miércoles, 30 de diciembre de 2020

Edgar


                                                                      "Edgar" 

Guzmán López Bayarri   


Lo que me dispongo a contar aquí es un auténtico trabajo de reconstrucción. Tal y como los historiadores realizan sus tareas, así he intentado hacer yo, pudiendo rescatar cierta información que, por suerte, anoté en mi diario antes de que desapareciera para siempre del mismo.  

Es cierto que se dice que las palabras y las ideas se contagian. ¿Cuántas veces habré escuchado eso de “si tienes una manzana y la compartes con otro cada uno tiene la mitad, pero si compartes una idea los dos tenéis una?” Si bien tuve una temporada en la que esa frase me enamoró ahora pienso que es una mierda. Una auténtica mierda.  

Y todo este cambio empezó cuando conocí a Edgar. ¡Ah, Edgar! Sólo recordar su nombre me entran escalofríos. Reconozco que era un tipo peculiar, incluso diría que con una personalidad bañada en esa autenticidad que sólo brilla cuando los demás te la reconocen. Eso era su puerta de entrada a las relaciones sociales. El que más y el que menos no dudaba en darle un voto de confianza y abrirle su privacidad ante la escasez de personajes interesantes en el entorno.  

Edgar tenía la inédita cualidad de absorber conocimiento de un modo que rayaba en lo fantástico. Parece que empezó con las conversaciones. Antes incluso de aprender a leer poseía ya un nivel interesante de conocimientos unido, y esto era lo que más le llamaba la atención a los que lo conocieron, a su manera tan profesional de expresarlo. Vamos, que el crío podría perfectamente marcarse una charla TED y arrasar entre los compañeros.  

Hasta aquí nada que objetar. Parecía listo, sí, pero no era este su don demoníaco. El problema no era ese, no. Era algo mucho más perverso, más jodidamente maligno.  


sábado, 26 de diciembre de 2020

El Caso Dexter Willet


“El Caso Dexter Willet”

Vicente Ortíz Guardado


      Aunque en el periódico empezaban a tacharla de chiflada por sus extravagantes deducciones, Sarah Johnson creía firmemente en la inocencia y los motivos que impulsaron al comisario Brown a actuar como lo había hecho. Por su condición de redactora jefa en The Providence Journal, tuvo acceso a las copias de los diarios escritos por el desaparecido Dexter Willet y a profundizar en los archivos buscando todo tipo de datos que podían ser relevantes. También le permitieron entrevistarse tres veces con el comisario detenido, al cual informó sobre algunos de sus descubrimientos, incluido el del parentesco entre Willet y Joseph Curwen. Del propio comisario, muy hermético y desconfiado en los primeros encuentros, solo pudo contrastar datos que ya conocía, pero la tercera entrevista fue muy distinta. Sarah quiso pensar que por fin se había ganado su confianza y que el testimonio no obedecía a la desesperación del reo que va a ser juzgado en breve. Colaborador desde el principio, le confesó que intentó seguir los pasos de Willet para aclarar su desaparición, pero una vez sumergido en tan extraño caso, la inercia del mismo lo arrastró a experimentar unos acontecimientos sorprendentes que no acertaba a explicar sin parecer un demente, sin embargo, estaba convencido de que Dexter Willet había viajado de forma voluntaria a un lugar del que no quería regresar. Todo estaba en los diarios. 

      Un incómodo alboroto se hizo notar por encima de los golpes secos de la maza del juez cuando el comisario Nylon Brown cruzó en silencio la sala para subir al estrado. En su semblante se daban cita una mezcla de decepción y derrota acumulada por los meses de investigación. Los que lo conocían bien, ahora ajenos y hostiles, habían observado un envejecimiento vertiginoso y una desmesurada obsesión por el extraño caso de Dexter Willet, un asunto que, a priori, tendría que haberse archivado como cualquier otro asunto por desaparición sin resolver. Sin embargo, las desatinadas pesquisas del comisario, las repetidas ausencias injustificadas y un cada vez más ridículo comportamiento, le valieron la desconfianza de los compañeros de comisaría, que no dudaron en darle la espalda ante tales conductas. Para la acusación no existían dudas, Nylon Brown había perdido el juicio y, tras no poder dar con el paradero de Dexter Willet, sucumbió a la misma fiebre que tanto daño causó al misterioso heredero. En su trastorno creyó reales unos fantasiosos manuscritos y coqueteó con algún tipo de ciencia oculta que le hizo perder el contacto con la realidad. La gota que colmó el vaso, fue la denuncia de los bomberos la noche en que la opulenta residencia del señor Willet quedó reducida a cenizas. El impasible comisario, gozoso frente a las llamas, farfullaba frases incoherentes y parecía congratularse al haber culminado lo que el evaporado Dexter Willet no pudo o no quiso. Tras el incidente, como si supiera lo que iba a pasar, no opuso resistencia cuando lo detuvieron para después encerrarlo. De sus declaraciones en los sucesivos interrogatorios no se pudo extraer ninguna causa o razón coherente, ya que se limitó a asegurar que había hecho lo que tenía que hacer, pues ahora estaba sellada para siempre la puerta a un abismo que los no iniciados no podían comprender. Aseveró que había destruido las herramientas y que, con el saber, que solo él poseía, moriría la forma de cruzar a esa dimensión o existencia de pesadilla.



martes, 22 de diciembre de 2020

El Asesinato de Santa Claus

Phyllis Dorothy James nació en Oxford, Inglaterra, en 1920. Estudió en la British School de Ludlow y en la Cambridge High School para mujeres.

Abandonó la escuela a los 16 años para empezar a trabajar, su familia no tenía mucho dinero y su padre, un inspector de hacienda, no creía que una mujer necesitara una educación superior.

Trabajó en hacienda durante 3 años y como asistente de un director de teatro después. En 1941 se casó con Ernest Connor Bantry White, un doctor del ejército con quien tendría dos hijas. Su marido volvió de la guerra con una enfermedad mental que le impedía ejercer y James tuvo que mantener la familia hasta la muerte de Ernest en 1964. James estudió administración para hospitales y entre 1949 y 1968 trabajó para el National Health Service en un hospital de Londres.

En 1968 aprobó un examen del British Civil Service. Entre 1972 y 1979 trabajó para el Criminal Law Department del Home Office en Londres. Y entre 1988 y 1993 en la dirección de la BBC y en la presidencia del Literature Advisory Panel en el Arts Council de Inglaterra.

Comenzó a escribir con treinta y muchos años y su novela "Cubridle el rostro" fue publicada en 1962 por el primer editor al que la envió.

En 1983 obtuvo la Orden del Imperio Británico Order of the British Empire (OBE) y recibió el título de Baronesa James de Holland Park en 1991.

Era anglicana y pertenecía al partido conservador. Vivió entre Londres y Oxford.

Falleció en Oxford el 27 de noviembre de 2014.



lunes, 21 de diciembre de 2020

Phyllis Dorothy James

Phyllis Dorothy James, OBE, conocida como P. D. James (Oxford, 3 de agosto de 1920 - ibídem, 27 de noviembre de 2014)​ fue una escritora británica de novelas policíacas. Estudió en Cambridge. Trabajó como administradora en la Seguridad Social de 1949 a 1968, y después como funcionaria pública del ministerio del Interior de 1968 a 1979. Empezó a escribir relativamente tarde y publicó su primera obra, Cubridle el rostro, en 1963; en ella aparece por primera vez el policía Adam Dalgliesh, su personaje más famoso.

Las obras más conocidas de P.D. James pertenecen al género de la novela policíaca, y están protagonizadas por el inspector Adam Dalgliesh: Un impulso criminal (1963), Muertes poco naturales (1967), Mortaja para un ruiseñor (1971), Muerte de un forense (1977) e Intrigas y deseos (1989).

La popularidad de la autora, así como la de su detective, crecieron con la adaptación de varias de sus obras en una famosa serie de televisión y con otros títulos como La torre negra (1975), Sangre inocente (1980) o Sabor a muerte (1986). También creó el personaje de Cordelia Gray, investigadora privada que aparece en las novelas: No apto para mujeres (1972) y La calavera bajo la piel (1982).

