martes, 19 de septiembre de 2017

Cuando el Viento Sopla

   Es este un tebeo sorprendente y único, en el que Raymond Briggs, un ilustrador de cuentos infantiles, se pasó al cómic adulto con un durísimo relato sobre un ataque nuclear en Gran Bretaña. Un tema recurrente a principios de los años 80 del siglo pasado, más con el endurecimiento de la guerra fría que supuso la política exterior de Reagan (ese adalid del fascismo), pero que en la obra de Briggs se transmuta en lo que sin duda es el relato antibelicista más potente y duro que se ha hecho nunca en cómic.

   La implicación emocional a la que nos somete el autor a través de la pareja de jubilados que viven solos a las afueras de Londres es brutal, hasta el punto de dejarnos el corazón helado. Los ancianos se ven sorprendidos por el estallido de una guerra que creen poco distinta a las anteriores, que ellos vivieron siendo niños. La desinformación, y esa inocencia que ambos destilan, les jugará la definitiva mala pasada, y nos arrastrará junto a ellos al abismo. No es una lectura recomendada para niños debido a la gran carga emocional que destila.

   La película, ambientada en los años ochenta, nos muestra como Jim por medio de una noticia de la radio se entera que en cualquier momento la guerra entre el Reino Unido y la Unión Soviética podría estallar así que por medio de unos folletos del gobierno comienza con la construcción de un refugio nuclear, mientras Hilda se ocupaba de los problemas en la casa. Pasados tres días después del informe de la radio, estalla la guerra, Jim y Hilda entran rápidamente al refugio mientras la explosión destruye el lugar, viendo la situación Jim le dice a Hilda que por nada del mundo debiera salir del refugio. Pero en vez de estar en el refugio los 14 días que mencionaban los folletos solo duraron 2 días en este. Al estar expuestos a las altas dosis de radiación, beber lluvia radiactiva y no protegerse al salir de su casa, la radiación comenzó a hacerle estragos a ambos. Hilda sufre caída de cabello, sangrado de encías y desorientación. Cinco días después del ataque, la pareja de jubilados ya moribundos decide entrar en el refugio, pensando aún que las potencias los salvarían. La película acaba con la pareja metida en los costales en el refugio, orando. Así, se deja al espectador con la duda de qué pasó con el resto del mundo, si también se vio afectado, o si fueron sólo el Reino Unido y la URSS. Después de los créditos, en los segundos finales, se oye en código morse la sigla MAD, que significa Destrucción Mutua Asegurada.





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