Gracias a las circunstancias excepcionales en las que creció, Pardo Bazán se convirtió en una joven de brillante formación, grandes inquietudes intelectuales y amplia cultura literaria y lingüística. Fue muy precoz en sus hábitos como lectora y escritora, pues compuso sus primeros versos a los 9 años y publicó su primer cuento a los 15, Un matrimonio del siglo XIX. Lamentablemente, la España de ese siglo no estaba preparada para una mujer tan avanzada a su época y no pudo asistir a la universidad por estar prohibida la presencia de mujeres en las aulas. Fue muy precoz en sus hábitos como lectora y escritora, pues compuso sus primeros versos a los 9 años y publicó su primer cuento a los 15.
Pardo Bazán se casó en 1868, a los 16 años, inaugurando un matrimonio fruto del cual nacerían sus tres hijos y que nunca le impidió seguir adelante con su vocación de poeta y escritora. En 1869, su padre dejó Madrid y toda la familia emprendió un viaje por Italia y Francia que expandió todavía más los horizontes culturales de la autora.
Entre sus primeras producciones literarias destacan obras de ensayo y poesía. Pardo Bazán profesaba una gran admiración a otro literato y gallego ilustre del siglo XVIII, Benito Jerónimo Feijóo, sobre el que escribió una obra de análisis crítico. Con él compartía esa vocación de ir siempre un paso por delante de sus contemporáneos. Por otro lado, en 1881, Emilia publicó una obra poética titulada Jaime, como su primer hijo, en la que demostró sus habilidades líricas y que fue el resultado del trabajo conjunto con su gran amigo Francisco Giner de los Ríos.
Si bien Pardo Bazán cultivó numerosos géneros literarios, fue en la narrativa donde la autora se reveló más prolífica. A principios del siglo XIX, y así como sucedía en casi el resto de las artes, los escritores españoles se movían dentro de los cánones del Romanticismo. Los románticos habían revolucionado el panorama literario con su ruptura frente a las convenciones neoclásicas, pero hacia 1850 la idealización de la realidad y las pasiones exaltadas que veneraba el romanticismo fueron superadas por una nueva corriente literaria. Desde el otro lado de la frontera norte de la Península llegó la influencia del realismo, cuyas nuevas normas desplazaron el agotado romanticismo.
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