Su obra The Children of Men (1992), la primera de sus obras que no pertenece al género detectivesco, es una novela futurista ambientada en un mundo carente de niños, no fue tan bien recibida como sus anteriores títulos pero en 2006 tuvo una elogiada adaptación cinematográfica de título homónimo: Children of Men, con dos nominaciones a los premios Óscar, a cargo del realizador mexicano Alfonso Cuarón.

En 1994 volvió al género con El pecado original, otro misterio para el inspector Adam Dalgliesh. En 1999 salió a la luz su libro de memorias La hora de la verdad: un año de mi vida. Recientemente ha publicado El faro, Muerte en la clínica privada (2008) y La muerte llega a Pemberley (2011).


viernes, 18 de diciembre de 2020

Roquete del Copete


"Roquete del Copete"

    Charles Perrault


Cierta reina tuvo un hijo tan feo que durante mucho tiempo dudose si había algo de humano en su forma. Una Hada que estaba presente cuando nació, aseguró que sería amable porque tendría mucho talento, añadiendo que en virtud del don que acababa de hacerle podría dotar de cuanto ingenio quisiera a la persona a quien más amara.

Esto consoló un poco a la pobre reina, muy afligida por ser madre de un niño tan horroroso. En cuanto comenzó a hablar dijo cosas muy agradables, y tanta era su gracia en todo que no había quien no deseara oírle y verle. Olvidé consignar que nació con un mechoncito en la cabeza, a lo que se debió que se le conociera por Roquete del Copete, porque Roquete era el nombre de la familia.

Al cabo de siete u ocho años, la reina de un país vecino tuvo dos hijas gemelas. La que nació primero era más hermosa que el lucero, y tanta fue la alegría de la reina que se temió que enfermara de gozo. La misma Hada que había asistido al nacimiento de Roquete del Copete asistió al de la princesa, y para moderar el júbilo a la madre le dijo que la princesa no tendría talento y sería tan estúpida como bella. Esto mortificó mucho a la reina, pero poco después aumentó su pena porque la segunda hija que vino al mundo era por todo extremo fea.

—No os aflijáis, —le dijo la Hada,— pues vuestra hija tendrá otras cualidades, ya que le falta la belleza; y tanto será su talento que nadie advertirá que no sea hermosa.

—Dios lo quiera, —contestó la reina.— Pero, decidme, ¿no habría medio de que tuviese algo de talento la mayor, que es tan bella?

—Nada puedo hacer por ella, por lo que al talento se refiere, contestó la Hada, pero todo me es posible respecto a la belleza; y como estoy dispuesta a todo por complaceros, le concedo el don de poder transformar en un ser hermoso a la persona a quien quiera hacer tal gracia.



La Caja de Música

La Caja de Música

Un cuento navideño de amor a través del tiempo

Por Andrés González-Barba


I

Esa tarde del 18 de diciembre hacía mucho frío y el cielo estaba completamente desnudo de nubes, pero, por una extraña razón, no nevaba como solía suceder por aquella época. Los transeúntes iban de un lugar a otro cual estrellas fugaces. En medio de una avenida, Sergio caminaba embutido en sus pensamientos. Tenía varios encargos que hacer; sin embargo, no quería pasar por alto un regalo para el día de Nochebuena. Necesitaba encontrar algo único para una persona especial, su tía Esther. Desde que era pequeño existía entre ambos un nexo muy fuerte de unión. Por eso ansiaba dar con un presente que la animara, pues en los últimos tiempos esta parecía más triste de lo normal. Tal vez el hecho de que faltara poco para las fiestas navideñas avivase el carácter melancólico de una mujer que se hallaba siempre rodeada de una aureola misteriosa.

Quizás fuese el destino o cualquier otra razón, el caso es que el joven acabó en un comercio del centro que no había visitado nunca pero que le atrajo mucho. Se trataba de una tienda de antigüedades cuyo escaparate despertaba ya de por sí la atención de cualquiera que tuviera un mínimo de sensibilidad. Detrás de aquel cristal lleno de vaho y sueños se podían contemplar esculturas y cuadros muy hermosos. El chico se quedó embelesado durante unos minutos ante tantas maravillas. Al final decidió entrar sin saber muy bien qué era lo que iba buscando exactamente. Allí había para todos los gustos, desde alfombras decimonónicas a relojes de pared estilo Luis XIV, además de miniaturas, retratos de elegantes damas y hasta unas figuritas napolitanas que hubieran encandilado a cualquier amante de los nacimientos. El muchacho no sabía dónde mirar y se hubiera llevado varias cosas, aunque tampoco contaba con un presupuesto demasiado alto como para hacer florituras. 




lunes, 14 de diciembre de 2020

El Beso Encantado

        Las historias de O. Henry con frecuencia tienen un final sorpresa. En su día, fue llamado la respuesta estadounidense a Guy de Maupassant. Ambos autores escribieron finales inesperados de la trama, pero las historias de O. Henry eran mucho más traviesas. Sus historias también son conocidas por su narración ingeniosa.

La mayoría de las historias de O. Henry son ambientadas en su propio tiempo, a principios del siglo 20. Muchas tienen lugar en la ciudad de Nueva York y tratan, en su mayor parte, de gente común: empleados, policías, camareras.

El más prolífico período de escritura de Porter se inició en 1902, cuando se mudó a Nueva York para estar cerca de sus editores. Mientras estuvo allí, escribió 381 cuentos. Él escribió una historia a la semana durante más de un año para la revista del, New York World Sunday Magazine.

La obra de O. Henry es muy amplia, y sus personajes se pueden hallar vagando por las tierras de ganado de Texas, explorando el arte de un estafador, o investigando de las tensiones de clase y riqueza de fin de siglo en Nueva York. O. Henry tenía una mano inimitable para aislar algún elemento de la sociedad y describirlo con una increíble economía y gracia del lenguaje.

Coles y Reyes fue su primera colección de cuentos, seguido de, Los Cuatro Millones. La segunda colección se abre con una referencia a la afirmación del juez neoyorquino, Ward McAllister,  quien dijo que solo había cuatrocientos  personas en Nueva York que valia la pena destacar. Pero un hombre más sabio ha surgido (el empleado del censo) y su estimación grande de interés humano se ha preferido para marcar estas pequeñas historias de “Los Cuatro millones.” Para O. Henry, cada uno en Nueva York, contó.

O. Henry tenía un afecto evidente hacia la ciudad de Nueva York, la que calificó de “La Bagdad en el Metro,” y muchas de sus historias se desarrollan allí, mientras que otras se ubican en pequeñas ciudades, o en otras ciudades.


domingo, 13 de diciembre de 2020

Pellejo de Asno

"Pellejo de Asno"

Charles Perrault


Erase un rey, el más poderoso de la tierra, tan amable en la paz como terrible en la guerra. Sus vecinos le respetaban y temían y reinaba la mayor tranquilidad en sus Estados, cuya prosperidad nada dejaba que desear, pues con las virtudes de los ciudadanos brillaban las artes, la industria, y el comercio. Su esposa era tan cariñosa y encantadora y tantos atractivos tenía su ingenio, que si el rey era dichoso como soberano, más lo era como marido. Tenían una hija, y como era muy virtuosa y linda, se consolaban de no haber tenido más hijos.

El palacio era muy vasto y magnífico. En todas partes había cortesanos y criados. Las cuadras estaban llenas de arrogantes caballos y de bonitas jacas cubiertas de hermosos caparazones de oro y bordados; y por cierto no eran los caballos los que atraían las miradas de los que visitaban aquel sitio, sino un señor asno, que en el punto mejor y más vistoso de la cuadra erguía con arrogancia sus largas orejas. Bien merecía la referencia, pues tenía el privilegio de que lo que comía saliese transformado en relucientes escudos de oro, que eran recogidos todas las mañanas al desertar el asno.

Turbó la felicidad de los regios esposos una aguda enfermedad sufrida por la reina, que se fue agravando a pesar de haberse acudido a todos los auxilios de la ciencia y de haber llamado todos a los médicos. Comprendió la enferma que se aproximaba su última hora, y dijo al rey:

—Antes de morir quiero hacerte una súplica. Si cuando haya dejado de existir quieres volver casarte...

