miércoles, 27 de febrero de 2019

El Final de la Historia

Un joven es sorprendido por una tormenta y decide pedir refugio en un antiguo monasterio. "El Final de la Historia" (The end of the story) es un relato de vampiros del escritor norteamericano Clark Ashton Smith.

El relato fue publicado en la edición de mayo de 1930 de la revista Weird Tales. De hecho, El final de la historia es el primer cuento de Clark Ashton Smith en aparecer en aquel ícono de la literatura fantástica.

En esta historia, Clark Ashton Smith se sumerge en los mitos vampíricos a través de la tradición griega. La vampira de El final de la historia es nada menos que Lamia -sobre cuya simbología erótica ya hemos hablado-, una especie de Súcubo, o vampiro sexual femenino, que ha pasado de los mitos griegos a los horrores medievales casi sin escalas.




Clark Ashton Smith

Clark Ashton Smith (13 de enero de 1893 – 14 de agosto de 1961) fue un poeta, escultor, pintor y escritor de cuentos de fantasía, terror y ciencia ficción estadounidense. Nació en Long Valley, California. Debe su fama principalmente a su obra literaria y a la amistad que compartió con Lovecraft entre 1922 y 1937, año en que Lovecraft murió; durante ese período participó en Los Mitos de Cthulhu. Smith, H. P. Lovecraft y Robert E. Howard fueron los colaboradores más importantes de la revista pulp Weird Tales.

Smith pasó casi toda su vida en la pequeña localidad de Auburn, California, viviendo en una cabaña con sus padres, Fanny y Timeus Smith. Los tres formaban una familia pobre de clase trabajadora. Su educación fue muy limitada, sólo fue a la escuela ocho años en los que realizó la primaria. Nunca estuvo en el Instituto.

A pesar de todo continuó estudiando en soledad después de dejar la escuela, aprendiendo francés y español, y gracias a su memoria fotográfica pudo hacer acopio de una cantidad de conocimientos asombrosa a partir de muchas lecturas, en las que se incluían varias enciclopedias y diccionarios.

Smith empezó a escribir historias a la edad de once años y dos de ellas, The Sword of Zagan y The Black Diamonds, han sido editadas recientemente. La Edad Media, Las mil y una noches, los Hermanos Grimm y Edgar Allan Poe fueron las influencias más importantes de sus primeros cuentos. En su juventud Smith fue el protegido del poeta de San Francisco George Sterling al que conoció durante la lectura de uno de sus poemas en el Auburn Monday Night Club, donde Smith declamaba sus poemas con mucho éxito. Sterling le ayudó a publicar su primer volumen de poesías: The Star-Treader and Other Poems, con diecinueve años. The Star-Treader fue valorado muy positivamente por la crítica, incluso uno de ellos dijo que Smith era el “Keats del Pacífico”. Cuando publicó su segundo volumen de poesía, Ebony and Cristal, en 1922, recibió la carta de un fan: H. P. Lovecraft. A partir de esta carta se inició su amistad, que duró 15 años sin que nunca llegaran a verse en persona.

lunes, 25 de febrero de 2019

Feed del Blog

Recientemente se ha detectado un error de entrada de Feed en el blog debido a un redireccionamiento erróneo a una página inexistente al intentar realizar una suscripción via e-mail a éste mismo sitio. Ruego disculpeis las molestias y os dejo el enlace válido del Feed que corresponde a "La Nebulosa Ecléctica".


Asimismo se ha corregido el gadget correspondiente en el Blog y solucionado este inconveniente. Ya podeis suscribiros por correo electrónico utilizando la opción: "Seguir por Correo Electrónico" situada en la zona más inferior de la columna derecha de la página.

Muchísimas gracias a tod@s por vuestra atención.

Un Saludo.
Jose María

La Caja Oblonga

"La Caja Oblonga" es un cuento de Edgar Allan Poe, fue publicado por primera vez en 1844, y trata de una travesía marina en la que nos encontramos con una misteriosa caja.

La historia se inicia con un narrador sin nombre que relata una travesía marina estival desde Charleston (Carolina del Sur) a Nueva York a bordo de buque Independence. El narrador, mediante la lista de pasajeros, se entera que su ex compañero de universidad Cornelius Wyatt se encuentra a bordo de la embarcación junto a su mujer y las hermanas de ésta, aunque ha reservado tres cabinas. Después de conjeturar que la habitación adicional era para un sirviente o para equipaje extra, se da cuenta que su amigo ha comprado a bordo una caja de pino oblonga en la que, primeramente, piensa que Wyatt oculta valiosas pinturas para vender en Nueva York. Avanzada la historia, el narrador descubre que la esposa de su amigo había muerto un día antes de abordar y la llevaba en la caja, además, la mujer "su supuesta esposa" era en realidad su criada.




viernes, 22 de febrero de 2019

El Guardian de su Hermano


"El Guardian de su Hermano"
Dashiell Hammett


Sé que muchos hablaban mal de Loney, pero conmigo siempre fue fabuloso. Desde que tengo memoria fue fabuloso, y supongo que me habría caído tan bien si hubiese sido cualquiera en lugar de mi hermano. De todos modos, me alegro de que no fuera cualquiera.

No se parecía a mí. Era delgado y, lo vistieras como lo vistieses, parecía un señor, aunque siempre llevara ropa elegante y fuera de punta en blanco, incluso cuando paraba en casa. Tenía el pelo liso, los dientes más blancos que he visto en mi vida y dedos largos, delgados y limpios. Se parecía al recuerdo de mi padre, pero más apuesto. Yo era más parecido a la familia de mamá, a los Malone, lo que resultaba gracioso, porque Loney fue bautizado en honor de ellos: Malone Bolan. Era más listo que el hambre. Era inútil tratar de engañarlo, y quizá por ese motivo algunos no lo querían, cosa que a Pete González le costaba un huevo encajar.

A veces me preocupaba que Pete González le tuviera tirria a Loney, porque también era un tío de primera y no le hacía un feo a nadie. Tenía dos boxeadores y un luchador conocido como Kilchak y siempre los mandaba a hacer las cosas lo mejor posible, lo mismo que Loney hacía conmigo. Era el mejor apoderado de la comarca, y muchos decían que no existía otro que lo superara, por lo que me gustaba que quisiera dirigirme, aunque yo no lo expresara en voz alta.



Dashiell Hammett

Samuel Dashiell Hammett (27 de mayo de 1894 – 10 de enero de 1961) fue un escritor estadounidense de novela negra, cuentos cortos y guiones cinematográficos, además de activista político. Entre los personajes más recordados que creó se encuentran Sam Spade (El halcón maltés), la pareja de detectives Nick y Nora Charles (El hombre delgado) y el agente de la Continental (Cosecha roja). También escribió bajo los seudónimos de Peter Collinson, Daghull Hammett, Samuel Dashiell y Mary Jane Hammett.

Hammett nació en una granja del Condado St. Mary en el sur del estado de Maryland. Sus padres eran Richard Thomas Hammett y Annie Bond Dashiell (el apellido Dashiell procede de una americanización del francés De Chiel). Creció en Filadelfia y Baltimore y dejó la escuela a la edad de 13 años para ejercer varias profesiones antes de convertirse, entre 1915 y 1922, en agente operativo de la Agencia Pinkerton en Baltimore.

En 1918 se alistó para la Primera Guerra Mundial en el American Field Service, un cuerpo de voluntarios que prestaba servicios en Francia y proporcionaba ambulancias y transportes a los aliados. Allí padeció y superó la gripe española, pero la tuberculosis que contrajo un año después provocó, tras su internamiento en un hospital en Tacoma (EE. UU.), que fuera licenciado. Fue en este hospital donde conoció y empezó a tratar a una enfermera, Josephine Dolan, con la que finalmente se casó. Hammett sufrió desde entonces una crónica mala salud a causa de los esporádicos rebrotes de tuberculosis que complicaba su alcoholismo.

En efecto, el trauma de la guerra provocó sus primeros excesos con la botella. Para mantener a su familia, compuesta de una esposa de veinticinco años y de un bebé, al que pronto se añadió otro más, probó como creativo publicitario y finalmente con la literatura, para la que aprovechó su experiencia en la agencia de detectives Pinkerton. Esto le suministró inspiración para sus primeros relatos, que se publicaron principalmente en la revista Black Mask ("Máscara Negra") con Joseph Shaw como su editor.

domingo, 17 de febrero de 2019

El Curioso Caso de Benjamin Button

"El Curioso Caso de Benjamin Button" es un relato escrito por el autor estadounidense F. Scott Fitzgerald, que fue publicado por primera vez en la revista Collier's el 27 de mayo de 1922. Posteriormente sería publicado dentro del libro antología Tales of the Jazz Age. Los derechos de este relato pertenecieron al productor estadounidense Ray Stark hasta su muerte en 2004.

