"Corazón Delator"
Jull Antonio Casas Romero
Esa ultima noche parecía especialmente larga, en un lento discurrir en el tiempo, con el ocaso agonizante e irreal del viento muerto que acariciaba la piel en parsimonia final. Era tanto como arrastrarse tras haber disfrutado del último sacrificio vital, con retazos de lluvia temblando como el fulgor de las estrellas, un plenilunio sin crepúsculo, ultimando los recuerdos, dejando en suspensión la vida que no iba a ser tomada de nuevo y que quedaría abandonada en espera de un alma sin dolor, llena de tristeza y vacía de sentimiento; Las calles eran extrañas solo se sentía el rumor de las criaturas convocadas, que seguían pidiendo lastimeramente despojos del festín que noche a noche mitigaban mis ansias de licor prohibido, de vida mutilada por el destino, de dolor acumulado, siglos tras siglos en esta cárcel infinita que me ata a ti, a tus deseos. Si, a tu luz, tu oscuridad, tu hambre, tu fugaz pasión: Tus insomnes afanes por delegar la eternidad en mi vida, que está perdida para siempre.
Temblaban mis dedos aferrando el ultimo trozo sangriento que te llevaba, lo pediste para complacer el ansia de tus sentidos incontinentes, casi me dolía el alma, pues mi hambre eterna clamaba por devorar ese vestigio que llevaba en las manos. La sangre teñía mis miembros con la marca infamante de tus deseos y la tibieza del corazón que latía débilmente al irse apagando; Su fuerza se debilitaba poco a poco, en un agónico palpitar de corazón arrancado, su cuerpo deliraba cuando aún gritaba tu nombre, sin saber que me habían enviado para cortar el hilo de su eterno pecado.
En la mente recuerdo como llegué hasta tus ojos, en ese día de otoño cuando despertaste por primera vez con mis deseos eternos, cuando me enseñaste a sufrir sin poder controlar el proceso de aquel sentimiento voraz; Aquel día comprendí que debía realizar tu voluntad, recuperar la señal que me quitaste cuando nací a la noche fugaz y supe que no escaparía de la vorágine que acababa de desterrarme, con un dolor más dulce de mi eterno renacer, sin luz y sin amor. El corazón pugnaba por escapar de mis manos, por llegar hasta ti rápidamente, unirse en tu cuerpo con aquel sentimiento creado en una tarde maldita siempre señalada como la hora de tus pasiones perdidas; Esta vez latía más fuerte, se sentía en la calle el sonido de sus palpitaciones ansiosas y extrañas, la víscera viscosa se resbalaba de mis manos, casi quería arrastrarme a otra dirección que no era la indicada y no pude más que tratar de esconderla entre mis ropas, pero al punto se revolvió expulsando su ultimo chorro de sangre hacia la calle, delatando totalmente su presencia, hacia el viento, hacia la noche.
No pude mas, no pude soportar la agonía de sus deseos, arroje el órgano maldito a la cuneta, para así dejar de sentir aquel terror que inspiraba su diabólica presencia, pero empezó a latir mas fuerte, casi tanto como cuando lo vi aun en su portador original por vez primera y este acepto su destino y sabia a que venía, que no importaba nada más en su destino, solo el despertar de la mañana en las manos de la persona predestinada, y luego abrió su pecho y se arrancó el corazón para ofrecérmelo en tributo sagrado.
Tuve que cogerlo de nuevo, no, miento, quise recogerlo de nuevo pero el corazón sanguinolento resbalo otra vez de mis manos temblorosas, casi sentía su lucha en mis dedos y no pude atraparlo, diriase que la vida retornaba por instantes a él; Entonces sentí la presencia del amanecer despertando en mi cuerpo perdido, solo el saber que eso no era posible, que me habías prometido la recompensa apaciguó mis temores, entonces te vi, estabas buscándome, reclamando mi demora, te vi acercándote en la oscuridad, con esa presencia fosforescente que tienes en los ojos, como cuando me descubres escondido en el sótano, terminando el festín nocturno; Te acercaste y viste el corazón exánime, tu mirada de nuevo me envolvió y sentí que dirigías hacia mi el reproche de la demora y el agradecimiento del amor. Te acercaste el corazón y lo tomaste con delicadeza, abriste mi pecho con tus garras y me pusiste aquel corazón delator que deseabas tener a tu lado para siempre. Entonces comencé a sentir aquel amor olvidado, por fin mi cuerpo prestado tenía corazón y quise agradecerte con una mirada, una mirada que pronto, lo sabía, tú lo habías prometido, tendría por fin ojos para verte.
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