—¡Jamás! ¡Jamás! —exclamó el rey sollozando.

—Tal es tu propósito en este instante y me lo hace creer el amor que siempre te he inspirado; pero para que la seguridad sea mayor, quiero me jures que no has de volver a casarte a menos de hallar una mujer que me supere en belleza y en prudencia, la única a quien podrás hacer tu esposa.



jueves, 10 de diciembre de 2020

El Cuadripléjico

 

  "El Cuadripléjico"

Laura Hernandarias


         

  “Y entonces salió… salió, y ante aquella visión di media vuelta y huí”.

                                                                                                                                    H.P. Lovecraft.


Una noche de invierno, y al calor de las llamas, se encontraban varios amigos reunidos con motivo del aniversario matrimonial de los dueños de la casa. Largo tiempo había pasado. Después del postre, y en la remesa, surgió el inevitable tema.  El matrimonio era Juan y Natalia y los amigos invitados consistían en otra pareja: Cristian y Fernanda; un odontólogo, primo de Natalia, Hernán; y una amiga de la infancia de Juan, Rocío.

Sin siquiera imaginarlo, fue Natalia quien sacó a relucir el tema, que todos (incluso su marido) ignoraban.

-Rocío, estoy tan pero tan feliz de tenerte acá después de tantos años, que no encuentro palabras para explicarte…

- Al contrario, Naty. Yo estoy más feliz. Nunca dejé de pensar en ustedes… ni en el difunto hermano de Juán, el amor de mi vida.

Juán, que en esos seis años había oído muchas versiones no pudo menos que preguntar.

- Dijeron que te habías ido del país, destrozada por la muerte de Guille… pero hubieron muchos que aseguraban que habías quedado tan deprimida que… bueno… te internaron en un neurops…

-Comprendo tu intriga, todo es muy fuerte de tratar.

- No te preocupes, podemos hablar de todo esto en otra ocasión -decía Naty- ahora que reapareciste no te queremos perder de nuevo.

-Lo único que me queda pendiente para acabar con todo esto es contarles todo desde el principio y cerrar ese capítulo de mi vida de una vez por todas, aunque corro el riesgo de que realmente me tomen por loca.

-Con todo respeto -comenzó Hernán- si todos estos años hubo muchas conjeturas sobre tu paradero, sería buena idea contarlo todo ya.

-Nunca se lo conté a nadie… aparte de los psiquiatras…

Rocío tomo un trago de vino, como para darse ánimo, y comenzó:


martes, 8 de diciembre de 2020

Los Deseos Ridículos


   "Los Deseos Ridículos"

     Charles Perrault


        Erase un pobre leñador, tan cansado de su vida que, según se cuenta, tenía de morirse deseos, porque en ningún de los agradables que había alimentado se vio complacido. Cierto día fuese al bosque, y como era en él costumbre, comenzó a quejarse de su suerte, cuando se le apareció Júpiter con el rayo en la mano. Grande fue el espanto del leñador, quien arrojándose al suelo, murmuró:

—Nada quiero; nada deseo.

—No temas, —le dijo Júpiter.— Tantas son tus quejas que quiero convencerte de su falta de fundamento. No olvides mis palabras: verás realizados tus tres primeros deseos, sea lo que fuere lo que desees. Elige lo que pueda hacerte dichoso y dejarte completamente satisfecho, y como tu felicidad de ti depende, reflexiona bien antes de formular tus deseos.

Pronunciadas estas palabras, Júpiter desapareció; y el leñador, loco de contento, cargose la hacina, que no le pareció pesada, y dándole alas la alegría, volvió a su casa, diciéndose mientras tanto:

—He de reflexionar mucho antes de tener un deseo. El caso es importante y quiero tomar consejo de mi mujer.

Saltando entró en su cabaña gritando: —Mujercita mía, enciende una buena lumbre y prepara abundante cena pues somos ricos, pero muy ricos; y tanta es nuestra dicha que todos nuestros deseos se verán realizados.

Al oír estas palabras, la leñadora comenzó a hacer castillos en el aire, pero luego dijo a su marido:

—Cuidado con que nuestra impaciencia nos perjudique. Procedamos con calma y después de pensarlo bien, consultándolo antes con la almohada, que es buena consejera.

—Lo mismo opino; pero no perdamos la cena y tráete vino.

Cenaron, bebieron, y sentándose luego al amor de la lumbre, el leñador exclamó, apoyándose con fuerza en el respaldo de su silla:

—¡Ajajá! Con este fuego nos hace falta una vara de salchicha. ¡Cuánto gustaría tenerla al alcance de mi mano!


sábado, 5 de diciembre de 2020

Las Hadas

 

    "Las Hadas"

Charles Perrault


   Cierta viuda tenía dos hijas; la mayor tanto se la asemejaba en el carácter y el rostro, que quien la veía, a su madre miraba; y una y otra eran tan poco amables y tan orgullosas, que no había manera de vivir con ellas. La menor era el exacto retrato de su padre por su dulzura y honestidad, y cuantos la conocían afirmaban que era joven hermosísima de alma y de cuerpo. Como cada cual ama a su semejante, con delirio quería la madre a la mayor y era grande su aversión por la otra, a quien obligaba a comer en la cocina, condenándola a un trabajo incesante. Veíase obligada la pobre criatura a ir dos veces al día en busca de agua a un punto que distaba más de media legua de la casa, regresando con una enorme jarra llena. Un día que estaba en la fuente, acercósela una pobre mujer y rogole la diese de beber.

—Con mucho gusto, mi buena madre, le contestó la hermosa joven; levantando la jarra llenola de agua en el sitio de la fuente donde más cristalina era, y luego la sostuvo presentándola a la vieja para que bebiera con toda comodidad.

Una vez hubo apagado su sed la pobre mujer, le dijo:

—Eres tan bella, tan hermosa y tan honesta que quiero hacerte un don: a cada palabra que dirás saldrá de tu boca una flor o una piedra preciosa.

 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Un Escudo de Esmaltes

 

"Un Escudo de Esmaltes"

    (Leyenda sevillana)

  Antonio Puente Mayor


        La víspera de nuestro viaje decidí acercarme hasta el corazón de la villa para adquirir algunos regalos para mis sobrinos. La recién transformada Puerta del Sol bullía como de costumbre, y a las hordas de transeúntes cubiertos de seda y fieltro se unía el incesante tráfico de carruajes, diligencias y sillas de postas, conformando un maremágnum de caos y ruido que aún me costaba asimilar. Pese a todo, logré dirigir mis pasos hacia la esquina de la calle Mayor, donde las paredes de Casa Cordero lucían repletas de género; desde bisutería y quincalla a lámparas y útiles de caza. No en vano sus covachuelas, instaladas por un leonés en el solar del desaparecido convento de San Felipe el Real, llevaban décadas dedicadas al comercio. Aunque si por algo destacaba el bazar era por los juguetes, a los que debía su fama en justa competencia con la fonda ubicada en la planta superior. Sabedor de que aquel periplo me obligaba a un importante dispendio, opté por obsequios sencillos: una pelota para Alfredo y una muñeca de trapo para Julia. Al fin y al cabo mi ahijada no superaba los tres años de edad y difícilmente sabría apreciar un presente más lujoso. 

     Valeriano nos recibió con cálido afecto, y mientras me abrazaba noté un ligero temblor en sus mejillas, algo que achaqué a la emoción del encuentro y al largo tiempo sin vernos. Apenas nos hubimos aseado y tomado el almuerzo, Casta se retiró a descansar con nuestro pequeño, a quien las incomodidades del viaje habían mudado el ánimo. Aprovechando su ausencia y el hecho de que mis parientes acostumbrasen a dormir la siesta, propuse a mi hermano visitar la catedral, aún engalanada con motivo del Corpus. Este aceptó de inmediato y, sin más demora, nos encaminamos hacia la calle Génova, persuadidos de que aquella excursión nos depararía alguna sorpresa.  


domingo, 29 de noviembre de 2020

Estrella de Plata

Estrella de Plata es uno de los 56 relatos cortos sobre Sherlock Holmes escrito por Arthur Conan Doyle. Fue publicado originalmente en The Strand Magazine y posteriormente recogido en la colección Memorias de Sherlock Holmes. Es una de las historias más conocidas de Holmes.