En 2008 se realizó la adaptación al cine, que fue dirigida por David Fincher, con guion de Eric Roth y protagonizada por Brad Pitt y Cate Blanchett.​ El guion difiere bastante de la historia original, y solo coincide en el título, el nombre de Benjamin y algunos aspectos del proceso de rejuvenecimiento.

Debido a las leyes de derechos de autor en Estados Unidos, el relato pasó a pertenecer al dominio público en 2010.

Benjamin Button es un hombre que nace viejo y, a medida que pasan los años, va recuperando la juventud, lo que le permite ver la sociedad que lo rodea con ojos distintos y críticos.

Este relato constituye la quintaesencia del mundo narrativo de Scott Fitzgerald, quizá el narrador más dotado que dio la literatura norteamericana del siglo XX. En todos y cada uno de sus relatos se abordan sus obsesiones recurrentes: la melancolía por el final de una época, los claroscuros de la pareja, el fracaso o la fascinación por el lujo y la riqueza. En el cuento del título, Benjamin Button es un hombre que nace viejo para rejuvenecer lentamente a medida que pasan los años, de modo que su relación con el mundo adquiere una perspectiva insólita e inquietante. Otras historias hablan de hombres que recuerdan sin tregua el momento en que perdieron su oportunidad, como en el extraordinario Regreso a Babilonia, tal vez uno de los mejores cuentos que jamás se han escrito. En La tarde de un autor acompañamos a un escritor en su paseo otoñal, varado en la sequía creativa. En definitiva, cada pieza es un vislumbre del seductor e imperecedero mundo narrativo de Scott Fitzgerald.



Francis Scott Fitzgerald

Francis Scott Key Fitzgerald (Saint Paul, 24 de septiembre de 1896-Hollywood, 21 de diciembre de 1940) fue un novelista y escritor estadounidense, ampliamente conocido como uno de los mejores autores estadounidenses del siglo XX, cuyos trabajos son paradigmáticos de la era del jazz. Fitzgerald es considerado miembro de la Generación Perdida de los años veinte. Escribió cinco novelas: El gran Gatsby, Suave es la noche, A este lado del paraíso, Hermosos y malditos y The Last Tycoon que aunque sin terminar, fue publicada tras su muerte. Escribió también múltiples historias cortas, muchas de las cuales tratan sobre la juventud y las promesas, la edad y la desesperación.

Scott Fitzgerald nació en el seno de una familia de clase media y recibió el nombre de Francis Scott Key en honor a un primo segundo el cual era famoso,​ aunque siempre fue conocido como Scott Fitzgerald. El nombre también rendía homenaje a Louise Scott Fitzgerald,​ una de sus dos hermanas fallecidas poco antes del nacimiento de Scott. «Bueno, tres meses antes de que yo naciera,» escribió siendo ya adulto, «-mi madre perdió a sus otros dos hijos... Creo que entonces empecé a ser escritor».

Su padre, Edward Fitzgerald, de ascendencia irlandesa e inglesa, se trasladó a Saint Paul después de la Guerra Civil, era un hombre callado y caballeroso con bellos modales sureños-.​ Su madre fue Mary McQuillan Fitzgerald, comúnmente llamada Molly, la hija de un inmigrante irlandés que hizo su fortuna en el negocio de venta al por mayor de alimentos. Fitzgerald era primo hermano de Mary Surratt, colgada en 1865 por conspirar para asesinar a Abraham Lincoln. Scott Fitzgerald pasó la primera década de su infancia principalmente en Buffalo, Nueva York (1898-1901 y 1903-1908), donde su padre trabajó para Procter & Gamble, con un corto intervalo en Siracusa, Nueva York (entre enero de 1901 y septiembre 1903). Sus padres, ambos católicos, mandaron a Fitzgerald a dos escuelas de este credo al oeste de Buffalo, primero a Holy Angels Convent (1903-1904) y luego a Nardin Academy (1905-1908). Sus años de formación en Buffalo lo revelaron como un niño de inteligencia inusual con un temprano y vivo interés en la literatura. Su cariñosa madre se aseguró de que su hijo tuviera todas las oportunidades de la educación de la clase media-alta.​ Su crianza fue poco convencional, y Fitzgerald sólo asistía media jornada a Holy Angels, que además podía escoger a voluntad.

En 1908, su padre fue despedido de Procter & Gamble, y la familia regresó a Minnesota, donde Fitzgerald asistió a la St. Paul Academy entre 1908 y 1911.​ A los trece años vio publicado en el periódico escolar su primer escrito, una historia de detectives.​ En 1911, cuando tenía quince años, sus padres lo mandaron al instituto Newman, una prestigiosa escuela secundaria católica en Hackensack, Nueva Jersey. Allí Fitzgerald jugó en el equipo de fútbol de 1912​ y conoció al padre Sigourney Fay, quien notó su talento incipiente en la escritura y lo alentó a seguir sus ambiciones literarias.

sábado, 16 de febrero de 2019

Un Encuentro Inesperado


"Un Encuentro Inesperado"
Andrés González-Barba


Capítulo I


James Sinclair Gordon había llevado una buena vida. Su mujer, Vera, siempre estaba a su lado cuando él más la necesitaba. En todos los momentos de su existencia había encontrado a la persona adecuada para salir de las situaciones más complicadas. Ahora que tenía ochenta años contemplaba las cosas con más tranquilidad que antes y sin los agobios del pasado. Tal vez por ello había creado una filosofía de vida mucho más pausada. No era lo que se suele decir un nostálgico; sin embargo, no había un solo día en que no se acordase de John W. Sinclair, aquel hombre tan generoso que lo rescató del horror de la guerra y que le ofreció un futuro. Al mismo tiempo que a su memoria le llegaban los recuerdos del director teatral, siempre le entraban ganas de llorar. Tanto le debía que frecuentemente iba al cementerio para visitar a su mentor. 

Le gustaba estar horas y horas junto a su tumba comentándole todos los asuntos importantes que le iban ocurriendo. Junto al sepulcro se sentía muy seguro y entonces era capaz de acordarse de aquellos meses convulsos de finales de 1940 y principios de 1941, cuando Londres era una ciudad convertida en escombros por los ataques incesantes de los nazis. Se llegó a preguntar en mil ocasiones por qué se había cruzado en su camino con Sinclair. El caso es que ahora se acordaba más que nunca de aquellas representaciones teatrales; de esos años de la posguerra en los que la economía del país era ciertamente restringida. Fueron tiempos felices para ellos dos, a pesar de que el nivel de vida resultase mucho más modesto que el de ahora. James recordó también con emoción el día que le pidió la mano a Vera, la mujer más hermosa de todo Covent Garden. John W. Sinclair bendijo aquella unión, pero no la pudo disfrutar demasiado tiempo porque a los pocos meses murió de un cáncer de estómago. 

Al hacer memoria de todos estos episodios del pasado junto a la tumba de su padre putativo, los ojos se le inundaron de lágrimas. Si al menos Sinclair hubiese vivido algunos años más, le hubiera podido expresar todo el agradecimiento que sentía hacia él. Y es que, en no pocas ocasiones, James se llegó a cuestionar por qué había salido indemne de los bombardeos mientras que otras miles de personas fallecieron siendo igual de inocentes que él. Ese fue el inicio de una vida en la que siempre se sintió protegido por una serie de fuerzas invisibles. Tras su visita de rigor al cementerio, al viejo le gustaba pasear por las calles de Londres contemplando en silencio a las personas con las que se cruzaba. Era como si escribiese en una especie de cuaderno invisible todas las sensaciones que le causaban aquellos individuos. A veces, incluso, llegaba a dar unas largas caminatas en horas nocturnas, ya que ése era su momento preferido. Respecto a esto último, Vera le regañaba y le decía que su salud se iba a resentir como consecuencia de dichos paseos, sobre todo por los posibles efectos nocivos de la humedad, pero él hacía oídos sordos a estas reprimendas. A su edad se sentía con el derecho moral de hacer lo que le viniese en gana sin tener que rendirle cuentas a nadie. Pese a todo esto, su esposa era su tabla de salvación. Ella tenía también un carácter fuerte capaz de tomar sus propias decisiones con total libertad, sin que eso repercutiera en su convivencia diaria. Los dos habían llegado a un entendimiento tal que no necesitaban hablarse para saber lo que quería decir el otro. Eran dos piezas de un inmenso engranaje de relojería que siempre iba sincronizado a la perfección. Aquel año fue especialmente frío, algo que se intensificó durante el mes de diciembre, un momento en el que los termómetros bajaron espectacularmente. De hecho, James no recordaba unas temperaturas tan gélidas desde sabe Dios cuánto tiempo. El día 15 de dicho mes, James realizó su ruta habitual que hacía todas las tardes, la cual desembocaba siempre en la abadía de Westminster, un lugar que le parecía mágico.



