martes, 31 de octubre de 2023

Auguste Villiers de L'Isle-Adam

Jean-Marie Mathias Philippe Auguste, conde de Villiers de l`Isle-Adam, más conocido como Auguste Villiers de L'Isle-Adam (Saint-Brieuc, 7 de noviembre de 1838 - París, 18 de agosto de 1889) fue un escritor francés cuya obra, que abarca la poesía, el teatro y la narración, se orienta en gran parte hacia el movimiento simbolista.

Tras numerosos años de navegación, el padre de Auguste, se instaló en la mansión de Penanhoas, en Lopérec, que había heredado, y quedó lisiado por un accidente. Tuvo que buscar subsidios durante la Restauración antes de recibir los 27.000 francos del Estado en 1826 a que tenía derecho en compensación por su emigración. Entonces el marqués tuvo la idea de fundar una especie de agencia de investigación genealógica para ayudar a ciertos herederos a recuperar sus bienes incautados durante los disturbios revolucionarios y del Imperio. Pero se enredó en especulaciones financieras ruinosas y en 1843 su mujer tuvo que hacer una separación de bienes para salvaguardar su propio patrimonio. En 1845 la familia se instaló en Lannion, en casa de los padres de la madre de Augusto, la señora de Kérinou. Entre 1847 y 1855, el joven Villiers siguió estudios desordenadamente en diversas escuelas de Bretaña; estuvo interno en el pequeño seminario de Tréguier y luego en Rennes en 1848 (en el antiguo colegio de Saint-Vincent de Paul), en el liceo de Laval, de nuevo en Rennes, en Vannes (colegio de Saint-François-Xavier) en 1851, donde tuvo como condiscípulo al pintor James Tissot, y otra vez en Rennes. Además dispuso en los intervalos de preceptores religiosos a domicilio, por más que se mostraba más dotado para el piano y se descubría aficionado a la poesía. 


lunes, 30 de octubre de 2023

La Casa Vacía

La Casa Vacía (The Empty House) es un relato de terror del escritor inglés Algernon Blackwood (1869-1951), publicado en la antología de 1906: La casa vacía y otras historias de fantasmas (The Empty House and Other Ghost Stories). Es, después de todo, un relato clásico sobre casas embrujadas y fantasmas.

Relata la historia de una temeraria tía (Julia) y su sobrino (Jim Shorthouse), quienes intentan pasar la noche en una casa con reputación de estar embrujada. En cierta forma este relato fantástico de Algernon Blackwood podría ser visto como un relato de cazadores de fantasmas.

Se dice que el argumento de La casa vacía, así como algunos fenómenos paranormales que allí se describen, se corresponden con las investigaciones paranormales que realizó el propio Algernon Blackwood cuando participaba activamente de la Psychical Research Society.

A pesar de su fecha de publicación, 1906, época más bien candorosa con respecto a las casas embrujadas,La casa vacía de Algernon Blackwood no pierde tiempo y rápidamente se sumerge en una realidad alucinante; describiendo los efectos que aquel edificio produce tanto en las personas valientes, ignorantes o lo suficientemente tontas como para cruzar su umbral.



viernes, 20 de octubre de 2023

La Amante del Demonio

La Amante del Demonio (The Demon Lover) es un relato fantástico de la escritora irlandesa Elizabeth Bowen, publicado en la colección de cuentos de terror de 1945: La amante del demonio y otras historias (The Demon Lover and Other Stories).

El relato narra la extraña experiencia de la señora Drover, una mujer como cualquier otra que en su juventud se enamoró perdidamente de un caballero al que no volvió a ver. Ya en el presente, casada y con hijos, la señora Drover atestiguará el regreso de aquel viejo amante, cuya promesa está decidido a cumplir rigurosamente, a la manera del demonio.

"The Demon Lover" tiene dos temas: los efectos de la guerra en los civiles y el regreso del pasado. La historia tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial. La protagonista principal, Kathleen Drover, también vivió la Primera Guerra Mundial, cuando su novio desapareció.

