domingo, 18 de febrero de 2018

Marqués de Sade

Donatien Alphonse François de Sade, conocido por su título de marqués de Sade (París, 2 de junio de 1740-Charenton-Saint-Maurice, Val-de-Marne, 2 de diciembre de 1814), fue un filósofo y escritor francés, autor de Los crímenes del amor, Aline y Valcour y otras numerosas novelas, cuentos, ensayos y piezas de teatro. También le son atribuidas Justine o los infortunios de la virtud, Juliette o las prosperidades del vicio, Las 120 jornadas de Sodoma y La filosofía en el tocador, entre otras.

En sus obras son característicos los antihéroes, protagonistas de violaciones y de disertaciones en las que, mediante sofismas, justifican sus actos. La expresión de un ateísmo radical, además de la descripción de parafilias y actos de violencia, son los temas más recurrentes de sus escritos, en los que prima la idea del triunfo del vicio sobre la virtud.

Fue encarcelado bajo el Antiguo Régimen, la Asamblea Revolucionaria, el Consulado y el Primer Imperio francés, pasando veintisiete años de su vida encerrado en diferentes fortalezas y «asilos para locos». También figuró en las listas de condenados a la guillotina. En 1803 escribió, refiriéndose a su largo encierro:

"Los entreactos de mi vida han sido demasiado largos."

Protagonizó varios incidentes que se convirtieron en grandes escándalos. En vida, y después de muerto, le han perseguido numerosas leyendas. Sus obras estuvieron incluidas en el Index librorum prohibitorum (Índice de libros prohibidos) de la Iglesia católica.

A su muerte era conocido como el autor de la «infame» novela Justine, por lo que pasó los últimos años de su vida encerrado en el manicomio de Charenton. Dicha novela fue prohibida, pero circuló clandestinamente durante todo el siglo XIX y mitad del siglo XX, influyendo en algunos novelistas y poetas, como Flaubert, que en privado lo llamaba «el gran Sade», Dostoyevsky, Swinburne, Rimbaud o Apollinaire, quien rescata su obra del «infierno» de la Biblioteca Nacional de Francia, y que llegó a decir que el marqués de Sade fue «el espíritu más libre que jamás ha existido».

André Breton y los surrealistas lo proclamaron «Divino Marqués» en referencia al «Divino Aretino», primer autor erótico de los tiempos modernos (siglo XVI). Aún hoy su obra despierta los mayores elogios y las mayores repulsas. Georges Bataille, entre otros, calificó su obra como «apología del crimen».


Su nombre ha pasado a la historia convertido en sustantivo. Desde 1834, la palabra «sadismo» aparece en el diccionario en varios idiomas para describir la propia excitación producida al cometer actos de crueldad sobre otra persona.

El 2 de junio de 1740 nace Donatien Alphonse-François, hijo único de Jean-Bastiste François Joseph de Sade y de Marie Éléonore de Maillé, de sangre borbónica. La casa dinástica de los Sade era de las más antiguas de Provenza. Entre sus antepasados se cuenta Hugues III, que desposó a Laura de Noves, inmortalizada en los versos del poeta Petrarca.

Nace en el Hôtel de Condé, palacio de los príncipes de Condé, y allí pasará su primera infancia, pues su madre es dama de compañía de la princesa. Fue bautizado el día después de su nacimiento en la iglesia de Saint-Sulpice de París.13​ Su nombre de pila debió ser Louis Aldonse Donatien, pero un error durante la ceremonia del bautizo lo dejó en Donatien Alphonse François.​ Durante sus primeros años será educado junto al príncipe Luis José de Borbón-Condé.

