domingo, 1 de octubre de 2017

El Retrato de Dorian Gray

"El retrato de Dorian Gray" o "El cuadro de Dorian Gray" (original en inglés: The Picture of Dorian Gray) es una novela escrita por el autor irlandés Oscar Wilde. Originalmente publicada el 20 de junio de 1890,1​ como cuento en Lippincott's Monthly Magazine, una revista mensual literaria estadounidense, Wilde revisaría la obra, haría varias modificaciones y agregaría nuevos capítulos para su publicación posterior como novela, su única obra publicada como novela.

La adaptación al cómic del clásico inmortal escrito por Oscar Wilde. El artista Basil Hallward ha retratado a Dorian Gray, un misterioso personaje que se lamenta de que vaya a perder su juventud, mientras la imagen del cuadro permanecerá siempre joven. Su deseo es que ocurriera al revés, que fuera la pintura la que acusara el paso del tiempo. Y de alguna extraña manera, eso es lo que empieza a ocurrir. Una novela de oscuras maravillas que cobra vida, a través de los ojos del veterano Roy Thomas y el talento de Sebastian Fiumara.

El retrato de Dorian Gray es considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faustiana, además muestra un pintor con afecto íntimo y directo con el personaje principal.​ El libro causó controversia cuando fue publicado por primera vez; sin embargo, es considerado en la actualidad como «uno de los clásicos modernos de la literatura occidental.»

Basil Hallward es un artista que queda enormemente impresionado por la belleza estética de un joven llamado Dorian Gray y comienza a admirarlo. Basil pinta un retrato del joven. Charlando en el jardín de Basil, Dorian conoce a un amigo de Basil y empieza a cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que «lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos». Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando Basil le pintó en el cuadro. Mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de lujuria; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo.





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