Según un ensayo publicado en Humanities 360, la historia trata sobre la introspección del personaje principal con respecto a sus propios recuerdos reprimidos. Drover está viviendo la Segunda Guerra Mundial, y ella regresa a su casa en Londres para recuperar las pertenencias que dejó atrás.

El tema de los efectos de la guerra en los civiles aparece en las dificultades que Kathleen ha sufrido. Su novio desapareció durante la Primera Guerra Mundial. Ahora se enfrenta a los horrores de la guerra 25 años después. Las imágenes de Bowden en la historia enfatizan el dolor y la pérdida. Ella describe los moretones y las cicatrices dejadas en la casa de Londres, sugiriendo los moretones y las cicatrices en la psique de Kathleen. La descripción general de la casa genera un sentimiento de ansiedad en el lector, similar a los sentimientos que Kathleen está soportando.

El tema del regreso del pasado viene en las escenas finales de la historia. Kathleen se ha sentido culpable durante 25 años porque prometió esperar a su prometido, pero cuando él no regresó de la guerra, finalmente se casó con otro. Durante su tiempo en la casa, ella no puede detener sus reflexiones del pasado. Al final, toma un taxi para llevarla de regreso a su hogar actual en el país, pero su prometida regresada la enfrenta en forma de espectro.


Fuente:

https://es.411answers.com/a/cual-es-el-tema-de-the-demon-lover-de-elizabeth-bowen.html



martes, 17 de octubre de 2023

Elizabeth Bowen

Elizabeth Dorothea Cole Bowen (Dublín, Irlanda; 7 de junio de 1899 - Hythe, Kent, 22 de febrero de 1973) fue una escritora anglo-irlandesa.

Bowen nació en Dublín. Su familia solía pasar los veranos en Bowen’s Court, una propiedad de la familia en el condado de Cork. Cuando su padre empezó a padecer de problemas mentales en 1907, Bowen y su madre se mudaron a Inglaterra, asentándose en Hythe (Kent). Tras la muerte de su madre en 1912, Bowen se fue a vivir con sus tías: la experiencia de orfandad estuvo muy presente en sus novelas. Bowen fue educada en la Downe House School, bajo la dirección de Olive Willis. Después de pasar un tiempo en una escuela de arte en Londres, decidió dedicarse a escribir. Bowen se unió al Círculo de Bloomsbury, conociendo a Rose Macaulay, quien la ayudó a encontrar un editor para su primer libro, Encounters (1923).

En 1923, contrajo matrimonio con Alan Cameron, un administrador educativo que también trabajaba para la BBC. Bowen mantuvo varias relaciones extramaritales, incluyendo una con Charles Ritchie, un diplomático canadiense seis años menor que ella. También tuvo un romance con el escritor irlandés Sean O'Faolain y con la poeta estadounidense May Sarton.

lunes, 16 de octubre de 2023

Los Nueve Billones de Nombres de Dios

En un monasterio tibetano, los lamas quieren enumerar todos los nombres de Dios, ya que creen que el Universo fue creado para este propósito, y que una vez que se complete este nombramiento, Dios pondrá fin al Universo. Hace tres siglos, los monjes crearon un alfabeto en el que calcularon que podían codificar todos los nombres posibles de Dios, sumando alrededor de 9.000.000.000 ("nueve mil millones") y cada uno con no más de nueve caracteres. Escribir los nombres a mano, como lo habían estado haciendo, incluso después de eliminar varias combinaciones sin sentido, llevaría otros 15.000 años; los monjes desean usar tecnología moderna para terminar esta tarea más rápidamente.

Para buena parte de las mitologías, incluidos los mitos bíblicos y los mitos hebreos, el verdadero nombre de Dios es secreto.