Holmes

El 4 de mayo de 1891, Sherlock Holmes desaparece en las cataratas de Reichenbach. Para su hermano, Mycroft Holmes, su muerte es el suicidio disfrazado de un hombre que no pudo ver cómo su cerebro fue destruido por las drogas. Habiendo heredado las posesiones de Sherlock, Mycroft intenta destruir toda la evidencia de la locura de su hermano. A pesar de la evidencia de Mycroft, Watson se niega a creer esta versión de los hechos y se lanza con su esposa Mary a través de Europa en una investigación increíble que le contará todo sobre la historia de Sherlock Holmes y su familia. Con la intervención de los padres de Holmes, el misterio se intensifica y Watson se encontrará con nuevos interrogantes como el de interpretar el significado las palabras de Mycroft cuando mantiene que el archienemigo de Holmes, el profesor Moriarty, nunca existió.

“Holmes” es una nueva visita al universo creado por Conan Doyle que llevan a cabo los franceses Brunschwig y Cécil. Luc Brunschwig (Touraine, 1967) es escritor y editor de Futuropolis desde 2005, y “La memoria en los bolsillos” es su obra más reconocida hasta el momento; por su parte, Cécil (Dax, 1966) es conocido por su trabajo con Corbeyran en “La Banda Bómbice”.



viernes, 15 de febrero de 2019

El Emisario

El relato "El Emisario" escrito por Ray Bradbury, habla sobre un perro que se convierte en el lazarillo de un niño enfermo, quien, harto de estar entre cuatro paredes, cuelga en el collar de su mascota un letrero que dice: “¿Quiere hacerle una visita a mi dueño, que está enfermo? ¡Sígame!”.


El niño, postrado en cama, depende de su fiel perro Torry, para que le haga compañia y le traiga la de otros visitantes, y segun el, que le "cuente" todo lo que pasa fuera de su casa. El niño que no puede salir de casa tiene solo dos conexiones con el exterior, su perro y una señora que vive en el barrio. Sin embargo, un dia la vecina muere y el perro desaparece inexplicablemente.


En una de sus salidas, el emisario no regresa; el niño lo extraña y aguarda su retorno, hasta que una noche escucha unas pisadas conocidas en la escalera. Sí, se trata de su perro, pero algo le ha ocurrido: deja mojones de tierra húmeda a su paso y la carne se le cae a pedazos. El pequeño, intrigado, se da cuenta de que se trata de algo fantasmal. Además, alguien o algo acompaña a su amigo: le ha traído visita.



miércoles, 13 de febrero de 2019

Ex Aqua

"Ex Aqua"
Jull Antonio Casas Romero



“Posiblemente toda la vida no es más que un sueño continuo; es posible que el momento de la muerte sea un despertar repentino.”
Fénelon. Diálogo de los Muertos.


Siempre sentí diferencias, no me refiero a la parte física ni la psicológica, sino la de los sentidos, oía cosas extrañas, veía escenas raras, sentía aromas diferentes, en fin hasta llegue a pensar alguna vez siendo niño que era la única persona real en el mundo, que todos los demás eran muñecos o acaso solo imágenes fantasmales que me hacían compañía o eran la tramoya de ese escenario irreal que pintaba mis días juveniles, claro que mi familia también era infrecuente, mi madre tenía ojos verdes acuosos y parpados que nunca había visto cerrase, mi padre al que jamás había visto alimentarse más que de pescado, con una fruición poco natural, decía que los había heredado de su familia, de la cual nunca hablaba, aun así le preguntara con astucia o de forma directa. Parecía que yo no tenía pasado, todo contribuía a formar esa aura  irreal y por ende sentía que no tenia futuro.

Finalmente me di cuenta de la verdad, fue un día que buceaba (mi pasión favorita) y olvide salir del fondo de la piscina, es otra cosa diferente en mí, puedo quedarme mucho tiempo buceando, no necesito renovar provisión de oxígeno, no tengo agallas ni nada que se parezca, solo ocurre y entonces cuando vi que se tiraban en clavado al agua para salvarme y luego forcejeando me cogían y una vez fuera aplicaban maniobras de resucitación, a pesar de mis protestas, comencé a preocuparme seriamente. Algo extraño pasaba, debía saber cuál era la causa de esos hechos insólitos, esa noche al llegar a casa busque a papa que estaba en la biblioteca y directamente pregunte sobre la razón de mis diferencias, el me miro seriamente, tomo asiento e invitándome a hacer lo mismo conto la siguiente historia: 

—Cuando recién conocí a tu madre, un día fuimos a pasear por la laguna que hay en las afueras de la ciudad, fue una tarde preciosa, tanto que allí le propuse matrimonio, ella acepto por supuesto y luego de pasear por el resto del complejo, casi al retirarnos, quisimos subir a uno de los botes que hacían el servicio de paseo por la laguna del parque, subimos a la última que quedaba en la orilla y casi cuando estábamos en el centro del estanque, un mal movimiento provoco la volcadura de la canoa, apenas pudimos salir del agua, especialmente tu madre que estuvo casi en estado catatónico ya que una fuerza inexplicable la había hundido hasta el fondo y fue imposible rescatarla, lo más extraordinario fue, que la encontramos luego de algunas horas al borde de la laguna, desmayada pero sin daño.
—Lo inconcebible ocurrió después, al poco tiempo tu madre dio señales de una clara preñez el bebé no era mío estábamos seguros de ello, pero no podía dejarla en esa condición, nos casamos rápidamente y tras un embarazo atípico de seis meses naciste tú. —
—No soy tu padre, pero te amo como si fueras mi hijo, te crie y vi crecer, lo único especial que sabemos de ti es lo que te conté, aunque si mal no recuerdo un día cuando eras bebe, te caíste a una acequia y no pudimos sacarte rápidamente, pasaron alrededor de diez minutos y milagrosamente, se presentó alguien que si sabía nadar para poder rescatarte, saliste indemne y bueno hasta ahora que cuentas lo que paso hoy, no me di cuenta de esa característica que posees, si deseas podemos ir a un médico. —

Agradecí a mi Padre por el relato, el cual por supuesto no creí posible, era poco probable que las cosas hayan sumado esa fantástica fabula que trascendía en tintes casi mitológicos, estaba seguro de que había una explicación plausible a mi origen, y si era cierto y él no era mi padre no por ello dejaría de agradecer sus cuidados y amor tan dedicado. Al día siguiente fui a dar una vuelta por el estanque, una fuerza irresistible me compelía hacia ese lugar, donde la inflamada mente de mis padres atribuían mi origen, la superficie era inescrutable, todo estaba cubierto por algas y detritos acuáticos. En mi mente comencé a oír voces que invitaban a sumergirse en las aguas, sentía despertar ecos recónditos de mi estirpe, no pude soportar más y descalzándome ingrese al agua sin miramientos, buscando acallar mi mente febril y trastornada.
Tras atravesar la capa algarea, una súbita claridad me envolvió desde el fondo, distinguí inmediatamente unas formas rocosas que asemejaban a recovecos con formaciones parecidas a una ciudad submarina, en ella vi unos seres humanoides que se dirigieron nadando hacia mí y alcanzándome me invitaron por señas a seguirlos hasta la ciudad de las profundidades.
No pude negarme, sus voces se replicaban en mi mente acariciando mis sentidos y sus manos me estrechaban suave y firmemente haciendo imposible toda resistencia, al llegar a la urbe lacustre, un ser que era el más hermoso de todos ellos se acercó y abrazo efusivamente, en mi mente su voz suave decía que yo era su hijo, que había estado esperando por mucho tiempo mi regreso, el velo entonces cayó, ahora sabia el porqué de mis diferencias, ya nada sería lo mismo.
Al pasar los días todo era odioso en la superficie, no toleraba la abundancia de luz directa ni siquiera el aire que alborotaba mis cabellos, prefería la corriente de agua y el contacto de las algas de mi hogar submarino, mis padres veían con pena estos cambios, los habían previsto desde mis primeros años, lo único que me ataba al mundo de la superficie era mi madre, ella extrañamente no reprochaba mis continuos escapes a la laguna, tampoco que mi ropa permaneciera húmeda o que encontraran enredados en mis cabellos algas y otros detritos acuosos. Tampoco les extrañaba que no volviera a comer lo mismo que ellos y que prefería dormir en la tina del baño, llegando al exceso de trasladar todas mis cosas al cuarto de aseo, repito si antes yo era extraño ahora lo era más y nadie parecía reparar en ello, procuraba provocarlos, resaltar las diferencias pero todos mantenían reserva y se desmoronaba el entramado de este falso teatro que se mantenía a fuerza de silencio.

