Marqués de Sade. Escritor prohibido en su tiempo, tenía sus razones. Que los personajes de sus historias pertenecieran en su mayoría a la clase religiosa y política y bien acomodada. Una cosa más, estos personajes se veían envueltos en historias de parafilias, abusos, masoquismo, adulterio, promiscuidad, etc. Un autor que se debe leer. Escribía con la verdad y la verdad casi siempre es incómoda.
Es una de sus obras donde Sade nos muestra ese lado poco conocido, colección de cuentos con escaso contenido sexual, manuscritos mas humorísticos que eróticos.
Sumamente divertido, una sátira de obras breves, en donde el doble sentido y la vulgaridad explícita tienen un rol fundamental. Siendo el cuento de mayor trabajo y que sin dudarlo en Marqués de Sade empleó para descargar toda su ira reprimida contra el escándalo que lo haría la presa ideal de la Magistratura francesa, es El Presidente Burlado.
Es deseo de su autor que estos relatos proporcionen al lector “salud, riqueza y placer”. De no ser así, cuenta con su permiso para destruirlos. Pero escritores como Octavio Paz, Roland Barthes o Passolini no pueden estar equivocados cuando ensalzan la prosa del Marqués de Sade y lo proclaman por ser el defensor de los derechos de las pasiones. Como señala Javier Memba, “Desde los poetas malditos hasta los surrealistas, desde Nietzsche a Sartre, pocos autores han ejercido una influencia tan grande en la heterodoxia de los últimos dos siglos como el marqués”.
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