miércoles, 13 de febrero de 2019

Ex Aqua

"Ex Aqua"
Jull Antonio Casas Romero



“Posiblemente toda la vida no es más que un sueño continuo; es posible que el momento de la muerte sea un despertar repentino.”
Fénelon. Diálogo de los Muertos.


Siempre sentí diferencias, no me refiero a la parte física ni la psicológica, sino la de los sentidos, oía cosas extrañas, veía escenas raras, sentía aromas diferentes, en fin hasta llegue a pensar alguna vez siendo niño que era la única persona real en el mundo, que todos los demás eran muñecos o acaso solo imágenes fantasmales que me hacían compañía o eran la tramoya de ese escenario irreal que pintaba mis días juveniles, claro que mi familia también era infrecuente, mi madre tenía ojos verdes acuosos y parpados que nunca había visto cerrase, mi padre al que jamás había visto alimentarse más que de pescado, con una fruición poco natural, decía que los había heredado de su familia, de la cual nunca hablaba, aun así le preguntara con astucia o de forma directa. Parecía que yo no tenía pasado, todo contribuía a formar esa aura  irreal y por ende sentía que no tenia futuro.

Finalmente me di cuenta de la verdad, fue un día que buceaba (mi pasión favorita) y olvide salir del fondo de la piscina, es otra cosa diferente en mí, puedo quedarme mucho tiempo buceando, no necesito renovar provisión de oxígeno, no tengo agallas ni nada que se parezca, solo ocurre y entonces cuando vi que se tiraban en clavado al agua para salvarme y luego forcejeando me cogían y una vez fuera aplicaban maniobras de resucitación, a pesar de mis protestas, comencé a preocuparme seriamente. Algo extraño pasaba, debía saber cuál era la causa de esos hechos insólitos, esa noche al llegar a casa busque a papa que estaba en la biblioteca y directamente pregunte sobre la razón de mis diferencias, el me miro seriamente, tomo asiento e invitándome a hacer lo mismo conto la siguiente historia: 

—Cuando recién conocí a tu madre, un día fuimos a pasear por la laguna que hay en las afueras de la ciudad, fue una tarde preciosa, tanto que allí le propuse matrimonio, ella acepto por supuesto y luego de pasear por el resto del complejo, casi al retirarnos, quisimos subir a uno de los botes que hacían el servicio de paseo por la laguna del parque, subimos a la última que quedaba en la orilla y casi cuando estábamos en el centro del estanque, un mal movimiento provoco la volcadura de la canoa, apenas pudimos salir del agua, especialmente tu madre que estuvo casi en estado catatónico ya que una fuerza inexplicable la había hundido hasta el fondo y fue imposible rescatarla, lo más extraordinario fue, que la encontramos luego de algunas horas al borde de la laguna, desmayada pero sin daño.
—Lo inconcebible ocurrió después, al poco tiempo tu madre dio señales de una clara preñez el bebé no era mío estábamos seguros de ello, pero no podía dejarla en esa condición, nos casamos rápidamente y tras un embarazo atípico de seis meses naciste tú. —
—No soy tu padre, pero te amo como si fueras mi hijo, te crie y vi crecer, lo único especial que sabemos de ti es lo que te conté, aunque si mal no recuerdo un día cuando eras bebe, te caíste a una acequia y no pudimos sacarte rápidamente, pasaron alrededor de diez minutos y milagrosamente, se presentó alguien que si sabía nadar para poder rescatarte, saliste indemne y bueno hasta ahora que cuentas lo que paso hoy, no me di cuenta de esa característica que posees, si deseas podemos ir a un médico. —

