viernes, 29 de septiembre de 2017

Narrativa Completa de H.P. Lovecraft

Howard Phillips Lovecraft (/ˈlʌvkræft — ˌkrɑːft/ Providence, Estados Unidos, 20 de agosto de 1890 – ibídem, 15 de marzo de 1937), conocido como H. P. Lovecraft, fue un escritor estadounidense, autor de novelas y relatos de terror y ciencia ficción. Se le considera un gran innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia (los mitos de Cthulhu), desarrollada en colaboración con otros autores y aún vigente. Su obra constituye un clásico del horror cósmico, una corriente que se aparta de la temática tradicional del terror sobrenatural (satanismo, fantasmas), incorporando elementos de ciencia ficción (razas alienígenas, viajes en el tiempo, existencia de otras dimensiones). Lovecraft cultivó asimismo la poesía, el ensayo y la literatura epistolar. Se le considera uno de los autores más influyentes del siglo XX en el género de la literatura fantástica.

El estilo de Lovecraft es muy característico e inconfundible, pero no era lo que se dice un "estilista"; se limitaba a conseguir un tono siempre serio y solemne. Comparado, por ejemplo, con otro maestro del género de terror, Montague R. James, carece de ironía, su cultura se muestra impostada y crea atmósferas desde el principio, no como M. R. James, quien las va levantando poco a poco acumulando contrastes y sutilezas hasta el desastre final. Sin embargo, y por el contrario, es el rey del tono; usa demasiados adjetivos y palabras polisílabas y un tempo narrativo lento y moroso que logra distanciar a un lector acostumbrado a lecturas más rápidas y directas, menos oscilantes y sinuosas, y lo instala en otra órbita en la que se siente perdido. Además, repite machaconamente ciertas palabras que van predisponiendo poco a poco la sensibilidad del lector en el nivel que le interesa ("atávico", "numinoso", "inmemorial", "arcano"...).

Como suele narrar desde el punto de vista de un erudito, usa un inglés arcaico y avejentado que le sirve para conferir una falsa autoridad polvorienta y la patina del tiempo a lo que narra, inventándose una bibliografía ficticia de grimorios en latín, árabe o hebreo (el Necronomicón de Abdul Alhazred, De Vermis Mysteriis, el Liber Ivonis aportación de su discípulo Robert Bloch, el Cultes de Goules del Conde D'Erlette etc.). También le ayuda a desorientar y desenfocar el juicio del lector el empleo de la primera persona, que funde lector y protagonista, pero con la argucia de que este último suele ser un solitario sin vida ordinaria ni necesidades sociales ni placeres confesos, ensimismado y cercano al suicidio y la locura, haciendo que asimile su psicología atormentada y acrecentando su miedo. Describe todo con prolijidad... pero nunca, salvo al final de su carrera -y quizá por la reescritura de su testaferro August Derleth- al monstruo, al que deja obrando en un plano abstracto mucho más ominoso. Gusta de esparcir sensaciones vagas e indefinibles que propenden a crear ilusiones de inseguridad y trascendencia, desordenando la realidad espacio-temporal. Su escritura tiende a una especie de religiosidad ritual de ecos paganos pero arreligiosa, pues el autor era ateo: Lovecraft excluye conscientemente la religión, que podría ofrecer algún consuelo ante el horror inevitable.











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