No es un nombre oculto. Tampoco es inaccesible o indescifrable: está hecho de signos. William Blake lo encontró en el diseño del Tigre. Borges, en el Aleph. Y Arthur C. Clarke en el lenguaje informático.

Pero conocer el verdadero nombre de Dios tiene sus complicaciones. Así lo deduce Jorge Luis Borges en El golem:


Si (como afirma el griego en el Cratilo)

el nombre es arquetipo de la cosa

en las letras de rosa está la rosa

y todo el Nilo en la palabra Nilo.


Y, hecho de consonantes y vocales,

habrá un terrible Nombre, que la esencia

cifre de Dios y que la Omnipotencia

guarde en letras y sílabas cabales.


Esto significa que no hay diferencia entre el nombre y la cosa. La palabra rosa es la rosa. La palabra Nilo es el Nilo, y el verdadero nombre de Dios es Dios.

Existen muchas historias acerca de la búsqueda del verdadero nombre de Dios, pero una de ellas se destaca del resto por su exquisita originalidad.

Hablamos de Los Nueve Billones de Nombres de Dios (The Nine Billion Names of God) —a veces publicado en español como Los nueve mil millones de nombres de Dios—, relato fantástico de Arthur C. Clarke (1917-2008), publicado en la edición de febrero de 1953 de la revista pulp Star Science Fiction, y posteriormente incluido en el Salón de la fama de la ciencia ficción (The Science Fiction Hall of Fame).

Este gran cuento de Arthur C. Clarke relata la historia de unos monjes budistas, quienes han pasado siglos enteros escribiendo las distintas combinaciones posibles de letras para formar el verdadero nombre de Dios.

Si bien las posibles combinaciones en cualquier alfabeto no son infinitas, su cifra final es astronómica; de manera tal que los monjes recurren a una empresa informática para adquirir un ordenador lo suficientemente potente como para completar la tarea.

De este modo, el ordenador podrá realizar todas las permutaciones posibles de forma mucho más rápida, adelantando el mismo resultado que podría obtenerse mediante la tediosa labor manual de los monjes durante milenios, pero también adelantando el fin de los tiempos.

Porque el descubrimiento del nombre de Dios es también el descubrimiento de Dios, y no precisamente en términos espirituales.

Finalmente, los monjes compran este ordenador y lo trasladan a su monasterio, situado en el Tíbet. Hacia allí nos lleva el autor, en compañía de los ingenieros enviados por la empresa, quienes se preguntan cuál será la reacción de los monjes cuando la máquina por fin realice los últimos cálculos y el universo no se autodestruya.

El final de este breve relato de Arthur C. Clarke es, por lejos, uno de los mejores y más aterradores de la historia de la ciencia ficción.


miércoles, 11 de octubre de 2023

La Transformación

La Transformación (The Transformation) es un relato de terror de la escritora inglesa Mary Shelley (1797-1851), publicado originalmente en la edición especial de 1831 de la revista The Keepsake, y luego reeditado de manera póstuma en la antología de 1891: Cuentos e historias (Tales and Stories).

Es uno de los grandes cuentos de Mary Shelley, relata la siniestra historia de Guido, un hombre que ha desperdiciado su riqueza y que intenta recuperar a la mujer que ama, Julieta, protegida por un padre despótico. El temperamento byroniano de Guido finalmente lo conduce al destierro, y a la sutil organización de su venganza.

Durante una tempestad, desde el mar embravecido emerge una figura extraña, macabra: un enano —que bien podría ser el mismísimo demonio—, quien le ofrece intercambiar cuerpos y de ese modo satisfacer los impulsos que cada uno de ellos alberga en secreto.