Las cosas permanecieron de esta forma por un buen tiempo, entonces en una de mis casi diarias visitas, conocí una ondina muy hermosa en la laguna, sus ojos verdes me subyugaron desde el primer momento, su padre acepto nuestro amor y libres ondulábamos por las profundidades del agua, comencé a pasar más tiempo en el abismo acuático, en ocasiones semanas enteras sin regresar a la superficie, al retornar a casa, notaba como ésta ya no era mi hogar, como mi madre se marchitaba a ojos vistas y mi padre se volvía mas taciturno y violento, Decidí presentarles a mi Náyade y para ello acondicione un traje especial para ella, este suministraba agua enriquecida de oxígeno a su organismo distinto, no podría sobrevivir si  no funcionaba adecuadamente y tras muchas pruebas y contramarchas, un fin de semana después de unos días en el estanque llegamos a casa de noche, atípicamente la luz del zaguán estaba apagada, Nereida, mi ondina estaba nerviosa, solo notaba sus burbujeantes ojos temerosos a través del traje, todo estaba en silencio y eso era extraño, siempre se acostaban después de medianoche, abrí la puerta y el silencio nos envolvió ominosamente desde el interior, sujete la mano de mi amada e ingresamos a la cocina.

Allí estaba mi Padre sentado, terminando de cenar los restos de mi madre, sonrió parcamente y con un gesto nos invitó a sentarnos a la mesa, limpiándose los labios manchados de sangre, dijo que no podía soportar otro día más el hambre que lo consumía, desde que notó que ella tenía aroma acuático y sabor a delfín. El extraño era él y la victima mi madre, nos levantamos y salimos para siempre de aquel antro, abrace a mi ondina a pesar del traje y tomamos un taxi con rumbo a nuestro verdadero mundo.



martes, 12 de febrero de 2019

El Elixir de Larga Vida

Este cuento trata sobre un joven llamado Juan Belvídero, que era holgazán, amoral, y muy caprichoso. Juan es el único hijo de un rico hacendado, el cual esta a el borde de la muerte. Juan espera impaciente en su palacio para que su padre muera y él poder heredar todo su dinero y seguir con su vida de desfase y despilfarro a la que estaba acostumbrado, pero lo que Juan no sabe es que su padre no le pondra el camino fácil, y no se morirá tan rápido, ya que tiene un mágico elixir que posee la propiedad de devolver a la vida a los muertos recientes. 

Juan le promete a su padre, que una vez que él fallezca, le rociará con el elíxir de la vida, pero algo sale mal y Juan no le pude aplicar el líquido, por lo que su padre nunca regresa de la muerte. Tras ese incidente, Juan se casa con la española Elvira en Andalucía y el padre de su esposa le hace prometer a Juan, que cuando él muera, lo resucitará con el elíxir de la vida, pero como la vez pasada, todo saldra mal. Es un curioso cuento publicado en 1830. Bartolomé Belvidéro, riquísimo nonagenario, está acabando su vida mientras su hijo Juan, en el mismo palacio, se divierte con amigos y cortesanas. El viejo hace llamar a su hijo, y le enseña un pequeño frasco que durante mucho tiempo ha guardado escondido; siente que se aproxima su fin, y le pide que, apenas haya exhalado el último suspiro, le eche por la espalda todo el líquido que contenga, después de lo cual, resucitará.

La muerte llega, pero don Juan se guarda el frasco maravilloso; después, lleno de curiosidad, quiere hacer la prueba, y humedece con el líquido un ojo del cadáver; al instante el ojo revive y mira a don Juan con expresión de reproche, de condena y de odio. Don Juan sólo se tranquiliza cuando sabe que su padre está enterrado para siempre en la tumba. Se vuel­ve avaro y cínico, su vida es una continua burla a los hombres y a las cosas. A los sesenta años se establece en España y se casa con una andaluza. Cuando siente que pierde las fuerzas, llama a su único hijo, Felipe, y, fingiéndose gran pecador, le confía el milagroso frasco; le dice que contiene agua bendita y que, apenas esté muerto, la derrame por todo su cuerpo, con el fin de purificarlo.

Pero tal es el espanto del joven al ver el prodigioso renacimiento de los miembros humedecidos del cadáver, que deja caer el frasco y que se derrame el líquido, quedando así incompleta la obra de’ resurrección de su padre. Se habla de milagro y don Juan es venerado como san­to en los altares, desde donde vomita obscenidades y burlas sacrílegas que los fieles, crédulos, consideran como quintaesencia de divinidad. Si la concepción es más extrava­gante que original, el autor ha empleado un estilo a veces algo vulgar, pero brioso y libre, como las aventuras del escéptico y burlón don Juan.

M. Bonfantini


https://www.criticadelibros.com/drama-y-elemento-humano/el-elixir-de-larga-vida-honore-de-balzac/



lunes, 11 de febrero de 2019

El Monte de las Animas

Adaptación al cómic de El monte de las ánimas (1861) de Gustavo Adolfo Bécquer, en forma de historieta de 30 páginas. Se trata de una historia de corte trágico y sobrenatural, que encaja temáticamente bastante bien con la obra anterior de Rubín.

En la noche de difuntos, Alonso narra a su prima Beatriz la terrible leyenda que pesa sobre el monte de las Ànimas. Sin embargo, Beatriz insiste en que su primo regrese al maléfico lugar para recuperar la banda azul que ha perdido en una cacería esa misma mañana. ¿Superará Alonso por amor el miedo a los fantasmas que recorren el monte?"

Alonso es un noble soriano que participa junto a su prima Beatriz la víspera del día de Difuntos en una cacería en el conocido Monte de las Ánimas. Mientras regresan a casa, este relata a su prima las sangrientas razzias que tuvieron lugar en el monte entre nobles y caballeros templarios y la leyenda popular que asegura que los muertos aquel día se levantan de sus tumbas para retomar su combate en un día como aquél. Beatriz no toma en serio a Alonso y sus leyendas y cuando este le pide que le regale su pañuelo esta no se le ocurre mejor idea que acceder a su deseo siempre y cuando vaya a buscarlo esa noche de difuntos al monte maldito. ¿Será capaz Alonso de recuperar el pañuelo de Beatriz?¿Se levantan realmente los caballeros templarios de sus tumbas la noche de Difuntos?¿Logrará Beatriz conciliar el sueño?




Ana Frank: La Biografía Gráfica

Durante la ocupación Nazi, la joven Ana Frank vivió oculta junto a su familia y otras cuatro personas en una casa de Ámsterdam. Durante los dos años que estuvo encerrada se dedicó a escribir en su diario todo lo que sucedía en la casa así como sus sentimientos más profundos. Hoy, ese diario es un emotivo testimonio de la persecución que sufrieron los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Sid Jacobson y Ernie Colón trabajan con cartas, fotos y otros documentos cedidos por el museo de Ana Frank en Ámsterdam, para ofrecernos una versión que va más allá de la reflejada en el diario de esta pequeña que vivió en primera persona el terrible drama del Holocausto Nazi. Ana Frank: la biografía gráfica desarrolla y explica toda la vida de la familia Frank, desde el nacimiento de su padre Otto en 1889, hasta la trágica muerte de nuestra protagonista en 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, a la tierna edad de 15 años.

El libro es una biografía ilustrada de Ana Frank, la autora y protagonista del diario más leído en todo el mundo, realizada a partir de cartas, fotos y documentos facilitados por la casa de Ana Frank en Ámsterdam. Esta biografía gráfica es una oportunidad única para conocer de cerca los detalles reales de la vida de Ana y su familia y los de la terrible historia del Holocausto.




Cuentos Completos de la Comedia Humana

Un escritor inmenso para un inmenso proyecto: Balzac escribió en apenas veinte años los casi cien títulos que componen una obra sin parangón en la historia de la literatura, La Comedia humana. En ella nos encontramos con una descripción totalizante de la sociedad, un estudio psicológico, político y vital, un análisis certero de la vida en la ciudad y en el campo. No existe un conjunto de ficciones que, por ahora, haya sido capaz de revisar con tanto acierto una sociedad, y ninguno tan ambicioso.

Reunidos, traducidos y editados por Mauro Armiño, este volumen aglutina todos aquellos cuentos breves y relatos extensos que Balzac incorporó a su vasto proyecto. Aquí aparecen las principales venas temáticas de su obra, y descubrimos los gozos y los desastres del pensamiento enfrentado a una sociedad que sustituyó los valores por los intereses, con el oro por icono de las relaciones sociales. Se trata sin duda de un atractivo corpus, dependiente e independiente al mismo tiempo, que constituye una de las cumbres de la narrativa breve. En esta edición están todos los cuentos de una verdadera comedia humana.  Inmenso Balzac.

Es en 1830 cuando Balzac reúne en dos volúmenes seis novelas bajo el título genérico de Escenas de la vida privada. No era, desde luego, todo lo publicado por el novelista hasta entonces, sino una parte que tenía, en su opinión, un fondo común por más dispares que pudieran ser sus tramas. Cuatro años después, bajo el título general de Estudios de costumbres, se recogían esas escenas que, en el nuevo conjunto, se limitan a ser un apartado más al lado de otras: Escenas de la vida de provincias, de la vida parisiense, de la vida política, de la vida militar y de la vida campesina. En 1835, se le suma otro título global más: los Estudios filosóficos, que añade a nuevos textos algunos ya publicados en esas secciones citadas, porque a la casilla bautizada con el adjetivo de «filosóficos» pueden adscribirse títulos que, además de pertenecer por su trama a ambientes concretos –parisiense, provincianos, etcétera–, encierran un fondo de ideas sobre personajes y una visión del mundo que Balzac quiere exponer o demostrar, con intervenciones de lo fantástico, de lo misterioso, del vitalismo de la voluntad o del pensamiento que reaccionan sobre los órganos físicos del cuerpo.