Así pues nos encontramos con Holmes y su querido Watson camino de resolver el enigma de la desaparición de "Silver Blaze" y del asesinato de John Straker, su preparador. Durante el viaje, los dos amigos se ponen al día y, de paso, informan al lector sobre los acontecimientos previos. "Silver Blaze" pertenece al coronel Ross, propietario de las famosas cuadras de King's Pyland, donde John Straker, al parecer un hombre de honestidad probada, trabaja como preparador. A dos millas de allí se encuentran las cuadras de Capleton, de Lord Backwater, amigo de Lord St. Simón y uno de los invitados a su boda en El aristócrata solterón. Backwater es propietario de "Desborough", el gran rival de "Silver Blaze" en la Copa Wessex. Como presunto culpable es detenido un corredor de apuestas llamado Fitzroy Simpson.

Por tanto, la desaparición de uno de los caballos de carreras más famosos de Inglaterra y el asesinato de su preparador pueden conmocionar a un país con semejante tradición hípica. "Silver Blaze" ("Estrella de Plata") es el nombre del caballo desaparecido, y el relato comienza cuando Sherlock Holmes y el doctor Watson deciden atender la petición del inspector Gregory de Scotland Yard. Holmes define a Gregory como "extraordinariamente competente", pero añade: "si tuviera imaginación, llegaría a grandes alturas en su profesión".

Las carreras de caballos siempre han tenido en el Reino Unido un significado muy especial. Más que un deporte y motivo de apuestas, son un acontecimiento social. Las grandes carreras, como las de Ascot o Epson, mueven a la flor y nata de la sociedad, y miles y miles de personas dedican la jornada entera a participar en algo parecido a una peregrinación o romería.

Holmes da una rápida y sorprendente solución al caso logrando la devolución de "Silver Blaze" y esclarece la muerte de John Straker, víctima de su propio complot. En la carrera, Doyle hace un nuevo guiño al lector, ya que "Iris", uno de los caballos, es propiedad del duque de Balmoral, padre de Lord St. Simón (El aristócrata solterón).


miércoles, 25 de noviembre de 2020

La Segunda Oportunidad

 

"La Segunda Oportunidad"

            Kesvan Burdik 

         (Trilogía 3ª Parte)



Roberto


Roberto permanecía sentado ante su mesa mientras observaba distraído las fotos que se sucedían una tras otra en la pantalla del ordenador. Eran imágenes de las distintas viviendas que tenía en ese momento en cartera, tanto a la venta como en alquiler. Sonia, la administrativa que trabajaba para él estaba en el despacho contiguo. Pasaba la tarde realizando tareas burocráticas carentes de urgencia mientras lo miraba de cuando en cuando, para ver si se decidía a que cerrasen y poder marcharse. Este era uno de los privilegios de ser el jefe, dictaminar la hora a la que podía irse a casa.

Su empleada era una hermosa treintañera que con seguridad se había echo a la idea de que al ser Nochebuena disfrutaría de un día libre. Debía haber pensado que por haberse acostado con él iba a gozar de ciertas ventajas, lo que era un craso error.

Así que se había visto sorprendida al verse obligada a ir a trabajar a pesar de que no se esperaba ninguna actividad durante el día. Como era de esperar la mayoría de la gente tenía mejores cosas que hacer en esas fechas que ir a visitar casas.

Roberto podría haberse permitido cerrar, pero le había resultado divertida la idea de sorprender a Sonia haciéndola trabajar en esa fecha. No es que quisiera ensañarse con ella, pues albergaba en su cabeza futuros encuentros en los que lo pasarían muy bien juntos.

Sin embargo no entraba en su cabeza que tras convertirse en su amante quisiese celebrar la Nochebuena al lado de su marido. Roberto era un hombre al que le gustaba aprovecharse de la gente siempre que podía, aunque no se consideraba un hipócrita. Así que a pesar de haber quedado esa tarde con una chica que días atrás había llegado hasta su agencia en busca de ayuda, se obligó a sí mismo a permanecer en el trabajo hasta media tarde. Era una manera con la que castigar a la zorra que trabajaba para él. Además, si carecías de disciplina para ti, no la podías imponer a los demás. Con lo que sin nada que hacer más que dejar pasar el tiempo, se repantigó en su silla y se adormeció, pensando en lo bien que iba su negocio. El año dos mil diecinueve estaba a punto de finalizar y con él un ejercicio de gran recuperación en el sector inmobiliario del que él se había logrado aprovechar.


martes, 17 de noviembre de 2020

Una Luz entre las Sombras

 

"Una Luz Entre las Sombras"

           Kesvan Burdik

        (Trilogía 2ª Parte)


    Laura era una muchacha que a sus quince años solía involucrarse en todo tipo de líos, por lo que a menudo la expulsaban del instituto. Este comportamiento era llamativo, sobre todo porque hasta el año anterior había sido una alumna ejemplar. Pero de aquella época parecía distar una eternidad, todo había cambiado, ya que ahora se sentía sumida en el infierno. Su vida transcurría en un averno en el que no existían los demonios, si no algo mucho peor, pues vivía con su tío, a quien odiaba tanto que moriría dichosa si lo viese agonizar primero. Sin embargo, mientras volvía tras terminar las clases con un nuevo parte de expulsión en el bolsillo en quien pensaba era en Ana, su madre. Ella se había convertido en el obstáculo que impedía su fuga y que por lo tanto pudiese volver a vivir. Cuando llegó al chalet de su tío atravesó el hermoso y cuidado jardín del que por supuesto se encargaba un jardinero. Se podía permitir muchos lujos, ya que había medrado en la política y esta le reportaba pingües beneficios debido a su posición. 

    La muchacha albergaba la esperanza de que esa tarde estuviese en alguno de sus múltiples compromisos sociales y evitar así al menos por unas horas tener que soportar su presencia, pero casi de inmediato descubrió su flamante BMW aparcado en el garaje. Decepcionada se deslizó con sigilo en el interior de la vivienda y fue hasta su habitación, intentando pasar desapercibida. Cerró la puerta detrás de sí, aunque al no tener cerradura temía que su tío entrara en cualquier momento. Era algo que a él le encantaba hacer, ir a verla para torturarla con sus palabras y miradas. «Casi me gustaría que cuando acuda de nuevo se decida a tocarme de una vez por todas, así tendré en mi cuerpo la prueba que me saque de aquí» pensó. Se tumbó en la cama y cerró los ojos. No quería ver nada y menos aún el escaso mobiliario que había en su habitación. Solo disponía de un pequeño colchón asentado sobre un somier de muelles y de un viejo armario de una puerta donde guardaba tanto su ropa, como el resto de sus escasas posesiones. Vivía en la casa de un rico sumida en la pobreza, aunque esto era algo que no le importaba en absoluto. No obstante existía un elemento esperanzador en aquel cuarto, la vista desde la ventana. Le gustaba mirar a través de ella. Cuando lo hacía, al otro lado del cristal observaba la larga calle que se extendía ante la casa y como terminaba al llegar a una vía férrea. 

    En cierta ocasión, meses atrás, después de haber salido del instituto había caminado hasta allí y la siguió andando junto a los raíles hasta llegar a un apeadero que distaba un par de kilómetros. Tras descubrirlo había ideado un sencillo plan para escapar de su prisión. Consistía en subirse a un tren cualquiera llevándose consigo dinero suficiente para subsistir una temporada. No tenía ni idea de a qué ciudad ir ni qué haría una vez que estuviese sola, pero de momento no era más que un loco plan sin una gran elaboración tras él. Mientras su madre viviese, estas ideas eran un ejercicio con el que mantener su cerebro ocupado. De pronto tuvo un mal presentimiento y a pesar del riesgo de que su tío pudiese entrar en cualquier momento y descubrirla se levantó de la cama. Intentando hacer el mínimo ruido posible se acercó al armario y deslizó sus dedos por el pequeño espacio que quedaba entre su base y el suelo hasta tocar un sobre. Lo acarició un instante y aliviada al comprobar que seguía allí, retiró la mano, dentro guardaba mil euros. Después se apoyó en el alfeizar de la ventana y mientras su mirada vagaba observando la calle sin prestar atención a nada en concreto se sumió en los más profundos recovecos de su cerebro, recordando como había llegado a este infierno. 

