martes, 6 de marzo de 2018

Historias de Nueva York

Con un excelente sentido del humor, una mordacidad llena de chispa y una envidiable soltura, O. Henry escribió numerosos cuentos llenos de encanto, dentro del orden establecido y, digámoslo así, "para todas las almas".

De los 17 relatos cortos de Historias de Nueva York es que son perfectas trick stories, es decir, relatos que dan un inesperado giro en su última parte. Y como el título del libro indica, todos ellos están ambientados en Nueva York. Los equívocos, las circunstancias irónicas, las relaciones insólitas, los desenlaces sorprendentes de cuentos tan paradigmáticos como El regalo de los Reyes Magos y Los pasajeros en Arcadia, le convierten en el gran maestro del relato corto. El autor está considerado como uno de los maestros del relato corto.

En la contraportada de este agradable recopilatorio, editado de forma muy elegante por Nórdica Libros, se citan unas palabras del mismísimo Borges afirmando que O. Henry llevó la doctrina de Edgar Allan Poe ("todo cuento debe redactarse en función de su desenlace") hasta la exageración, pero logrando gracias a ello "más de una breve y patética obra maestra". Y yo no puedo por menos de estar de acuerdo.

Pero, ¿quién se esconde tras ese nombre a medias de O. Henry? 

La respuesta es William Sidney Porter, un hombre que nació en la segunda mitad del siglo XIX en Carolina del Norte, y que tras una juventud un poco turbulenta, con diferentes trabajos y una condena de tres años de cárcel por robar en el banco en el que estaba empleado, se trasladó a la Gran Manzana. Allí se decidió a probar suerte como escritor inspirándose en la urbe que le había acogido y cambió su nombre por el de O. Henry. Según se cuenta, escogió la aislada "o" por ser ésta la letra más sencilla de escribir, y "Henry", acordándose del nombre de pila de uno de los funcionarios de prisión que había conocido durante su condena. Los cuentos recogidos en este libro poseen títulos sencillos pero sugerentes ("Después de veinte años", "El regalo de Reyes", "La última hoja"...), y han conseguido introducirme de cabeza en sus tramas en sus primeros párrafos, haciendo que no pudiera despegar mis ojos de sus páginas hasta llegar a sus sorprendentes finales.

Los argumentos de estos relatos de O. Henry son muy diferentes (dos amigos que se reencuentran tras veinte años con vidas totalmente opuestas; un farmaceútico maquiavélico dispuesto a todo por frustrar un romance; una anciana tan rica como tacaña misteriosamente obsesionada con una bella secretaria; dos mujeres con más en común de lo que parece; un tipo que dice sufrir de amnesia y abandona su grisácea vida, etc...). Pero sus personajes comparten ciertos rasgos: pasión por la cosas y las personas hermosas; disconformidad ante una existencia que parece empeñada en verles frustrados; esperanza por que las cosas mejoren en poco tiempo y, por supuesto, la ciudad de Nueva York, que es testigo y responsable de sus penas, alegrías y pasiones.

Divertido, agradable, fácil de leer. Recomendable.





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