En la década de 1830, a partir de ese agrupamiento de narraciones, va surgiendo en Balzac la idea de su obra como un todo, dividido por las distintas secciones ya apuntadas; piensa primero en un titulo, Estudios sociales, que subraya la intención básica del novelista: abrir con un escalpelo la sociedad para analizar las causas profundas de sus movimientos, la creación de los caracteres, las ambiciones de toda suerte de personajes, desde políticos a campesinos… En 1841, esa idea se perfila para terminar, todavía más, definiéndose por completo: recogerá toda su obra hasta la fecha, más la que escriba en el futuro, bajo el título general de La Comedia humana. Ha sido comparada, por la amplitud, con una catedral, que tiene sus naves, principal y laterales, su transepto, sus cruceros, su girola, su ábside y sus capillas, que van pegadas al muro exterior desde la entrada y, dando la vuelta al ábside, retornan por el otro lado hasta la puerta principal.

Seguro de lo que pretende, hacer de toda su obra un cuerpo único, Balzac se impone la tarea de revisar todos sus textos anteriores para hacerlos partícipes de ese conjunto catedralicio. Las revisiones de los textos anteriores no se limitan a un cambio de nombres para que se integren en una acción totalizadora, aunque en algún caso menor se limite a eso, sino que endereza las tramas y sus protagonistas hacia ese fin: personajes que hemos visto en la madurez, son dotados ahora, a partir de narraciones anteriores, de un pasado, en intrigas de juventud que denotan, bien la persistencia de sus caracteres o de sus andanzas, bien los cambios a que el choque con los turbulentos hechos históricos ha producido en ellos.

En estos Cuentos completos de La Comedia humana se recojen las «capillas» laterales, relatos y narraciones que, creados en su mayoría antes de 1841, quedaron más exentos; en algunos, ni siquiera aparece un solo nombre capital de La Comedia humana; en otros, Balzac se limita a convertir personajes con un peso específico en el conjunto en figuras menores o de acompañamiento: por ejemplo, la marquesa Béatrix de Rochefide, a la que dedicará toda una novela titulada con su nombre, es una mera interlocutora del narrador en «Sarrasine»; solo la condesa de Beauséant, que tan importante papel desempeña en Papá Goriot, y a la que se cita de refilón en «Un episodio bajo el Terror», se vuelve ahora protagonista de un relato, «La mujer abandonada». Con toda evidencia, y como toda decisión antológica, es discutible; han quedado fuera, además, nouvelles que parecen traspasar por su longitud los límites de términos tan indefinidos en ese terreno como cuento o relato.
En conjunto, las narraciones de estos Cuentos completos pertenecen a todas las divisiones citadas en que Balzac distribuyó su gran obra: desde escenas de la vida privada a la militar y política, desde escenas de la vida de provincias a la vida parisiense o rural, así como los estudios filosóficos; solo un apartado ha quedado al margen: el más incompleto de todos los que Balzac ideó: el de los Estudios analíticos, del que solo llegó a publicar La Fisiología del matrimonio, aunque tenía previstos cuatro obras más, ya tituladas en sus planes, pero que se quedaron en proyecto.




domingo, 10 de febrero de 2019

Honoré de Balzac

Honoré de Balzac​ (Tours, 20 de mayo de 1799-París, 18 de agosto de 1850) fue un novelista francés representante de la llamada novela realista del siglo XIX.

Trabajador infatigable, elaboró una obra monumental, La comedia humana, ciclo coherente de varias decenas de novelas cuyo objetivo era describir de modo casi exhaustivo a la sociedad francesa de su tiempo para, según su famosa frase, hacerle «la competencia al registro civil».

Honoré de Balzac nace en Tours, en el seno de una familia burguesa. Su padre, cuyo nombre de nacimiento era Bernard-François Balssa, procedía de una pobre familia de agricultores de Tarn, región del Mediodía francés.​ De espíritu emprendedor, Bernard-François abandonó su aldea natal y marchó a París,​ con la determinación de mejorar su estatus social. Gracias a la educación básica que había recibido por parte de un párroco familiar suyo, Bernard-François encontró empleo como funcionario en la secretaría del Conseil du Roi (Consejo del Rey), aunque las afirmaciones de que en 1776 era secretario del Conseil, e incluso avocat du roi, parecen ser invenciones del propio Bernard-Francois.​ A fin de ayudarse a medrar, por esas fechas cambiaría el apellido familiar, Balssa, por el de Balzac, arguyendo un lejano (y falso) parentesco con la aristocrática familia de los Balzac, que oportunamente estaba extinguida. Para 1789, año de la Revolución, Bernard-François de Balzac (comúnmente añadía, sin permiso oficial, el "de" aristocrático) estaba lo suficientemente bien relacionado y había labrado una fortuna considerable, siendo su principal valedor el general barón François René Jean de Pommereul. Tras el reinado del Terror (1793-1794), consideró conveniente ponerse al servicio del Directorio, y logró, por intermediación de Pommereul, un lucrativo puesto en la intendencia del ejército.​ En ese desempeño se enriquecería considerablemente, y haría valiosas relaciones entre la burguesía de París. Tras un tiempo de oscuros negocios, abandonó su cargo en la intendencia para trabajar como primer secretario de la casa de banca Daniel Dourmerc de París.​ Con 50 años de edad, contraería matrimonio con Anne-Charlotte-Laure Sallambier, de 18 años, hija de uno de sus superiores en la banca Dourmerc; el matrimonio fue concertado entre el propio Bernard-François y la familia Sallambier, que, pese a la diferencia de edad, veía en Bernard-François un excelente partido. Celebrado el matrimonio, Bernard-François consideró que, para evitar circunstancias incómodas por ser un subalterno de su suegro en el banco, debía abandonar el negocio. Recurriendo a sus amistades, fue enviado a Tours como Comisario de Subsistencias, encargado de coordinar la adquisición de víveres y pertrechos para la 22ª división del ejército.

sábado, 9 de febrero de 2019

Ciappelletto

Cepparello da Prato, también conocido como Ser Ciappelletto, es un personaje ficticio, protagonista de la primera historia del primer día del Decameron de Boccaccio.

El personaje es un notario, lo que le da derecho a usar el título "Ser". Es acusado por Musciatto Franzesi, un comerciante francés que debe ir a Italia siguiendo a Charles de Valois y que decide confiar la recaudación de las deudas de Borgoña. Aunque no encuentra a nadie, le viene a la mente el Cepparello da Prato, a quien había recibido en París. Se le cambió el nombre a Ciappelletto, los franceses creían que el nombre se derivaba de cappello el Francisco en "Rosario".

Cepparello es un hombre acostumbrado a todas las impurezas: perjurio, sembrador de discordias y escándalos, asesino, blasfemo, traidor, codicioso, bebedor y jugador. Entonces, cuando él va a Francia en la casa de dos comerciantes florentinos, enfermos y cercanos a la muerte, los dos anfitriones están muy preocupados: no pueden perseguirlo, no pueden hacerlo confesar, porque él reveló sus pecados que ningún religioso le daría la absolución, y sería un escándalo que su casa hubiera albergado a un hombre que no puede ser enterrado en un lugar sagrado (sus acreedores, burdeos borgoñones, los tomarían por ladrones de "El peor de los tipos" y se niegan a pagarles). No pueden dejarlo morir sin el sacramento de la confesión. Pero Cepparello, entendiendo su miedo y no lastimándolos, les ruega que convocen a un confesor de quien se dará cuenta de su último pecado ante Dios, uno más o uno menos que ya no hace una diferencia.

Se llama un monje venerable a quien Cepparello, durante su confesión, cuenta una serie de mentiras, como las de ser el hombre más piadoso y temeroso de Dios. Es tan creíble que el monje queda profundamente impresionado. La confesión falsa es a veces cómica, dice Cepparello, con mucho pesar y temor, pecados tan ligeros que hacen sonreír al monje:

"Disse allora il frate: - O altro hai tu fatto? 
- Messer sì, - rists ser Ciappelletto - ché io, non avvedendomene, sputai una volta nella chiesa di Dio. 
Él frate cominciò a sorridere e disse: 
- Figliuol mio, cotesta non è cosa da curarsene: noi, che siamo religiosi, tutto il dì vi sputiamo. 
Disse allora ser Ciappelletto: 
- Por favor, vea Gran Villania, por ejemplo, si está de acuerdo en limpiarlo, ya que es santo tempio, si no se sacrifica a Dio. "

- Giornata I, Novella 1, 61-34.