    

lunes, 9 de noviembre de 2020

Mamá, tú eres mi Regalo

 "Mamá, tú eres mi Regalo"

           Kesvan Burdik 

        (Trilogía 1ª Parte)


La luz del sol atravesaba el cristal de la vieja ventana acariciando con languidez las desnudas paredes del pequeño apartamento. La tarde avanzaba con lentitud, pero de forma inexorable. Era Nochebuena y mientras en la mayoría de hogares las familias se reunían y comenzaban los preparativos de la cena, María, se preparaba en cambio para salir de casa, debiendo dejar en ella sola por unas horas, a su pequeña hija Laura.

Ambas vivían en un cuchitril de mala muerte. Apenas treinta metros cuadrados a los que ella llamaba con sarcasmo “El Loft”, pues aparte del aseo solo contaba con otra habitación, que les servía de comedor, cocina y dormitorio. Sin luz eléctrica, ya que se la habían cortado meses atrás y sin apenas muebles, El Loft era en realidad poco más que una chabola.

Sin embargo, para María que había soportado durante años la existencia junto al padre de su hija, este era su hogar. Aunque en ese momento, inmóvil junto a la puerta debía abandonarlo. Solo iba a ser por unas horas, se decía a sí misma, convenciéndose de que esta era la única alternativa que tenía.

La mujer era consciente de que su plan quizá no fuese el más apropiado y que podía tratarse del fruto de la desesperación. Resultaba irónico, ya que hasta ese momento le había parecido la mejor opción posible dadas las circunstancias. En cambio ahora sentía una profunda inquietud ante la perspectiva de dejar a su hija que apenas contaba con siete años sola en casa.

Laura, ajena a los pensamientos de su madre, permanecía sentada en el suelo del comedor. Su rostro se veía iluminado por las titilantes llamas de varias velas que María había encendido unos minutos antes. Con el tenue resplandor que desprendían dotaban al apartamento de una falsa sensación de calidez. Sin embargo la niña permanecía ajena al frío y sonreía mientras se afanaba en crear adornos para el Árbol de Navidad. Un abeto que unos días antes se habían encontrado. Alguien lo había abandonado junto a un aparatoso reloj de mesa en la calle y se lo llevaron con ellas.

lunes, 2 de noviembre de 2020

El Concilio Mayor


Jull Antonio Casas Romero


Hacía mucho tiempo que no visitaba a la familia, 10 años desde que murió el Abuelo. Era muy joven y de ese entonces, solo recuerdo la extraña experiencia que tuve al acercarme a su féretro y no ver nada en el interior. Lo comente inmediatamente con algunos parientes que estaban cerca, en aquella triste sala, pero todos decían que debía de estar perturbado, porque ellos si lo veían, dormido, inmóvil, enfundado en el traje que siempre llevaba en los días de fiesta.

Hoy llamaron de madrugada, había muerto la Abuela, invocaban mi presencia para presentar los respetos correspondientes en este trance familiar, no pude negarme, no lo hubiera hecho tampoco, estos sucesos son ineludibles para nuestra familia, algo así como los únicos eventos donde vemos como mermamos o aumentamos y que estadística es la más relevante después del tiempo que estamos sin vernos; Al entrar al salón del velatorio, encontré todo exactamente igual como lo había visto hace diez años, la familia estaba reunida en silencio, algunos con los rostros cansados tras llegar de muy lejos, trate de pasar el tiempo mientras saludaba a cada uno de los reunidos, evitaba acercarme al ataúd, pero fue inevitable al final, pues mi hijo menor que me acompañaba, con la inocencia de su edad me empujaba para ver a la Abuela que no conocía.

Me agache sobre el ataúd y ella no estaba, pregunte a mi pequeño si el la veía, él me dijo que si podía verla y que ahora podía contar a sus compañeros del colegio que tenía una abuela muy hermosa.

domingo, 25 de octubre de 2020

La Coca-Cola, la Pepsi y la Privacidad de los Animales


Marcelo Brignole


     “National Geo voyeuristas”, “Discovery Channel, go home”, “El primer traidor fue Darwin, ¡no lo olvidemos!”, “Walt Disney, chupasangre”, eran algunas de las leyendas que podían leerse en las enormes banderas que colgaban de los árboles. La noche era clara y la luna iluminaba  sin vergüenza aquel paraje ubicado en un lugar impreciso  entre el bosque y la selva. Los delegados de cada especie  fueron llegando de a poco, por lo que la segunda asamblea extraordinaria del mundo animal empezó media hora después de lo previsto: cada representante tuvo que sortear retenes y extremar medidas de seguridad con el fin de cerciorarse que nadie los seguía hasta el lugar elegido para la reunión.

El león rugió y el resto de los animales hicieron silencio. Pero cuando el melenudo cuadrúpedo iba a comenzar a hablar, una pequeña lagartija levantó la mano y sin esperar autorización, dijo:

-No estoy de acuerdo que el león presida la reunión. No es porque no lo respete como compañero, nada de eso. Baso mi moción en que si el león es el elegido para regir los destinos de esta asamblea, seguiríamos alimentando la patraña inventada en Disneylandia, que él es el rey de la selva y todas esas estupideces. Todos sabemos que es un compañero más, no sigamos avalando la mentira imperialista, compañeros. Nada más.

Se escucharon algunos tibios aplausos, pero en general reinó la incertidumbre. Hasta que una serpiente enroscada en un árbol, dijo:

-Me parece una cuestión de forma la que plantea la compañera. Supuestamente de esta reunión nadie está enterado, ninguno de los que han invadido nuestro mundo sabe que estamos acá. Entonces dejemos que el león presida; aparte es el que tiene voz más potente.

domingo, 18 de octubre de 2020

El Mal

 "El Mal"

David Sánchez-Valverde Montero


      Moviendo sus manitas cuando ni siquiera sabía que era él quien las movía, devorando el mundo, dejándose vivir, rodeado de almohadones tumbado en nuestra cama de matrimonio. Sus pasos mínimos sobre el parquet del pasillo: se asoma por el hueco de la puerta de la cocina para descubrir qué estamos cenando, por puro impulso de curiosidad insaciable, la línea de sus ojos diáfanos apenas supera la altura de la mesa, sus pequeños dedos a los lados de la cabecita. Una carcajada infinita, la alegría sin aristas de un alma infantil, mucho más disponible para la vida que mi alma adulta. 

Ahora es un niño mayor, su rostro de bebé se ha difuminado. Lo veo jugando en el parque, libre, confiado, su cuerpo no pesa en medio del verano eterno que todos atesoramos en el recuerdo. Después casi un adolescente, y en su cara, en sus gestos, comienza a atisbarse el adulto que será. Ya no se ríe tan a menudo. Se coloca orgulloso a mi lado, casi me ha alcanzado, sonríe delante del espejo. Después lo veo desparramado en el sofá, tan grande, tan largo e inabarcable que cuesta creerlo, ya no me cabe en un abrazo: ¿dónde duermen aquellos minúsculos pies de terciopelo? 

Veintisiete años; su último cumpleaños. Un hombre desde hace tiempo. Qué pocas veces le dije que lo quería, qué pocas veces lo abracé. Cuánto daría por escuchar su voz al otro lado del teléfono, aunque fuera como casi siempre para no decir nada, porque no era necesario, porque él ya lo sabía. Pero hoy si pudiera, una última vez, sí se lo diría, aunque no hiciera falta, aunque él ya lo supiese.


viernes, 16 de octubre de 2020

Cómo se Hace Cuentos y Relatos Podcast

      Hace ya casi 3 años que se publicó el primer audio del canal de Ivoox dedicado a la literatura: La Nebulosa Ecléctica. Desde entonces han sido ya más de trescientas historias de autores y géneros variados que se han dado cita en el podcast "Cuentos y Relatos", "Cuentos Inolvidables" y "El Club del Relato" respectivamente. El mundo del audio-relato y del podcast en general surgió ante mi hace ya unos cuantos años, allá por el año 2002 escuché el primer archivo de sonido en formato podcast (un palabro hasta entonces desconocido) publicado en la que fue por aquel entonces la plataforma pionera en este maravilloso mundillo: Ivoox.

