viernes, 22 de septiembre de 2017

Rayuela

Rayuela es una novela del escritor argentino Julio Cortázar. Escrita en París y publicada por primera vez el 28 de junio de 1963,​ constituye una de las obras centrales del boom latinoamericano.

Narra la historia de Horacio Oliveira, su protagonista, pone en juego la subjetividad del lector y tiene múltiples finales. A esta obra suele llamársela «antinovela», aunque el mismo Cortázar prefería denominarla «contranovela».

Si bien el estilo que se mantiene a lo largo de la novela es muy variado, se la considera una de las primeras obras surrealistas de la literatura argentina. «De alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura», dijo Cortázar cuando le preguntaron qué significaba Rayuela para él.

Contar el argumento de Rayuela de una manera lineal es, con toda seguridad, un reduccionismo que aleja al lector del sentido de la obra, pues excluye el vasto universo psicológico de los personajes y las complejas relaciones de estos con temas como el amor, la muerte, los celos y el arte, entre otros.

Julio Cortázar tenía pensado titular la novela Mandala, nombre que alude a los símbolos circulares del hinduismo y del budismo que representan los universos interno (microcosmos) y externo (macrocosmos) y se utilizan en meditación para alcanzar la unidad con el ser, justamente la búsqueda de Horacio Oliveira, protagonista de la novela. Sin embargo, al autor le sonaba pretencioso titularla así, por lo que decidió finalmente llamarla Rayuela, en referencia al juego infantil. El objetivo de dicho juego es alcanzar el cielo, es decir el noveno cuadro, por medio de saltos en un pie. De ese modo, el cielo de la rayuela se constituye en el símbolo de esa quimera autoimpuesta de Oliveira de buscar siempre algo que no sabe qué es.

En su fondo y en su forma, Rayuela reivindica la importancia del lector y, hasta cierto punto, lo empuja a una actividad y a un protagonismo antes negados por la novela clásica, en la cual lo importante era conducir a este por la linealidad de la historia hasta el final. En Rayuela, en cambio, el argumento se concibe no más que como un escenario en el cual los personajes se desenvuelven en una libre y profunda vitalidad que el autor les otorga y de la que él mismo dice no hacerse responsable.

Rayuela plantea la negación de la cotidianidad y la apertura a nuevas realidades donde las situaciones más absurdas se toman hasta sus consecuencias más trágicas con total ligereza, incluso con sentido del humor. Estos caminos que se plantean constituyen una nueva forma de llegar al cielo de la rayuela.

Muchos críticos se refieren a esta obra como una «antinovela» por su carácter innovador, ya que rompe con todos los cánones prestablecidos en la época de su primera publicación. Sin embargo, Cortázar no estaba totalmente de acuerdo con esta clasificación, pues dicho término le parecía una «tentativa un poco venenosa de destruir la novela como género», según afirmó en una entrevista. Por esta razón él prefería denominarla «contranovela», pues con Rayuela buscaba «ver de otra manera el contacto entre la novela y el lector»: incitar a este a que modificara su actitud pasiva frente a la novela, convertirlo en parte activa y crítica de esta y suscitar así «una especie de polémica entre un autor y un lector».





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