El monje, después de haberle dado la absolución, le asegura que será enterrado en la iglesia de su convento y le da la comunión y la extrema unción. Pronto, Cepparello muere y, asimilado a la confesión de un hombre santo, todo el capítulo de los hermanos le concede un entierro solemne, en el que participa la multitud curiosa de ver al hombre santo. La gente incluso inmediatamente comienza a adorarlo con el consentimiento de los monjes, y le quitan el pelo para mantenerlos como reliquias. Está bien proclamado San Ciappelletto.

A través del personaje de Pamphile, las noticias terminan con el cuestionamiento de Boccaccio: ¿Tuvo Dios compasión por este "santo" al admitirlo por su bonhomie en el paraíso a pesar de sus muchas faltas?

Entre los temas de lo nuevo, está la valorización del individuo ingenuo (la confesión de Ciappelletto), la separación entre el nivel divino y humano, la ingenuidad de los hombres de la iglesia frente a la hipocresía de la burguesía. Quien quiere reconciliar la religión y lo mercantil. Los hombres recurren a los santos como mediadores en su trato con Dios, pero los santos son una invención humana, y también pueden ser perseguidos al infierno por Dios, quien solo recibe con agrado las buenas intenciones de aquellos que se vuelven a él. por las oraciones. Por lo tanto, Dios puede convertir un hecho negativo (la santificación del pecador) en uno positivo.

La investigación en los archivos llevó al descubrimiento de un Cepparello o Ciapperello de Prato, documentado hacia finales del siglo xiii , en Francia como receptor de diezmos y tamaños para el Rey Felipe de la Feria y el Papa Bonifacio VIII . Este verdadero personaje puede haber inspirado a Boccaccio. Sin embargo, el "verdadero" Cepparello estaba casado, tenía hijos y en 1304 aún vivía en Prato.



viernes, 8 de febrero de 2019

Soñaba con Tomar un Tren... Cualquier Tren

"Soñaba con Tomar un Tren… Cualquier Tren"
      David Sánchez-Valverde Montero

   
   Durmió poco aquella noche. El latido de su corazón parecía filtrarse a través de la almohada, y su martilleo cerró las puertas al sueño hasta bien entrada la madrugada. En esas noches, el pulso de vida le recordaba a cada instante, que su frágil existencia estaba atada al bombeo mecánico que empujaba su sangre, a ese recóndito estallido eléctrico. Su mente se mecía así entre la angustia de morir y el placer poético de un hallazgo tan simple como primigenio. De esta forma, no podía dormir y la noche se iba acortando. Al levantarse se dijo que con un puñado de horas de sueño bastaba para encarar el día, pero en su fondo sabía que cada pensamiento que recorriera su cabeza esa jornada le haría crujir un poco las sienes, como si algo de líquido se moviera en su cráneo hecho de cartón mojado.
   Tras lavarse la cara decidió acogerse a la seguridad de dormir la siguiente noche. Desde lejos le angustiaba la idea de no dormir, de no descansar lo suficiente y perder el control de sí mismo; cometer algún error irreparable por falta de atención, al volante, en el trabajo… donde fuera. Sabía que era solo la idea lo que le provocaba miedo, que podía aislarla, encapsularla, racionalizarla, ignorarla; pero en ocasiones ideas como esa amenazaban con adquirir proporciones monstruosas y anegarlo todo. Así, casi cualquier ansiolítico o inductor al sueño le regalaba una tregua. Una tregua de oscuridad total eso sí, un espacio negro, benzodiacepínico, vaciado de sueños, un impasse sin recuerdos. A la mañana siguiente se levantaría sin golpeteos en las sienes, esta vez únicamente con cierta pesadez mental, algo de lentitud para conectar ideas, el líquido y el cartón mojado serían entonces invisibles remaches metálicos bajo la piel.

   Desayunó frugalmente en su minúscula cocina, y se dispuso para salir a dar una vuelta en esa mañana de martes. Ya en el quicio de la puerta echó una mirada lánguida hacia las cajas de cartón, que todavía llenas aguardaban en el angosto pasillo. Aquella semana sus dos hijos la pasaban con la que había sido su mujer. La llave al cerrar la puerta vibró con un extraño placer metálico en su piel, y bajó a la calle sintiendo en la boca la menta de la pasta de dientes, que había velado completamente los posos del café matutino. Al pasar bajo los árboles de la plaza, de detuvo abruptamente frente a las gotas de lluvia que pendían frágiles de las hojas. El inminente arranque del verano apenas retenía ya, en los primeros compases de la mañana, un agradable frescor en el aire que pronto sería calor y el final para aquellas gotas sutiles. Imaginó que esos contornos líquidos tal vez encerraran otros mundos que ignoraban estar siendo observados, otras vidas heridas, otras posibilidades de sí mismo traspasadas por la misma melancolía. Continuó su camino, pensó en parar un rato en la biblioteca, pasó antes junto a la entrada de la estación. El eco de la megafonía llegaba hasta él: ¡ding, dang, dong!..., y una voz femenina que se perdía entre otros ecos. Un tren, cualquier tren, pensó; pero ya sus pasos enfilaban la calle que se abría a la biblioteca, y al llegar y abrir la puerta de cristal, le acogió como siempre el gozo del silencio, de aquella levedad en calma, sentirse guarnecido por los miles de libros, por su quietud, la eternidad en la palabra escrita.

   Se sentó tras tomar de un estante una antología poética; el lugar estaba casi vacío. Observó entonces frente a él cómo un anciano muy entrado en años, bajo de estatura, apenas sin cuello y con los ojos acuosos se dirigía a la bibliotecaria. Desde donde él estaba sentado vio toda la escena, además el viejo no bajó apenas el tono de su voz:
   ¿Dónde tienen diccionarios?, preguntó tras saludar.
   Ahí mismo, señaló la bibliotecaria con cortesía. Pero a los pocos segundos, y ante la pasividad del anciano, la mujer se levantó inclinándose un poco hacia él:
   ¿Qué estaba buscando?, inquirió sonriendo.
   Quería saber qué significa indeseable, contestó el hombre.
   La mujer le acompañó hasta el lugar indicado, y ella misma buscó el término y le leyó la definición a media voz.
   Muchas gracias, dijo el viejo; y salió lentamente.
   No aclaró el motivo de su consulta. Si se trataba de un agravio hacia él cuyo significado no había comprendido, o si quería aplicárselo a otro y hacerlo con propiedad. Aquella palabra, indeseable, permaneció por unos minutos en su consciencia, dando vueltas como esas aguas arremolinadas que no terminan de irse por los desagües viejos. No se consideraba a sí mismo como tal, desde luego, pero un cierto peso que le sabía a fracaso, que a veces era dolor, otras arrepentimiento y culpa, le acompañaban como una sombra desde que podía recordar, permitiéndole seguir adelante, sí, pero solo eso.
   Tras pasar media mañana dejándose mecer entre versos eternos de poetas ya muertos, se sintió henchido de belleza, y en un arrebato espontáneo de nostalgia decidió acercarse al colegio donde estudió sus primeros años. Aquella temporada recibía una prestación por desempleo que le permitía vivir sin demasiadas estrecheces, aunque era consciente de que cualquier charco en el camino podía enfangarlo hasta las rodillas. Disfrutaba así de un presente y de una cordura precarias, a las que se intentaba asir pero no con excesiva vehemencia, para que no salieran batiendo el aire como una mariposa asustada. Fluir con la vida, sin expectativas ni ganancias; qué difícil se le hacía.

   Se acercó así hasta la valla metálica de su antiguo centro escolar. Habían pasado más de tres décadas desde que sus pasos corrieran por el campo de fútbol donde apenas le pasaban el balón, las canastas de baloncesto, allí estaban también las gradas donde se sentaban brevemente en almuerzos fugaces, siempre con prisas por seguir jugando, viviendo, entre el griterío del patio, las carreras y las risas, alguna pelea de vez en cuando arremolinando curiosos, todo el furor de la infancia primero y después de la adolescencia en ciernes, en una mezcla de edades y juegos dispares siempre disuelta al fin por la sirena de reentrada.
   Cruzó el patio lentamente, acosado por la miríada de imágenes retenidas y en constante fluir que parecían seguir habitando ese espacio. La primavera languidecía, pero el sol apenas penetraba a cortos intervalos un manto de nubes casi cerrado que cubría la ciudad. Se detuvo un momento frente a la puerta de entrada, como si temiera violar un espacio prohibido; el interior ya se adivinaba a través de los cristales, pero los muchos reflejos hacían la imagen borrosa, casi caleidoscópica, y todo se derrumbaba encima de lo demás, se fundía por momentos, se fijaba un instante y volvía a desvanecerse.
   La puerta cedió a su brazo, mas hubo de apoyar un poco el cuerpo para poder pasar. Apenas había cambiado a como lo recordaba. Sí, se veía más nuevo, más moderno en algunos detalles del mobiliario, pero ahí se adivinaba el pasillo que conducía al gimnasio, a la derecha el espacio del conserje, la luz que colgaba a través de las cristaleras del techo, grandes plantas ornamentales junto a la entrada, y la escalera; la gran escalera, que ahora no parecía tan espaciosa, frente a él. Vio de nuevo a los escolares descender en tropel por ella. Se sorprendió a sí mismo paralizado frente a aquella chica en el primer piso. El eco de las voces, de algún grito, unas risas que vienen de más arriba, una puerta que se cierra… Después el silencio.