    Como digo, pasaron ya muchos años desde aquella primera experiencia y desde entonces no he dejado de consumir audio-programas enlatados con la aparición de los primeros reproductores de mp3 que te brindaban la posibilidad de "llevártelos puestos", ya que aún los teléfonos móviles de la época no eran estos fantásticos aparatos multimedia de los que ahora todos disfrutamos y a día de hoy se han convertido en una seña de identidad indispensable para nuestra vida cotidiana.

    Nunca he sido fan incondicional de ningún género literario concreto así como tampoco me he decantado por un autor, de ahí el término "ecléctico" que reza en el título del canal. Ciertamente me gustaba casi todo. He de reconocer que siempre me ha atraído lo fantástico y el misterio, pero sin hacer de ello algo temático y repartiendo mis gustos e inquietudes entre el resto de ofertas literarias. El origen del podcast "Cuentos y Relatos" tiene su génesis en lo que en un principio fue el blog "La Nebulosa Ecléctica" que iba a estar dedicado a música y literatura, una especie de magazine que un buen día decidí abrir a la par que hacía mis pinitos grabando relatos y cuentos cortos y subiéndolos posteriormente a la nube y de manera muy discreta. Todo ello evidentemente en plan absolutamente amateur, más o menos como ahora pero con menos idea.

    Esta es la historia del nacimiento de un podcast, un espacio abierto y literario donde tienen cabida multitud de géneros y autores y donde el único protagonista de todo esto eres tú, el oyente. Así que sin más dilación, pasemos a repasar un poco los orígenes eclécticos de este a ratos nebuloso y a ratos amable y singular podcast.

    Si estás interesado en este artículo y te apetece acompañarme para enseñarte los entresijos, la sala de máquinas de La Nebulosa Ecléctica, ya sabes, dale a "Seguir Leyendo" y si no, pues gracias de todos modos por tu presencia. ¡Comencemos!

miércoles, 14 de octubre de 2020

El Retrato de Dorian Gray

El retrato de Dorian Gray o El cuadro de Dorian Gray (original en inglés: The Picture of Dorian Gray) es una novela escrita por el autor irlandés Oscar Wilde. Originalmente publicada el 20 de junio de 1890,​ como cuento en Lippincott's Monthly Magazine, una revista mensual literaria estadounidense, Wilde revisaría la obra, haría varias modificaciones y agregaría nuevos capítulos para su publicación posterior como novela, su única obra publicada como novela. La versión modificada fue publicada por Ward Lock & Co en abril de 1891.​ Ward Lock & Co reeditó el libro en 1891 y nuevamente en 1895. Luego, Charles Carrington compró los derechos de la obra y la editó en 1901, 1905 y 1908. En 1908 y 1909, aparece una edición ilustrada por Paul Thiriat, para Brendon & Son, Ltd. En 1913, 1916 y 1918, la novela es editada por Simkin, Marshall, Hamilton, Kent & Co., Ltd., con una nota bibliográfica sobre las ediciones citadas y una advertencia sobre la existencia de ediciones piratas que se caracterizaban por la ausencia del prefacio y por la "mutilación de muchos pasajes".

El retrato de Dorian Gray es considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faustiana, además muestra un pintor con afecto íntimo y directo con el personaje principal.​ El libro causó controversia cuando fue publicado por primera vez; sin embargo, es considerado en la actualidad como «uno de los clásicos modernos de la literatura occidental.»

Basil Hallward es un artista que queda fuertemente impresionado por la belleza estética de un joven llamado Dorian Gray y comienza a admirarlo. Basil pinta un retrato del joven. Charlando en el jardín de Hallward, Dorian conoce a un amigo de Basil y empieza a cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que «lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos». Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando Basil le pintó en el cuadro. Mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de lujuria; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de su alma, donde el retrato llevará la carga de su envejecimiento y sus pecados.








sábado, 10 de octubre de 2020

Cumpleaños

   "Cumpleaños"

Héctor Darío Vico


  Cumplió cuarenta y cinco años pero no los festejó. Su desinterés por la celebración nada tenía que ver con lo que significaba su edad en cuanto a entrar a la madurez y a ese temor generalizado que tienen muchos hombres de enfrentarse con la segunda mitad de su vida, y por lo tanto, estar a las puertas de su decadencia. Esto podría haberlo puesto de mal humor pero, en verdad, nada de eso ocurría. Tampoco la soledad que lo rodeaba. Una vida prácticamente aséptica, con pocas relaciones, solamente las necesarias para su desarrollo profesional y una que otra distracción, tampoco hacían necesario una fiesta para su natalicio. Muy solo y muy poco para festejar, salvo el hecho de estar vivo. Esto último no era un dato menor. En realidad la decisión de dejar pasar su cumpleaños 45 como si nunca hubiera ocurrido la había tomado mucho tiempo atrás, de cuando visitó la ciudad de Panamá, con tan solo veinte años.

 Aquella excursión había comenzado con entusiasmo y emoción, como cualquier otro viaje de placer al que se le suma un destino exótico sobre el Océano Pacífico en el corazón de América Central. Fue recibido por una ciudad cosmopolita de calles ruidosas, atestadas de gentes de las más diversas etnias, con comercios multicolores colmados de público por obra y gracia del aire acondicionado, y los efluvios de  picantes comidas que los nativos, con ojos suplicantes, ofrecían a los peatones. Todo este paisaje urbano generaba tan extraña amalgama que le fue difícil comprender a primera vista las incongruentes paradojas de un pueblo milenario. Por detrás de  todo el bullicio y el contrasentido de la vida cotidiana, se sumaban los siglos de conquista y dominación, desde el pirata Morgan a la actualidad y, subyacentemente, por debajo de aquella maraña de odios recíprocos y atávica rebeldía resignada, pervivía la cultura indígena de los Caribes con sus mitos y brujos.

 No lo advirtió. Sus primeros días fueron plácidos. Visitó lugares históricos, hizo una que otra excursión. Fue a la vieja ciudad de Panamá y, cuando tuvo un día libre, se dedicó a caminar. Recorrió las calles céntricas una y otra vez hasta que lo sorprendió la noche, hora en que el paisaje de cualquier gran urbe cambia. Las tiendas de suvenires cerraron, las luces de los escaparates se apagaron y en su lugar surgieron las brillantes luces de los restaurantes y las oscuras marquesinas de los bares y cabarets y entonces, la oferta  cambió. 

  Con ojos asombrados comenzó a ver a los chulos que, catálogo en mano, mostraban todo tipo de oferta sexual, desde mujeres a niñas y desde hombres a niños, sin ningún tipo de pudor ni tapujos y, desde luego, sin temor por la policía que, por otra parte patrullaba esas mismas calles. Así fue recorriendo de arriba abajo la Avenida Central y la Calle 50 hasta que, para alejarse de aquel sórdido ambiente de los night clubs tomó una calle lateral y en ese simple acto de torcer a la derecha y no a la izquierda o, tal vez, continuar en la misma dirección, esa sencilla e intrascendente  decisión cambió su vida para siempre.



miércoles, 7 de octubre de 2020

Entrevista en Spanish Rock Shot Radio Podcast

Hace unos días tuve el honor y el placer de participar en el podcast de Manu Rodríguez "Nunca es tarde", en el cual tuvimos una amena y agradable charla sobre "Cuentos y Relatos Podcast" junto con nuestro querido compañero Andrés González-Barba en Spanish Rock Shot Radio. Aquí os comparto el audio de la entrevista y os dejo los enlaces para que disfrutéis de éste y otros estupendos y muy recomendables programas de su emisora. ¡Muchas gracias a tod@s! Un abrazo.

Nunca Es Tarde está hecho pensando en ti, y de ti depende en mucha medida que sigamos creciendo y pa’ lante…

De entrada saludamos a nuestro ‘poeta de guardia’ Miguel Ángel Pozo, y charlamos con él de flamenco, de política…

Luego, nuestro becario Alejandro sigue en prácticas para ofrecernos las noticias más importantes de la semana.