Iglesia de Saint-Sulpice, en París, donde Sade fue bautizado el 3 de junio de 1740.
Cuando Donatien cuenta 4 años de edad, Marie Eléonore abandona el empleo de dama de compañía de la princesa para acompañar a su esposo en los viajes a los que le obliga su condición de diplomático al servicio del príncipe-elector de Colonia.​ Donatien es enviado al castillo de Saumane el 14 de agosto de 1744, quedando a cargo de su abuela y de sus tías paternas. Por indicación de su padre, su tío paterno Jacques François Paul Aldonce de Sade, entonces abad de Saint-Léger d'Ebreuil, escritor, comentarista de la obra de Petrarca y libertino afamado, lo lleva consigo el 24 de enero de 1745 para encargarse de su educación, en el monasterio benedictino de Saint-Léger d'Ebreuil. A Donatien se le asigna como tutor al abad Jacques Francois Amblet, quien le acompañará durante gran parte de su vida. En su encierro en diferentes fortalezas, Donatien compartirá sus obras con Amblet para que las lea y las comente. En ese tiempo, Amblet continuará dándole consejos literarios. Sin que exista constancia de la fecha, cuando Donatien cuenta seis o siete años de edad, su madre ingresa en un convento de París.

En 1750, con 10 años, Donatien vuelve a París en compañía del abad Amblet e ingresa en el prestigioso colegio jesuita Louis-le-Grand. Desde temprana edad se entregó a la lectura. Leía todo tipo de libros, pero prefería las obras de filosofía e historia y, sobre todo, los relatos de viajeros, que le proporcionaban información sobre las costumbres de pueblos lejanos. Durante su estancia en Louis-le-Grand aprendió música, danza, esgrima y escultura. Además, como era habitual en los colegios jesuitas, se interpretaban numerosas obras teatrales. Mostró mucho interés por la pintura, y pasaba horas enteras en las galerías de cuadros que desde entonces estaban abiertas al público en el Louvre. Además, aprendió italiano, provenzal y alemán.

El 24 de mayo de 1754, cuando todavía no había cumplido los 14 años, ingresa en la academia militar. El 17 de diciembre de 1755 accede, con el grado de subteniente honorario, al Regimiento de Caballería Ligera de la Guardia del Rey (École des Chevaux-légers), pasando a formar parte de la élite del ejército francés. Al año siguiente es nombrado segundo teniente en el Regimiento Real de Infantería.

El 19 de mayo de 1756 se declara la Guerra de los Siete Años. Donatien, que aún no ha cumplido los 16 años, recibe su bautismo de fuego: Con el grado de teniente, al mando de cuatro compañías de filibusteros participa en la toma de Mahón a los ingleses bajo las órdenes del Conde de Provenza. Una crónica de La Gaceta de París informa: «El marqués de Briqueville y el señor de Sade atacaron con energía la fortaleza y tras un acalorado y mortífero intercambio de fuego, consiguieron, mediante ataques frontales, tomar el objetivo y establecer una cabeza de puente». En ese asalto murieron más de cuatrocientos franceses. Más tarde lo trasladarían al frente de Prusia. El 14 de enero de 1757, ya en Prusia, le nombran portaestandarte en el Regimiento de Carabineros del Rey, y el 21 de abril le ascienden a capitán de la caballería de Borgoña. Según Jacques-Antoine Dulaure (Liste des noms des ci-devant nobles, París, 1790), en aquella época Sade habría viajado por Europa hasta Constantinopla.

En su novela Aline y Valcour, escrita durante su confinamiento en la Bastilla, encontramos un pasaje probablemente referido a su infancia y adolescencia que se considera autobiográfico.

El 10 de febrero de 1763 se firma el Tratado de París, que pone fin a la guerra. Donatien es licenciado y regresa a Lacoste. Durante los meses siguientes, su padre negocia su boda con la hija mayor de los Montreuil, familia perteneciente a la nueva nobleza, con una excelente posición económica e influencias en la Corte.

Donatien, enamorado de una jovencita de la nobleza de Lacoste, la señorita de Laurais, de Vacqueyras, y que ya había expresado a su padre sus deseos de casarse por amor, accede sin embargo a la imposición paterna. El 1 de mayo los reyes dan su consentimiento en presencia de las dos familias y la llamativa ausencia de Donatien. El 15 de mayo se firma el contrato matrimonial entre Donatien de Sade y Renèe-Pélagie Cordier de Launay de Montreuil. Es en ese momento cuando Donatien y Renèe se ven por primera vez, casándose dos días después, el 17 de mayo, en la iglesia de Saint-Roch de París. El matrimonio tendría tres hijos: Louis-Marie, nacido un año después de la boda, Donatien-Claude-Armand y Madeleine-Laure.