   Buenos días. ¿Quería algo?
  Un hombre joven, al que él rebasaría por más de una década y al que no conocía, le miraba por encima de la barra de conserjería. Había deslizado un cristal corredero y se asomaba un poco.
   No; estudié aquí. Hace mucho tiempo. Solo quería volver a ver el lugar, dijo él.
   El hombre joven sonrió sin prisa.
   Hace unos días que acabaron las clases, añadió. Estamos ordenando, de limpieza… Las aulas están cerradas, dijo en un gesto de comprensión.
   Entiendo… Gracias.
   Echó una última mirada al lugar y se dio media vuelta. Esta vez la puerta cedió ligera, y agradeció esa empatía velada del conserje, que lo acompañó aplacando la tristeza al menos hasta la calle.
   De regreso a casa volvió a pasar frente a la estación. Llegó hasta él un quejido metálico y un vago ronroneo seguido de un bufido que parecían alejarse. Pensó que siempre que pasaba por allí estaba ya partiendo un tren o avisaban de su inminente salida. Siempre tarde. Nunca llegaba a tiempo para embarcar; en un tren… cualquier tren. Y es que, ¿cómo sería empezar en otro lugar?, cualquier lugar, ¿cómo se sentiría uno?, comenzar sin peso, sin culpa, sin recuerdos, sin pasado, sin nombre. Miró un momento hacia arriba: el sol había logrado abrirse paso por un instante que le quemó un poco los ojos, y después se ocultó de nuevo tras las nubes.

   No se puede vivir sin lastre, meditó. Porque eso ya no sería un hombre. Si acaso un humano puede tratar de recomenzar cada día, con ese ciego ímpetu que no espera ganancia alguna, que le basta con seguir siendo; perseverar en alumbrar las áreas oscuras, los cruces de caminos, arrojar luz sobre sus angostos pasadizos. Y así, reconfortado por estas intuiciones siguió caminando; pero tuvo que admitir también la irrupción de un pensamiento que asomaba furtivo por un borde de su consciencia: el deseo, la esperanza de que algún día al pasar junto a la estación, un tren llevara su nombre.
   Cualquier tren.



jueves, 7 de febrero de 2019

El Decamerón

"El Decamerón" (Decameron o Decamerone, en italiano), subtitulado Príncipe Galeoto (Prencipe Galeotto en italiano antiguo) es un libro constituido por cien cuentos, algunos de ellos novelas cortas, escritos por Giovanni Boccaccio entre 1351 y 1353. Desarrolla tres temas principales: el amor, la inteligencia humana y la fortuna. Los diversos cuentos de amor en el Decamerón van de lo erótico a lo trágico. Son relatos de ingenio, bromas y lecciones vitales.

Para engarzar las cien historias, el libro está construido como una narración enmarcada. La obra comienza con una descripción de la peste bubónica (la epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348), lo que da motivo a que un grupo de diez jóvenes (siete mujeres y tres hombres) que huyen de la plaga, se refugien en una villa en las afueras de Florencia. Probablemente, Boccaccio concibió el Decamerón después de la epidemia de 1348, y lo terminó en 1353.

Además de su valor literario y amplia influencia (por ejemplo en Los cuentos de Canterbury de Chaucer), documenta la vida de la época. Escrito en el vernáculo dialecto florentino, está considerada una obra maestra de la prosa temprana en italiano.

El título principal del libro ejemplifica el cariño de Boccaccio por la filología griega: Decamerón combina dos palabras griegas, δέκα, déka ("diez") y ἡμέρα, hēméra ("día"), para formar un término que significa "[acontecimiento] de diez días". Diez días es el tiempo en el que los personajes de la narrativa que enmarca relatan sus cuentos.

El título es una referencia al Hexamerón (los "seis días" de la Creación) de San Ambrosio, una reformulación en verso del relato bíblico del Génesis. La intención de Boccaccio es construir una analogía entre su propia obra y la de San Ambrosio: como el santo narra la creación del mundo y de la humanidad, de la misma manera el Decamerón narra la recreación de la humanidad, que se produce mediante los diez protagonistas y sus cuentos, tras la desolación que la peste ha producido en Florencia en el año 1348.

El subtítulo de Boccaccio, Prencipe Galeotto (Príncipe Galeotto o Galehaut), se refiere a Galeotto, un rey ficticio retratado en el Lanzarote-Grial a quien a veces se le denomina por el título de haut prince ("alto príncipe"). Galeotto fue amigo íntimo de Lanzarote del Lago y un enemigo del rey Arturo. Cuando Galeotto supo que Lanzarote amaba a la reina Ginebra, esposa de Arturo, organizó un encuentro entre su amigo y Ginebra. En este encuentro la reina primero besa a Lanzarote, y así comienza su affair.

En el Canto V del Infierno, Dante compara a estos dos amantes ficticios con los enamorados de la vida real Francesca de Rímini y Paolo Malatesta, cuya relación él dramatiza. En el Infierno, Francesca y Paolo leen sobre Lanzarote y Ginebra, y la historia los apasiona hasta el punto de ponerse a hacer el amor.

La descripción de Dante de la munificiencia de Galeotto y su benevolencia en medio de la intriga impresionó a Boccaccio. Al invocar el nombre Prencipe Galeotto en el título alternativo a Decamerón, Boccaccio alude a un sentimiento que expresa en el texto: su compasión por las mujeres privadas de libertad a la hora de hablar, y también social, confinadas en sus casas y, a veces, sufriendo mal de amores. Contrasta su vida con la de los hombres, que disfrutan de entretenimientos como la caza, la pesca, cabalgar y la cetrería.




Giovanni Boccaccio

Giovanni Boccaccio (16 de junio de 1313 – 21 de diciembre de 1375) fue un escritor y humanista italiano. Es uno de los padres, junto con Dante y Petrarca, de la literatura en italiano. Compuso también varias obras en latín. Es recordado sobre todo como autor del Decamerón.

Giovanni Boccaccio nació en junio de 1313,​ hijo ilegítimo del mercader Boccaccio (Boccaccino) di Chellino, agente de la poderosa compañía mercantil de los Bardi. Nada se sabe con certeza acerca de la identidad de su madre. Se discute dónde nació Boccaccio: pudo haber nacido en Florencia, en Certaldo o, incluso, según algunas fuentes, en París, lugar al que su padre debía desplazarse a menudo por razón de su trabajo. Se sabe que su infancia transcurrió en Florencia, y que fue acogido y educado por su padre, e incluso continuó viviendo en la casa paterna después de 1319, cuando el mercader contrajo matrimonio con Margherita dei Mardoli. Boccaccio vivió en Florencia hasta 1325 o 1327, cuando fue enviado por su padre a trabajar en la oficina que la compañía de los Bardi tenía en Nápoles. Como Boccaccio mostraba escasa inclinación hacia los negocios, el padre decidió en 1331 encaminarlo hacia el estudio del derecho canónico. Tras un nuevo fracaso, se dedicó por entero a las letras, bajo la tutela de destacados eruditos de la corte napolitana, como Paolo da Perugia y Andalò di Negro. Frecuentó el ambiente refinado de la corte de Roberto de Anjou, de quien su padre era amigo personal. Entre 1330 y 1331 el poeta stilnovista Cino da Pistoia, enseñó Derecho en la Universidad de Nápoles, quien tuvo una influencia notable en el joven Boccaccio.

La mañana del 30 de marzo de 1331, sábado santo, cuando el autor tenía diecisiete años, conoció a una dama napolitana de la que se enamoró apasionadamente —el encuentro se describe en su obra Filocolo—, a la que inmortalizó con el nombre de Fiammetta («Llamita») y a la que cortejó sin descanso con canciones y sonetos. Es posible que Fiammetta fuese María de Aquino, hija ilegítima del rey y esposa de un gentil hombre de la corte, aunque no se han encontrado documentos que lo confirmen. Fiammetta abrió a Boccaccio las puertas de la corte y, lo que es más importante, lo impulsó en su incipiente carrera literaria. Bajo su influencia escribió Boccaccio sus novelas y poemas juveniles, desde el Filocolo al Filostrato, la Teseida, el Ameto, la Amorosa visión y la Elegía de Madonna Fiammetta. Se sabe que fue Fiammetta la que puso fin a la relación entre los dos, y que la ruptura le causó a Boccaccio un hondo dolor.

En diciembre de 1340, después de al menos trece años en Nápoles, tuvo que regresar a Florencia a causa de un grave revés financiero sufrido por su padre. Entre 1346 y 1348 vivió en Rávena, en la corte de Ostasio da Polenta, y en Forlì, como huésped de Francesco Ordelaffi; allí conoció a los poetas Nereo Morandi y Checco di Melletto, con los cuales mantuvo después correspondencia.