Damos paso al maestro Gómez de Marcos para que nos ofrezca sus secciones ‘Las Tres De Rafa’ y ‘La Peli de la Semana’ pero antes conectamos con Pepo que, desde Sevilla, se encuentra en una protesta para reclamar derechos para las empresas audiovisuales que sufren la precariedad laboral producida por la pandemia.

Andrés González Barba nos trae en esta ocasión a un invitado muy especial, uno de los podcasters con más seguidores de España y el mundo hispanohablante: José María Teruel, ‘Jota’. Con su canal de relatos ‘La Nebulosa Ecléctica’ tiene ya cerca de 42.000 seguidores.

Nunca Es Tarde es un espacio de radio producido, realizado y dirigido por Maanu Rodríguez para Spanish Rock Shot Radio.


Puedes encontranos en:

FACEBOOK https://www.facebook.com/SpanishRockShot/

TWITTER @srsradio

INSTAGRAM https://www.instagram.com/spanishrockshot/

SUBSCRÍBETE a nuestro exclusivo Canal de YOUTUBE https://www.youtube.com/channel/UCa5MHdWA7a_4Ed1-H6m-iIA


lunes, 5 de octubre de 2020

En Memoria de Paulina

Bioy Casares fue el único escritor con el que Borges trabajó en forma conjunta. Los cuentos sobre el Inspector Bustos Domecq  constituyen el único caso de una escritura compartida por Borges. De todos sus contemporáneos, Bioy era al que más respetaba, tal vez porque además de su calidad literaria encontraba en él ciertas afinidades, entre ellas un gusto por lo fantástico, la muerte, el enigma de los espejos, y los mundos paralelos.

Bioy era mucho más mundano que Borges. Poseía también una exquisita erudición, pero su vida fue más rica en experiencias, y su literatura refleja las circunstancias de un escritor que conoció, gracias a su procedencia aristocrática y su singularidad personal, los favores y los placeres de la vida.

“En memoria de Paulina” es una historia de amor de reminiscencias góticas, pero de un amor en el que el objeto amado, desde un principio, muestra sus afinidades con la muerte. El protagonista conoce a Paulina desde la infancia, y ha estado enamorado de ella desde siempre. Paulina representa lo perfecto, la realización de la Idea platónica, la transparencia. Él, en cambio, se experimenta a sí mismo como inacabado, inexperto, apenas el borrador de un proyecto inconcluso. La fraternidad, la identificación, la certeza de ver en ella a un alma gemela, lejos de aproximarla la vuelve por el contrario inalcanzable. Él no puede siquiera declararle su amor, y la imposibilidad en la que su deseo está cautivo se traduce en la fantasía de un matrimonio siempre pospuesto, supuestamente por oposición de los padres de Paulina, aunque no se nos oculta que el joven tampoco se muestra demasiado resuelto.

Entonces, en medio de esa contemplación extasiada y a la vez paralizante, hace su entrada el escritor Julio Montero. La necesaria  economía del cuento nos ahorra los detalles superfluos. No sabemos de dónde ha salido, pero pronto descubriremos que su intrusión en la comunión de almas que el protagonista forma con Paulina tendrá los rasgos inquietantes de una rivalidad mortífera. Una vez que el rival entra en escena, el narrador le regala a Paulina una estatuilla que representa un caballo erguido “sobre sus patas traseras”, y que la joven interpreta de inmediato como símbolo de una pasión. (No olvidemos que cuando niña le hizo saber su gusto por los caballos).

Durante la fiesta organizada para satisfacer la demanda de Montero de conocer a otros escritores, el protagonista percibe que Paulina (a la que por primera vez se la designa como “novia”) habla con su rival. La presencia del tercero aviva una llama y estimula el impulso de atravesar la barrera del pudor: “¡Cómo anhelé decirle que la quería! Tomé la resolución de abandonar esa misma noche mi pueril y absurda vergüenza de hablarle de amor”. Paulina le da un signo, que en cierto modo él logra captar, pero al que decide responder de manera tangencial. Ella pregunta por un verso de Browning en el que un hombre se aleja tanto de una mujer que cuando la encuentra en el cielo no la saluda. Segunda alusión a la identificación entre la dama y la muerte. Paulina, el ser más perfecto, está muerta desde siempre en el deseo del protagonista. Él no corre a su encuentro, no busca rescatarla de esa muerte a la que su adoración la ha condenado, sino que se esconde en la biblioteca para intentar encontrar el verso, escenificando en cierto modo la metáfora del poema que busca. Elige rescatar el verso y posponer una vez más el deseo.

Es muy importante el momento en el que todos los invitados se retiran. Él, Paulina y Montero se quedan solos, hasta que ella decide marcharse. Aunque disimulada en los gestos de la caballerosidad, la tensión de los rivales es máxima. Es entonces cuando el narrador echa en falta el cuarto elemento: el caballito de piedra verde, que ella ha olvidado. Ese objeto, que posee un estatuto claramente simbólico, va a desempeñar una función central en el relato, en la dinámica de los personajes, que dicen mucho casi sin intercambiar palabras. El narrador sigue inmerso en su parálisis, y al cabo de una semana de no ver a Paulina, la reencuentra cambiada. Ella saluda su observación con una frase que más tarde revelará su auténtico significado: “Cómo nos conocemos. No necesito hablar para que sepas lo que siento”. Y aunque estas palabras parezcan reflejar el ideal del amor, anuncian sin embargo todo lo contrario: saberlo todo sobre el otro no es un signo de amor, sino más bien un antídoto al deseo.

Pero él, aferrado a su sordera, se complace en “la entrañable conformidad de nuestras almas”, hasta que por fin se impone lo que no había querido escuchar: Paulina está enamorada del otro. Todo lo que en el narrador había sido un tiempo eterno, con Julio Montero se ha precipitado. No sabemos por qué, pero sorprende el contraste entre ese amor lánguido y prolongado, y este amor súbito del que no disponemos ni un solo dato, como si se hubiese desatado de manera inexplicable.

Lo que más absurdo e incomprensible le resulta al narrador es que “no había una persona más incompatible con Paulina (y conmigo) que Montero”. Sigue convencido de que el amor implica la gemelidad, la igualdad absoluta. No obstante, una terrible duda le asalta de pronto: “¿O me equivocaba? Si Paulina quería a ese hombre, tal vez nunca se había parecido a mí […]. Descubrí que muchas veces yo había entrevisto la espantosa verdad”. La posibilidad de la diferencia le resultaba más espantosa que la evidente pérdida de la mujer a la que había creído amar.  

La tarde del regreso a Buenos Aires, dos años después, Paulina reaparece. También llueve. La lluvia enlaza la escena de la despedida con la del reencuentro. Ella vuelve, retorna como un espectro cuyas palabras están contaminadas por la presencia de Julio, el rival. Está irreconocible en sus dichos, pero al mirarla, el narrador borra esa diferencia y reconstruye la antigua y eterna perfección de la imagen, incluso llega a verla más perfecta que nunca. Aún no sabe que la muerte la ha vuelto sublime. La contempla en el espejo, y eso no es un mero detalle. Contempla y adora su imagen en el espejo, que la vuelve aún más hermosa. Tiempo más tarde, cuando ella ya ha desaparecido para siempre, intenta recrearla en su memoria, y escoge de entre sus recuerdos esa imagen en el espejo. Pero sucede algo extraño, y es que en la belleza del cuadro hay un detalle que descompone y desvanece la figura: el caballito de piedra verde. El caballito desordena el recuerdo, porque enreda el hilo cronológico de la memoria. Y al intentar reproducir nuevamente el recuerdo, surge la angustia. Un nuevo personaje aparece en el espejo: él mismo.