Pese a que su nombre estará siempre ligado al de su novela más conocida, Frankenstein, Mary Shelley fue también autora de excelentes relatos, como las tres historias que se incluyen en este volumen. Sugerentes, insinuantes y bordeando continuamente esos ambientes sobrenaturales y tenebrosos que todo lector asocia con la autora, los tres cuentos son, por encima de cualquier otra cosa, admirables proezas de condensación.En Transformación, una de las obras maestras de la narrativa gótica, la belleza y el horror coinciden en una misma criatura de ambigua clasificación. En El mortal inmortal un ser de trescientos años relata una historia de amor y alquimia. Y, finalmente, El mal de ojo, el más extenso de los tres cuentos, catapultará al lector a costas lejanas, en un ambiente cargado de supersticiones, crímenes y destinos fatales.

Claramente La transformación de Mary Shelley es una de las piezas más exquisitas de la literatura gótica clásica. El motivo principal del relato es el pacto con el diablo, en este caso, bajo la figura de aquel enano grotesco.


lunes, 9 de octubre de 2023

El Mensajero del Futuro

El Mensajero del Futuro (My Object All Sublime) —a veces publicado en español como: Mi sublime propósito— es un relato fantástico del escritor norteamericano Poul Anderson (1926-2001), publicado originalmente en la edición de junio de 1961 de la revista Galaxy Magazine, y desde entonces reeditado en numerosas antologías, entre ellas, la colección de 1976: Lo mejor de Poul Anderson (The Best of Poul Anderson). Es probablemente uno de los mejores cuentos de Poul Anderson, desarrolla una trama increíblemente compleja y, a la vez, directa, acerca de la posiblidad de los viajes en el tiempo, que anula cualquier posibilidad de resumirla sin arruinar por compelto la historia. Por eso mismo les recomendamos a nuestros amigos que eviten los siguientes párrafos y vayan directamente al relato.

En este relato Poul Anderson crea un futuro en el cual los criminales y delincuentes son enviados al pasado, ya que esto se considera una forma humana de castigo. La historia revela el drama de un hombre acusado injustamente por un rival, y castigado de este modo, quien resuelve vengarse a pesar de estar separado de su enemigo por varios siglos de diferencia.

El autor nos narra una gran historia de un hombre que fue enviado al pasado a pagar su condena pero unos años después recibe una visita inesperada de «negocios! que va dar como resultado un nuevo sufrimirnto para este prisionero.

El mensajero del futuro rápidamente se convirtió en un clásico la ciencia ficción y el relato pulp, quizás por ser uno de los pocos relatos de viajes en el tiempo en el cual esta posibilidad consiste en un castigo, no en una aventura.


lunes, 2 de octubre de 2023

La Habitación Roja

La Habitación Roja (The Red Room) es un relato de terror del escritor inglés H. G. Wells (1866-1946), publicado originalmente en la edición de marzo de 1896 de la revista The Idler. Luego aparecería en 65 grandes cuentos de lo sobrenatural (65 Great Tales Of The Supernatural), Grandes cuentos de horror (Great Tales Of Horror), Un siglo de historias de terror (A Century Of Horror Stories) y Escalofríos: una antología de misterio y horror (Spine Chillers: an Anthology of Mystery and Horror), entre otras colecciones.

La Habitación Roja, uno de los grandes cuentos de H. G. Wells, relata la historia de un hombre de veintiocho años [el Narrador], cuyo nombre no se divulga, que visita el Castillo Lorraine, el cual se dice que está embrujado. El Narrador decide pasar la noche en la Habitación Roja con la intención de refutar las leyendas que la rodean. Un año antes, otra persona, a la que se refiere como «su predecesor», intentó llevar a cabo la misma proeza pero con resultados trágicos. El Castillo Lorraine ha estado desocupado durante un año, desde que el duque perdió la vida al caer de unas escaleras. A pesar de las vagas advertencias de los tres ancianos que custodian el castillo, el Narrador ingresa en la Habitación Roja para comenzar su vigilia. Su confianza inicial se derrumba a medida que las velas que ha colocado en cada rincón estratégico de la Habitación Roja comienzan a apagarse. Cada vez que se apaga una vela, el miedo y la paranoia se vuelven más intensas. El Narrador intenta volver a encender las velas apagadas, pero una misteriosa ráfaga de viento, que parece direccionada por una inteligencia malévola, hace que nunca llegue a completar la tarea, de modo tal que la oscuridad comienza a cerrarse a su alrededor.