Agradecí a mi Padre por el relato, el cual por supuesto no creí posible, era poco probable que las cosas hayan sumado esa fantástica fabula que trascendía en tintes casi mitológicos, estaba seguro de que había una explicación plausible a mi origen, y si era cierto y él no era mi padre no por ello dejaría de agradecer sus cuidados y amor tan dedicado. Al día siguiente fui a dar una vuelta por el estanque, una fuerza irresistible me compelía hacia ese lugar, donde la inflamada mente de mis padres atribuían mi origen, la superficie era inescrutable, todo estaba cubierto por algas y detritos acuáticos. En mi mente comencé a oír voces que invitaban a sumergirse en las aguas, sentía despertar ecos recónditos de mi estirpe, no pude soportar más y descalzándome ingrese al agua sin miramientos, buscando acallar mi mente febril y trastornada.
Tras atravesar la capa algarea, una súbita claridad me envolvió desde el fondo, distinguí inmediatamente unas formas rocosas que asemejaban a recovecos con formaciones parecidas a una ciudad submarina, en ella vi unos seres humanoides que se dirigieron nadando hacia mí y alcanzándome me invitaron por señas a seguirlos hasta la ciudad de las profundidades.
No pude negarme, sus voces se replicaban en mi mente acariciando mis sentidos y sus manos me estrechaban suave y firmemente haciendo imposible toda resistencia, al llegar a la urbe lacustre, un ser que era el más hermoso de todos ellos se acercó y abrazo efusivamente, en mi mente su voz suave decía que yo era su hijo, que había estado esperando por mucho tiempo mi regreso, el velo entonces cayó, ahora sabia el porqué de mis diferencias, ya nada sería lo mismo.
Al pasar los días todo era odioso en la superficie, no toleraba la abundancia de luz directa ni siquiera el aire que alborotaba mis cabellos, prefería la corriente de agua y el contacto de las algas de mi hogar submarino, mis padres veían con pena estos cambios, los habían previsto desde mis primeros años, lo único que me ataba al mundo de la superficie era mi madre, ella extrañamente no reprochaba mis continuos escapes a la laguna, tampoco que mi ropa permaneciera húmeda o que encontraran enredados en mis cabellos algas y otros detritos acuosos. Tampoco les extrañaba que no volviera a comer lo mismo que ellos y que prefería dormir en la tina del baño, llegando al exceso de trasladar todas mis cosas al cuarto de aseo, repito si antes yo era extraño ahora lo era más y nadie parecía reparar en ello, procuraba provocarlos, resaltar las diferencias pero todos mantenían reserva y se desmoronaba el entramado de este falso teatro que se mantenía a fuerza de silencio.

Las cosas permanecieron de esta forma por un buen tiempo, entonces en una de mis casi diarias visitas, conocí una ondina muy hermosa en la laguna, sus ojos verdes me subyugaron desde el primer momento, su padre acepto nuestro amor y libres ondulábamos por las profundidades del agua, comencé a pasar más tiempo en el abismo acuático, en ocasiones semanas enteras sin regresar a la superficie, al retornar a casa, notaba como ésta ya no era mi hogar, como mi madre se marchitaba a ojos vistas y mi padre se volvía mas taciturno y violento, Decidí presentarles a mi Náyade y para ello acondicione un traje especial para ella, este suministraba agua enriquecida de oxígeno a su organismo distinto, no podría sobrevivir si  no funcionaba adecuadamente y tras muchas pruebas y contramarchas, un fin de semana después de unos días en el estanque llegamos a casa de noche, atípicamente la luz del zaguán estaba apagada, Nereida, mi ondina estaba nerviosa, solo notaba sus burbujeantes ojos temerosos a través del traje, todo estaba en silencio y eso era extraño, siempre se acostaban después de medianoche, abrí la puerta y el silencio nos envolvió ominosamente desde el interior, sujete la mano de mi amada e ingresamos a la cocina.

Allí estaba mi Padre sentado, terminando de cenar los restos de mi madre, sonrió parcamente y con un gesto nos invitó a sentarnos a la mesa, limpiándose los labios manchados de sangre, dijo que no podía soportar otro día más el hambre que lo consumía, desde que notó que ella tenía aroma acuático y sabor a delfín. El extraño era él y la victima mi madre, nos levantamos y salimos para siempre de aquel antro, abrace a mi ondina a pesar del traje y tomamos un taxi con rumbo a nuestro verdadero mundo.



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