría decirse que ella sufre serias perturbaciones mentales). Existirían cinco argumentos para defender esta tesis:

La institutriz muestra ciertas tensiones incluso antes de llegar a la mansión de Bly, a causa de la diferencia social.
El hecho de que ella había quedado realmente impresionada -se podría decir enamorada- del patrón (tío de los niños). Sin embargo, este le dijo contundentemente que no lo podía molestar por ningún motivo (es como un hacha cortante).
En la historia menciona que ella era hija de un padre anglicano. Ya nos imaginamos cómo ha de haber sido cuidada en su infancia. Debe haber sufrido cierta presión, porque en esa época no se esperaba nada desagradable de una familia así.
Está preocupada por si se llevará bien con las personas de la casa.
El hecho de que ella, unos días después de llegar a la mansión, reciba una carta del director del colegio del niño para el patrón. Sin embargo, el patrón se la vuelve a dar a ella y le recalca que no le pida ayuda, ni le consulte nada. Esta carta contenía información sobre Miles, el niño, mencionando que era una afrenta para los demás y por esto había sido expulsado.
En cierto modo, la capacidad interminable de "Otra vuelta de tuerca", hace posible interpretar, reinterpretar y acomodar todo de acuerdo a cada forma de ver.





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