La premisa de La Habitación Roja influyó en muchos relatos de fantasmas posteriores: un sujeto escéptico decide pernoctar en un lugar para probar que no está embrujado [ver: El ABC de las historias de fantasmas]. De hecho, todos los elementos que llegarían a convertirse en estereotipos del género están aquí: una mansión abandonada con una historia trágica de fondo, personas espeluznantes que pronuncian terribles advertencias, un escéptico arrogante, y la demostración final de que su escepticismo es la verdadera superstición, porque el lugar realmente está embrujado. Sin embargo, H. G. Wells nos brinda una vuelta de tuerca sublime, porque La Habitación Roja es menos una historia de fantasmas que una exploración de la psicología humana en relación al miedo.

H. G. Wells era un escéptico [aunque más tarde en su vida cambiaría un poco]; en muchos sentidos, él es como el Narrador, es decir, el tipo de persona que no se toma en serio las historias de fantasmas. En este sentido, es lícito leer La Habitación Roja como un sutil trabajo de demolición del género, incluso como una sátira. Sin embargo, hay una cosa que H. G. Wells sí se toma muy en serio: el miedo, más precisamente el poder del miedo para aplastar la razón y el autocontrol, sin importar cuán escépticos seamos e incluso prescindiendo de cualquier fantasmas. Solo necesitamos una Habitación Roja para poner a prueba nuestro cinismo en relación a lo paranormal, un lugar que no esté embrujado por espíritus o demonios, sino por el miedo mismo [ver: Psicología de las Casas Embrujadas]

La Habitación Roja, entonces, es una historia sobre algo que todos hemos experimentado: miedo: particularmente ese tipo de miedo del que no puedes deshacerte incluso cuando sabes que [supuestamente] no hay nada que temer.

El punto de H. G. Wells es que todos tenemos miedos «irracionales», miedos que la razón no puede sofocar, y eso nos pone en el lugar del Narrador. Este sujeto decide pasar la noche en la Habitación Roja porque «sabe» que los fantasmas no existen. En otras palabras, se mete en una situación en la que su razón le dice que no hay nada que temer, como un padre que le asegura a su hijo que no hay monstruos debajo de la cama; por lo tanto, cree que puede dominar con confianza y autocontrol cualquier miedo irracional. Sin embargo, como todo chico sabe, HAY monstruos debajo de la cama, tal vez no el tipo de monstruos que conjura papá con sus explicaciones racionales, pero allí están, listos para manifestarse cuando las circunstancias son apropiadas [ver: Esos monstruos debajo de la cama]

¿Realmente hay algo sobrenatural en la Habitación Roja? H. G. Wells está menos interesado en esto que en hacernos reflexionar en lo que significa tener miedo, incluso un miedo irracional, y cómo este no desaparecerá frente al razonamiento o la fuerza de voluntad. En este contexto, el miedo no es tan diferente a un fantasma, cuya sola presencia es una amenaza a la racionalidad.

Ahora bien, antes de entrar en la Habitación Roja, el Narrador conversa con los cuidadores del castillo: un anciano con un brazo atrofiado y una anciana con ojos pálidos, quienes le advierten que está siendo temerario. El anciano, además, insiste en que el Narrador está actuando por «su propia elección». En este punto entra un tercer anciano; lleva una capucha y tose repetidamente. Sigue un silencio tenso. Estas tres figuras arquetípicas y sus advertencias establecen temprano en la historia el arco del protagonista: de escéptico a creyente, y además deja en claro que sus opiniones sobre la vejez es un preludio de lo que experimentará más adelante: «hay algo inhumano en la senilidad, algo agazapado y atávico; las cualidades humanas parecen desvanecerse insensiblemente de las personas mayores». Si estos tres viejos te parecen inquietantes, espera a ver lo que hay en la Habitación Roja.