Para Simone de Beauvoir, Sade fue un hombre racionalista, que necesitaba comprender la dinámica interna de sus actos y los de sus semejantes, y que sólo se afilió a las verdades dadas por la evidencia. Por eso fue más allá del sensualismo tradicional, hasta transformarlo en una moral de singular autenticidad. Además, según esta autora, las ideas de Sade se anticiparon a las de Nietzsche, Stirner, Freud y a las del surrealismo, pero su obra resulta en buena medida ilegible, en sentido filosófico, y llega incluso a la incoherencia.

Para Maurice Blanchot, el pensamiento de Sade es impenetrable, pese a que abunden en su obra los razonamientos teóricos, expresados con claridad, y pese a que éstos respeten escrupulosamente las disposiciones de la lógica. En Sade, el uso de sistemas lógicos es constante; retorna con paciencia sobre un mismo asunto una y otra vez, mira cada cuestión desde todos los puntos de vista, examina todas las objeciones, responde a ellas, encuentra otras a las cuales responde también. Su lenguaje es abundante, pero claro, preciso y firme. Sin embargo, según Blanchot, no es posible ver el fondo del pensamiento sadiano o hacia dónde se dirige exactamente, ni de dónde parte. Así pues, tras la intensa racionalización hay un hilo conductor de completa irracionalidad.

La lectura de la obra de Sade, dice Blanchot, genera en el lector un malestar intelectual frente a un pensamiento que siempre se reconstruye, tanto más en la medida en que el lenguaje de Sade es sencillo, y no recurre a figuras retóricas complicadas ni a argumentos rebuscados.

Muchas de las obras de Sade contienen explícitas descripciones de violaciones e innumerables perversiones, parafilias y actos de violencia extrema que en ocasiones trascienden los límites de lo posible. Sus protagonistas característicos son los antihéroes, los libertinos que protagonizan las escenas de violencia y que mediante sofismas de todo tipo justifican sus acciones.

Concepción Pérez destaca el humor y la ironía de Sade, aspectos en los que la crítica no se habría detenido lo suficiente, considerando que «uno de los grandes errores que vician la lectura de Sade, lo constituye precisamente el tomárselo demasiado en serio, sin considerar el alcance de ese humor (negro) que empapa su escritura».​ No obstante, la mayoría de los que han interpretado la obra de Sade han querido ver en las disertaciones de sus antihéroes los principios filosóficos del propio Sade. Ya en vida, Sade tuvo que defenderse de estas interpretaciones:

"Cada actor de una obra dramática debe hablar el lenguaje establecido por el carácter que representa; que entonces es el personaje quien habla y no el autor, y que es lo más normal del mundo, en ese caso, que ese personaje, absolutamente inspirado por su papel, diga cosas completamente contrarias a lo que dice el autor cuando es él mismo quien habla. Ciertamente, ¡qué hombre hubiera sido Crébillon si siempre hubiera hablado como Atrée!; ¡qué hombre hubiera sido Racine si hubiera pensado como Nerón!; ¡qué monstruo hubiera sido Richardson si no hubiera tenido otros principios que los de Lovelace!"

Sade fue un autor prolífico que se adentró en diversos géneros. Gran parte de su obra se perdió, víctima de varios ataques; entre ellos, los de su propia familia, que destruyó numerosos manuscritos en más de una ocasión. Otras obras permanecen inéditas, principalmente su producción dramática (sus herederos poseen los manuscritos de 14 obras de teatro inéditas).