En 1348 regresó a Florencia, donde fue testigo de la peste que describe en el Decamerón. En 1349 murió su padre, y Boccaccio se estableció definitivamente en Florencia, para ocuparse de lo que quedaba de los bienes de su padre. En la ciudad del Arno llegó a ser un personaje apreciado por su cultura literaria. El Decamerón fue compuesto durante la primera etapa de su estancia en Florencia, entre 1349 y 1351. Su éxito le valió ser designado por sus conciudadanos para el desempeño de varios cargos públicos: embajador ante los señores de Romaña en 1350, camarlengo de la Municipalidad (1351) o embajador de Florencia en la corte papal de Aviñón, en 1354 y en 1365.

En 1351 le fue confiado el encargo de desplazarse a Padua, donde vivía Petrarca, a quien había conocido el año anterior, para invitarlo a instalarse en Florencia como profesor. Aunque Petrarca no aceptó la propuesta, entre ambos escritores nació una sincera amistad que se prolongaría hasta la muerte de Petrarca, en 1374.

La tranquila vida de estudioso que Boccaccio llevaba en Florencia fue interrumpida bruscamente por la visita del monje sienés Gioacchino Ciani, quien lo exhortó a abandonar la literatura y los argumentos profanos. El monje causó tal impresión en Boccaccio que el autor llegó a pensar en quemar sus obras, de lo que fue afortunadamente disuadido por Petrarca.

En 1362 se trasladó a Nápoles, invitado por amigos florentinos, esperando encontrar una ocupación que le permitiese retomar la vida activa y serena que había llevado en el pasado. Sin embargo, la ciudad de Nápoles en la época de Juana I de Anjou era muy diferente de la ciudad próspera, culta y serena que había conocido en su juventud. Boccaccio, decepcionado, la abandonó pronto. Tras una breve estancia en Venecia para saludar a Petrarca, en torno al año 1370 se retiró a su casa de Certaldo, cerca de Florencia, para vivir aislado y poder así dedicarse a la meditación religiosa y al estudio, actividades que solo interrumpieron algunos breves viajes a Nápoles en 1370 y 1371. En el último período de su vida recibió del ayuntamiento de Florencia el encargo de realizar una lectura pública de La Divina Comedia de Dante, que no pudo concluir a causa de la enfermedad que le causó la muerte el 21 de diciembre de 1375.

miércoles, 6 de febrero de 2019

Rip Van Winkle

"Rip Van Winkle" es un cuento corto de Washington Irving, y también el nombre del protagonista. Fue parte de una colección de cuentos titulado The Sketch Book of Geoffrey Crayon. El relato fue escrito mientras Irving vivía con su hermana Sarah y su cuñado Henry van Wart en Birmingham, Inglaterra.

Aparte de este cuento, "Rip van Winkle" se puede referir a alguien que duerme por un largo período, o alguien que sin explicación alguna no está al tanto de lo que ha sucedido.

El cuento toma el nombre del protagonista, Rip van Winkle: un campesino -de origen holandés-, que se suele escapar de su esposa porque lo regañaba continuamente. Normal, a ella no le gustan sus aventuras (¿les es familiar la historia?). Y hete aquí que un día se queda dormido bajo un árbol, y al regresar a su pueblo se encuentra con que han pasado 20 años. Un completo anacronismo.

Se trata de una historia clásica, que se ha adaptado en infinitud de ocasiones, y -de hecho- no es original, porque se inspira en la leyenda de Los siete durmientes de Éfeso (una de las más antiguas del Cristianismo). O, por acercarlo a nuestro país, recuerda a la leyenda de San Virila, del Monasterio de Leyre, en Navarra (cuenta la historia que el abad del monasterio comenzó a meditar sobre el gozo de la eternidad, y... se le pasaron 300 años del tirón).

Rip Van Winkle es el granjero protagonista de este relato de Washington Irving quien, vagando por el monte, encuentra a un grupo de enanos jugando a los bolos y cae dormido después de beber con ellos un extraño licor. Al despertar, muchos años después, es un hombre viejo y comprueba que todo ha cambiado a su alrededor. Su mujer ha muerto, sus hijos se han marchado, y el retrato de George Washington cuelga en los lugares públicos en lugar del rey Jorge III. Entonces, el anciano Winkle se dedica a explicar a sus conciudadanos cómo eran las cosas en el periodo prerrevolucionario estadounidense.

El cuento ha sido adaptado en los últimos dos siglos, desde obras de teatro a caricaturas y películas. El actor Joseph Jefferson fue el más asociado con el personaje en el escenario del siglo XIX e hizo una serie de películas acerca del personaje empezando en 1896, la primera de las cuales está en el National Film Registry, el registro nacional de películas de los Estados Unidos de América. El hijo de Jefferson, Thomas, continuó el trabajo de su padre, y también encarnó al personaje en un número de películas a inicios del siglo XX.



lunes, 4 de febrero de 2019

La Mansión Farrell

 "La Mansión Farrell"
Vicente Ortíz Guardado


La mansión de los Farrell seguía tal como la recordaba de pequeño; quizá un poco más grande, pero todo permanecía igual, era increíble, hasta el olor persistía impregnándolo todo con aquel perfume que creía olvidado. Los viejos, pero lujosos y bien conservados muebles seguían en su sitio, los colores de las paredes, los cuadros, la enorme biblioteca familiar, las habitaciones… Era como viajar en el tiempo y volver a revivir aquellas pesadillas de juventud.

La casualidad había hecho que tuviera que volver después de tantos años, pero ya no era el niño que entraba acompañando a Thomas Farrell, mi mejor amigo, para hacer los deberes del colegio. Él siempre se reía de mí, pero como sabía que me daba un poco de miedo su familia, entrábamos directamente a su habitación para hacer los trabajos. Luego le obligaba a acompañarme hasta la puerta para no encontrarme a solas con sus padres. Me daban auténtico pavor aquellas miradas perdidas o verlos deambular a oscuras por los tétricos pasillos mientras tarareaban viejas canciones.

Ahora era cuestión de trabajo y en cuanto tomara unas fotos para la tasación, saldría de aquellos horribles muros para no volver jamás. Encendí todas las luces y empecé con mi cometido como si de cualquier otra vivienda se tratara. No puede evitar sentir un escalofrío cuando entré en el cuarto donde todo ocurrió. Según hacía las fotos, algo despertó en mi interior una curiosidad casi morbosa, como si una voz me animara a hacerlo. No dudé a la hora de escudriñar cada rincón del enorme armario macizo de madera y abrir uno a uno cada cajón de la cómoda y la mesilla. Nada me llamó especialmente la atención, realmente solo había ropa y juguetes. Me habría hecho ilusión encontrar algún cuaderno o libro con apuntes de su puño y letra. Decepcionado, me senté en el borde de la cama en la que tantas veces había saltado jugado con Thomas a intentar tocar la llamativa viga de madera que atravesaba el techo de la habitación. Fue entonces cuando la coraza que había creado durante años se destrozó. En unos segundos afloraron viejos recuerdos que creía enterrados y alcé la vista para plantarla en esa viga, la misma que había servido para realizar aquella estúpida ceremonia diabólica en la que mi amigo había perdido la vida a manos de sus propios padres.  

Tres golpes secos que llegaban de la planta baja, me sacaron de mis cavilaciones y de un respingo me levanté de la cama. Seguramente alguien del banco o el propio dueño, ese excéntrico que seguía manteniendo aquel viejo caserón tal como era en los sesenta, había llegado. Al salir de la habitación y adentrarme en el espacioso pasillo que llevaba a la escalera, volví a sentir un escalofrío y otro maldito recuerdo apareció tan fresco como si lo estuviera viendo; una entrevista televisada en la que los padres de Thomas, pocos días antes de ser ejecutados en la silla eléctrica, afirmaban que unas voces les habían dicho que lo hicieran. -Malditos locos- susurré mientras bajaba.
-Hola, Andy -dijo el hombre tras abrir la puerta.
Hacía años que nadie me llamaba así, de hecho, solamente Thomas y Many, el hijo de la cocinera, solían hacerlo.
-Buenas tardes -contesté intrigado-, ya he terminado el trabajo y me iba ahora mismo. En cuanto esté todo listo le llamarán de la oficina.
-¿Es que no te acuerdas de mí? -preguntó sonriente mientras me ofrecía su mano-. La verdad es que han pasado muchos años, Andrew, pero en cuanto te he visto, te he reconocido.

No supe qué contestar en ese momento, pensé en Many, pero sus rasgos latinos no encajaban con los del hombre que me examinaba. Miré fijamente a sus ojos y fue como si me susurraran:
-Las voces insistieron y no pude hacer otra cosa para librarme de ellas. Mis padres tuvieron que mentir y cargaron con ello, ¿ves como no eran tan malos?