viernes, 10 de abril de 2020

El Guardavías y Otros Cuentos de Fantasmas

La figura de Charles Dickens aparece ante el público actual como uno de los grandes narradores de la época victoriana, período en que, a pesar de que ejerció cierto dominio la ficción realista, no dejó de cultivarse el relato sobrenatural, al tiempo que continuó desarrollándose la representación artística de los aspectos crueles y sórdidos de la psicología humana, tal como ocurre con el autor del presente volumen, en cuyos cuentos y novelas abundan los elementos macabros y sobrenaturales, y donde se lleva hacia un mayor grado de sofisticación el retrato de la mente criminal, iluminando con ello aspectos hasta entonces no desvelados en la ficción.

La vida de Dickens, que nació el siete de febrero de 1812, estuvo siempre dominada por una gran actividad, reflejada en los múltiples aspectos desarrollados por el escritor victoriano: fue periodista, editor, novelista, productor de teatro y reformista radical. Su infancia se desenvolvió de una manera serena y alegre en Portsmouth, Londres y Chatman, hasta que en 1822, debido a la situación económica de su padre, se vio obligado a dejar la escuela y trabajar en una fábrica. Pero cuando tenía doce años, la economía familiar mejoró, permitiéndole continuar su educación hasta la edad de quince años. Durante este tiempo escuchó muchas historias macabras de labios de su niñera y realizó un gran número de lecturas, hecho que contribuyó sin duda al desarrollo de su imaginación. A los veintitrés años ya ejercía como periodista. Poco tiempo después se casó con Catherine Hogart y se convirtió en un conocido hombre de letras al publicar novelas como Oliver Twist (1838), Nicholas Nickleby (1839) y editar la revista Bentleys Miscellany. 



En 1842 visita los Estados Unidos de América, donde, a pesar de ser bien recibido, tuvo experiencias desagradables al conocer de cerca la esclavitud y el sistema penal americano. Sus impresiones críticas sobre ese país aparecieron recogidas en American Notes (1842). Dos años después viaja con su familia —compuesta por sus cinco hijos, su mujer y una hermana de ésta— a Italia; durante el viaje se agravan los problemas entre él y su mujer. Continúa viajando y escribiendo por Suiza y París, y trabaja como productor de una compañía de teatro que hace una gira por Londres y otros lugares de Inglaterra. 

En 1850, después de varios intentos, consigue su propósito de fundar un periódico radical, Households Words, que despierte la conciencia social y promueva reformas radicales. Más tarde empezó a producir un nuevo periódico, All the Year Round, donde aparecieron publicadas sus novelas A Tale of Two Cities (1859) y Grandes esperanzas (1861), así como algunos de los cuentos del presente volumen. A partir de 1860 prosiguió con sus lecturas públicas en Londres, París y los Estados Unidos, sin abandonar su actividad como escritor. No pudo completar su última gira por Inglaterra a causa de su enfermedad, que le condujo a la muerte el 9 de junio de 1870. Fue enterrado en el Poets Corner de la Abadía de Westminster.

El interés de Dickens por lo fantástico permaneció vivo a lo largo de gran parte de su producción y, a pesar de que ha sido considerado tradicionalmente como un escritor realista, últimamente se reconoce cada vez más la importancia de la fantasía en su obra. El crimen y los criminales siempre fascinaron a Dickens, y a veces ocupan un lugar central en sus novelas. Así ocurre en Martin Chuzzlewit (1844), un estudio sobre una infancia turbulenta, donde se usa el sueño —la visión del asesinato de la víctima— como un medio de despertar el terror de una manera sofisticada. Bleak House supone una devastadora crítica del sistema legal inglés realizada sobre fundamentos góticos; el horror se manifiesta aquí en las esferas jurídicas y sociales. También se pueden apreciar aspectos de la ficción fantástica en Little Dorrit (1857), una muestra de cómo el medio social puede acabar convirtiéndose en prisión; en Our Mutual Friend, un caso de falsa identidad; pero sobre todo en Edwin Drood, novela que dejó inacabada y que revela el impulso de Dickens hacia lo fantástico de una manera más manifiesta. La acción se desarrolla en ambientes góticos, y la constitución psicológica del asesino se muestra a través de visiones eróticas y violentas provocadas por el opio, haciendo visible los rincones más escondidos de la mente criminal. 

La serie de cuentos que componen el presente volumen es una muestra abundante de la ficción sobrenatural escrita por Dickens. Algunos de ellos fueron publicados en Navidad, contribuyendo a reforzar la tradición victoriana de ocupar la velada de Nochebuena escuchando y contando cuentos de terror y de fantasmas. El propio Dickens trató de explicar esta costumbre en un artículo titulado “A Christmas Tree”, publicado en el primer número navideño de Household Words. En todos estos cuentos el componente fantástico está más o menos desarrollado. Así, en “La historia de los duendes que secuestraron a un enterrador” la fuerza del terror queda un poco desdibujada por su final feliz, mientras que en “Una confesión encontrada en una prisión de la época de Carlos II” lo fantástico aparece con mayor nitidez. Otros, como “El guardavías” y “La casa hechizada”, alcanzan la perfección y la maestría.

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