Se conoce que en su estancia en Lacoste, posterior al escándalo de Arcueil, Sade formó una compañía de teatro que daba representaciones semanales, en algunas ocasiones de sus propias obras. También se sabe que en ese tiempo viajó a Holanda para intentar publicar algunos manuscritos. De estos trabajos, que serían su primera obra, no se conserva nada. Posteriormente, durante su viaje por Italia tomó numerosas notas sobre las costumbres, la cultura, el arte y la política del país; como resultado de esas notas escribe Viaje por Italia, que nunca ha sido traducida al español.

Ya preso en Vincennes escribe Cuentos, historietas y fábulas, colección de cuentos muy breves entre los que destaca con mayor extensión, por su humor e ironía, llegando al sarcasmo, El presidente burlado.

En 1782, también mientras estaba en prisión, escribió el relato corto Diálogo entre un sacerdote y un moribundo, en el que expresa su ateísmo mediante el diálogo entre un cura y un viejo moribundo, quien convence al primero de que su vida piadosa ha sido un error.

En 1787, Sade escribió Justine o los infortunios de la virtud, una primera versión de Justine, que fue publicada en 1791. Describe las desgracias de una chica que elige el camino de la virtud y no obtiene otra recompensa que los repetidos abusos a los que es sometida por varios libertinos. Sade escribió también L'Histoire de Juliette (1798) o El vicio ampliamente recompensado, que narra las aventuras de la hermana de Justine, Juliette, quien elige rechazar las enseñanzas de la iglesia y adoptar una filosofía hedonista y amoral, lo que le proporciona una vida llena de éxito.

La novela Los 120 días de Sodoma, escrita en 1785, aunque no terminada, cataloga una amplia variedad de perversiones sexuales perpetradas contra un grupo de adolescentes esclavizados, y es el trabajo más gráfico de Sade. El manuscrito desapareció durante la toma de la Bastilla, pero fue descubierto en 1904 por Iwan Bloch, y la novela fue publicada en 1931-1935 por Maurice Heine.

La novela La filosofía en el tocador (1795) relata la completa perversión de una adolescente, llevada a cabo por unos «educadores», hasta el punto que termína matando a su madre del modo más cruel posible. Está escrita en foma de diálogo teatral, incluyendo un extenso panfleto político, ¡Franceses! ¡Un esfuerzo más si deseáis ser republicanos!, en el que, coincidiendo con la opinión del «educador» Dolmancé, se hace un llamamiento a profundizar en una revolución que se considera inacabada. El panfleto fue vuelto a publicar y distribuido durante la Revolución de 1848 en Francia.

El tema de Aline y Valcour (1795) es recurrente en la obra de Sade: una pareja de jóvenes se quieren, pero el padre de ella trata de imponer un matrimonio de conveniencia. La novela se compone de varias tramas; la principal, narrada mediante una serie de cartas que se cruzan los distintos protagonistas, y los dos viajes y peripecias de cada uno de los jóvenes: Sainville y Leonore. En el viaje de Sainville se incluye el relato de la isla de Tamoe, descripción de una sociedad utópica. Este fue el primer libro que Sade publicó con su verdadero nombre.

En 1800 publicó una colección de cuatro volúmenes de relatos titulada Los crímenes de amor. En la introducción, Ideas sobre las novelas, da un consejo general a los escritores y hace referencia asimismo a las novelas góticas, especialmente a El monje de Matthew Gregory Lewis, que considera superior al trabajo de Ann Radcliffe. Uno de los relatos de la colección, Florville y Courval, ha sido considerado también como perteneciente al género «gótico». Es la historia de una joven mujer que, contra su voluntad, termina enredada en una intriga incestuosa.

Mientras estaba encarcelado nuevamente en Charenton, escribió tres novelas históricas: Adelaide de Brunswick, Historia secreta de Isabel de Baviera y La marquesa de Gange. Escribió también varias obras de teatro, la mayor parte de las cuales permanecieron inéditas. Le Misanthrope par amour ou Sophie et Desfrancs fue aceptada por la Comédie-Française en 1790 y Le Comte Oxtiern ou les effets du libertinage fue representada en el Teatro Molière en 1791.

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