Pronto, incluso antes de que entremos en la Habitación Roja con el Narrador, H. G. Wells deja caer una imagen que impregnará el resto del relato: sombras danzantes, casi conscientes, que reaccionan ante la luz de las velas y luchan contra ellas. Hay algo primitivo en esta oposición luz-oscuridad, no tanto en términos de bien vs. mal, sino entre la luz de la racionalidad, del intelecto y la civilización, en contraste con la oscuridad de la irracionalidad, de los actos inhumanos que se cometen en las ella. «Mi vela se encendió e hizo que las sombras se cubrieran y temblaran», dice el Narrador, y agrega: «llegaron detrás de mí, y otra huyó ante mí hacia la oscuridad de arriba». Que las sombras estén antropomorfizadas es un lindo detalle, pero las sombras en la Habitación Roja se retraen, se reorganizan y finalmente avanzan contra la luz de forma sistemática.

La luz artificial tiene que ser controlada por el ser humano, depende de él, del mismo modo en que la racionalidad supone un esfuerzo por reprimir los instintos atávicos; pero la oscuridad puede moverse como quiera. Es como si H.G. Wells sugiriera que la oscuridad es el estado por defecto de las cosas, y que la luz, en términos de racionalidad e intelecto, es el intruso. El Narrador debe moverse en el reino de la oscuridad; su escepticismo es tan intrusivo e ineficaz como la luz de sus velas.

Al principio, el Narrador intenta preservar una «actitud mental científica». Examina cada centímetro de la Habitación Roja y enciende varias velas en puntos estratégicos, de manera tal de cubrir con luz la mayor superficie posible. Sin embargo, «todavía encontraba la oscuridad más remota del lugar y su perfecta quietud demasiado estimulantes para la imaginación». A partir de aquí, H. G. Wells se divierte con el lector. En cada sombra, en cada vela que parpadea, cediendo terreno a la oscuridad, esperamos la aparición de un fantasma o un demonio, pero solo tenemos a un sujeto que intenta desesperadamente volver a encender las velas que se apagan, yendo y viniendo por la Habitación Roja, dándose cuenta que está siendo tragado por la oscuridad.

Previamente el Narrador balbucea un comentario humorístico: «Se me ocurrió que cuando viniera el fantasma podría advertirle que no tropezara con las velas». Aunque esta línea es una broma para él mismo, el Narrador ha traído fantasmas a su vocabulario, pensando en ellos como existentes en el mundo de su broma. Ha comenzado su camino desde la incredulidad hacia el reconocimiento. Es entonces, inmediatamente después de este reconocimiento, que las velas comienzan a apagarse.

El Narrador, histérico, comienza a luchar contra el continuo apagado de las velas. H. G. Wells mantiene al lector en suspenso acerca de la posibilidad de algo sobrenatural en la Habitación Roja, y al final saca una carta magistral. El Narrador, ya sin ninguna luz, escapa de la habitación en una escena deliberadamente no sobrenatural, golpeándose, tropezando, cayéndose en su propia desesperación. La revelación final sobre la naturaleza de la malevolencia en la Habitación Roja es hermosa:

«¡Miedo! Miedo que no tiene luz ni sonido, que no soporta la razón, que ensordece y oscurece y abruma. Me siguió por el pasillo, luchó contra mí en la habitación.»

Por supuesto, nada te impide pensar que hay una fuerza sobrenatural que infunde tal terror que hace que las personas se maten accidentalmente; pero la sugerencia de H. G. Wells es que la entidad de la Habitación Roja es simplemente MIEDO, un miedo que, como la oscuridad, tal vez es el estado por default de la existencia humana.



Fuente:

http://elespejogotico.blogspot.com/2023/04/la-habitacion-roja-h-g-wells-relato-y.html