Es magnífico el inesperado desenlace que Bioy Casares le da a su historia. Es un final borgiano por excelencia: la idea de que (como imaginaba Lao-Tse) nuestra vida podría ser la fantasía o el sueño de otro. Me atrevo a dar un paso más, y a considerar a Julio Montero como el sosías del narrador, su doble. Él también es escritor, y encarna el deseo inconsciente, ese lado que el protagonista no se atreve a cruzar. El protagonista está siempre fuera de la escena, a título de observador, adorando a la mujer que está muerta para el deseo. La angustia surge cuando se descubre dentro del espejo, formando parte de la escena. El otro, su doble, consuma el acto que él pospone eternamente. En un ángulo, el caballito como símbolo de la erección del deseo, ese que él solo se atreve a realizar a través de otro.


Fuente:

http://liter-a-tulia.blogspot.com/2014/05/en-memoria-de-paulina-de-bioy-casares_6052.html




sábado, 3 de octubre de 2020

Camino a la Perdición 2: En la Carretera

En su incesante viaje en pos de venganza, Michael O’Sullivan y su hijo devuelven el golpe a la banda de Capone, sin saber que se dirigen en trayectoria de colisión contra los Dos Jacks, los cazarrecompensas más letales de la América de la Gran Depresión. En el camino, el Ángel de la Muerte deberá asaltar en solitario una comisaría de policía de Kansas City, transformar una iglesia de pueblo en un fortín y arriesgar la vida de un amor del pasado para salvar a su hijo de una muerte segura.

Camino a la perdición núm. 2: En la carretera da continuidad a la mítica saga criminal escrita por Max Allan Collins (Batman), quien forma equipo creativo con José Luis García-López (Superman contra el mundo), Steve Lieber (Gotham Central) y Josef Rubinstein para narrar un nuevo capítulo de esta historia de violencia, venganza y redención, adaptada a la gran pantalla por Sam Mendes.

Una obra que se puede disfrutar mucho entendiéndola como lo que es, una profundización del universo creado en la miniserie original. Es muy curioso leer los entresijos editoriales a cargo de Collins en la introducción, alguien que se muestra proveniente de un mundo tan diferente como el de la literatura convencional, y con un ego del tamaño del estado de Illinois, donde transcurre la acción… Y es que Collins está acostumbrado a esas series de novelas donde un relato como este, que cuenta algo anterior o entre otras dos obras es lo más normal del mundo, pero para el lector de cómic se hace un poco raro, porque no estamos hablando de una larga serie regular o de una obra enrevesada y con muchos recovecos. Si se hubiese editado cronológicamente, scamino a la perdicion 2 in duda habría sido mucho más disfrutable, pero solo hay que pensar que si la otra obra funcionaba sin esta parte y no quedaba acelerada ni coja… es fácil entender que es una obra que no aporta gran cosa a la historia general. No obstante, es tremendamente disfrutable para cualquier amante del género negro y para cualquier admirador de la obra de García López y/o Steve Lieber.

Barnum

Phineas Taylor Barnum (5 de julio de 1810 - 7 de abril de 1891) era un empresario y artista circense estadounidense recordado por sus célebres engaños en el mundo del entretenimiento y por fundar el "Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus". Sus éxitos quizá le convirtieron en el primer "show business" millonario. Aunque Barnum era también un autor, editor, filántropo e incluso político, aunque afirmó, «Soy un showman por vocación... y el dinero no me convertirá en nada mejor», y su único objetivo personal fue «llenar sus bolsillos». Barnum es conocido por una frase que se le atribuyó erróneamente «Cada segundo nace un idiota» ("There's a sucker born every minute").

Nació en Bethel, Connecticut, Barnum se convirtió en propietario de un pequeña empresa cuando tenía tan solo 20 años y fundó un periódico semanal, The Herald of Freedom, en Danbury en 1829. Se traslado a Nueva York en 1834 donde inició su carrera en el entretenimiento, primero con un show de variedades titulado "Barnum's Grand Scientific and Musical Theater" y poco después con la adquisición del Scudder's American Museum, que rebautizó con su propio nombre. Barnum usaba el museo como una plataforma para promover numerosos engaños y críptidos, como "Fiji mermaid" y "General Tom Thumb." A partir de 1846, el museo recibía unos 400.000 visitantes al año. En 1850 financió la gira de la cantante sueca Jenny Lind, pagandole la friolera de 1.000$ por noche durante 150 noches

Después de varios reveses económicos debido a malas inversiones en la década de 1850, Barnum comenzó cuatro años de litigios y humillación pública. Se recuperó, comenzando una gira de conferencias -sobre todo a favor del temperance movement - y en 1860 consiguió salir de la deuda y se construyó una mansión, que denominó "Lindencroft". Añadió a su museo el primer acuario de los Estados Unidos y amplió el museo de cera ya existente.


Conquistador

Desde su desembarco en América, Hernán Cortés y su ejército son considerados dioses por el emperador azteca Moctezuma. Hace mucho tiempo que Cortés trabajar más para él y su propio beneficio que para la distante corona española ... Mientras él va al encuentro de una expedición punitiva montada para recordarle de su lealtad, Cortés encarga la misión a un grupo diverso, que combina los soldados y mercenarios para robar el tesoro inestimable de Moctezuma.

Entre ellos, el leal soldado Hernando Royo. El grupo de aventureros pronto será diezmado por una entidad misteriosa que acecha en la selva. Criatura mítica que hace recordar a los intrusos que no se ataca con impunidad leyendas antiguas y poderosas de los aztecas.


Hoy presentamos una serie del prolífico Jean Dufaux y de Philippe Xavier ("Paraiso Perdido" por  Norma Editorial) que ya formaron una exitosa pareja en "Croisade" para Le Lombard y que se vuelven a reunir en esta obra para colección Grafica de la editorial Glénat. La serie completa se forma por dos álbumes sin título que han sido rápidamente recopilados en un volumen integral.




viernes, 2 de octubre de 2020

Baile

 "Baile"

Manu Rodriguez


─¿Qué piensas?

─ ( ... )

─Está bien, no hace falta que contestes, tan sólo sigue bailando y escúchame. ¿Vale?

─ ( .... )

─¿Sabes? La guerra es una estupidez, todos hablan de ella y nadie sabe, excepto unos pocos, lo que realmente es. Se pasa mal, realmente mal. Sólo piensas en que acabe, y cuando acaba quieres empezar a vivir de nuevo. Pero, cuando quieres vivir, la propia vida te obsequia con otra guerra, con la guerra de la paz, de la vida.


No, no, no. No quiero que hables, no quiero escuchar tu opinión. Tan sólo quiero bailar contigo y que me escuches.

Voy a apretarme un poco más a tu cuerpo. Hace tiempo que no bailo con una mujer.

Me gusta como hueles.

¿Sabes? Esta canción va a durar pocos minutos. Quiero apurarlos al máximo, después quizá todo quedará olvidado entre nosotros. ¿No?

─ (....)

─¿Me dejas que te bese?

─ (.... )


─¿Sabes? Hacía tiempo que no besaba a una mujer. Y... ¿Sabes? También hacía tiempo que no besaba de la forma en que acabo de besar ahora. Bueno, la verdad es que nunca he besado como ahora lo he hecho, con esta intensidad. ¡Tenía tanta miseria que ahogar, que apagar! Creo que este beso lo ha hecho un poco.

─ ( ....)

─¿Sabes? Todos los días veo morir a gente a mi lado. Unos no se dan cuenta que mueren: un tiro o una bomba les sorprende sin más. Otros agonizan día tras día en los hospitales de campaña.

Me pregunto si su vida habrá tenido sentido, si estuvieron aquí para algo. No sé. Mañana quizás me toque a mí. Pero... ¿Sabes?, al menos yo he bailado antes de morir, he bailado en la guerra; esto dará algo más de sentido a mi vida, a mi muerte.


Gracias por bailar conmigo, por escucharme, por dejarme que me apriete a tu cuerpo, por permitirme que te bese. Gracias por tu silencio.

 

David despertó debido al sonido de la sirena, que avisaba de un repentino ataque aéreo. Justo después de su sueño, escribió esto en una amarillenta hoja de papel. Cuando salimos a defendernos metió el papel cuidadosamente doblado en uno de los bolsillos de mi pantalón y me sonrió feliz.

David no sobrevivió a aquella embestida del enemigo, pero hizo algo que nadie allí había hecho: bailó. 


Página Web del autor:

https://www.manurodriguez.com/