Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, Barcelona, 1945) es una escritora y periodista española, una de las más destacadas cultivadoras del relato breve en la literatura española de las décadas de 1990 y 2000.
Estudió Derecho en Barcelona, y un diplomado en periodismo en la Escuela Oficial de Periodismo, de la cual regresó en 1972, en Madrid, profesión esta última que ejerció desde muy joven hasta que decidió dedicarse por completo a la literatura. Estuvo casada con el escritor Carlos Trías Sagnier hasta la muerte de este en 2007 debido al cáncer de pulmón. Ha residido, entre otras ciudades, en El Cairo, Lima, Buenos Aires, París y Berlín.
Ha sido sobre todo prolífica en el ámbito de los cuentos, libros de los cuales ha escrito Mi hermana Elba (1980), Los altillos de Brumal (1983), El ángulo del horror (1990), Con Ágatha en Estambul (1994), Parientes pobres del diablo (2006), Todos los cuentos (2009), una recopilación de los libros anteriores laureada en múltiples ocasiones, y La habitación de Nona (Tusquets, 2015), libro acreedor al Premio Nacional de la Crítica en 2016.
Es también autora de tres novelas, El año de Gracia (1985), El columpio (1995) y La puerta entreabierta (2013), una obra de teatro, Hermanas de sangre (1998) y un libro de memorias narradas, Cosas que ya no existen (2001), recuperado en 2011 por Tusquets Editores.
La muerte de su esposo se mantuvo alejada de la escritura durante varios años y volvió al mundo literario hasta 2013, bajo el pseudónimo Fernanda Kubbs, con su novela La puerta entreabierta, la cual trata sobre una periodista escéptica que al visitar a una vidente sufre una transformación inesperada. De acuerdo con la escritora, usó el seudónimo porque quería iniciar una línea paralela y con el seudónimo “quiero avisar al lector de que va encontrarse con algo que se aparta de lo que he escrito hasta ahora”.
La narrativa de Cristina Fernández Cubas abreva de los cuentos orales que escuchó en la infancia, de historias de las cuales se quedó empapada y de las lecturas que ya en su vida adulta iría haciendo, tales como Frankeinstein, de Mary Shelley; la obra de Carson McCullers o las historias góticas de Henry James. Además de esto, también es notoria dentro de su obra la presencia de Cortázar y Edgar Allan Poe, al cual homenajea en “La noche de Jezabel” y en la continuación que hace de “Al faro”.
En los relatos de Cristina Fernández Cubas priman la concisión, la precisión y la tensión propios del género cuentístico, logrados a partir del estilo y el desarrollo de las peripecias de los personajes. Sus cuentos suelen introducir situaciones inquientantes, sueños tribulados y vueltas de tuerca en las que busca producir una sensación de perturbación, inquietud o extrañeza. Hay algunos temas que sobresalen y se reiteran dentro de su obra, tales como la fatalidad, el viaje iniciático, el conflicto entre lo inexplicable y la razón, la otredad, la mujer y su relación con la magia, el fin de la infancia y la construcción de una realidad propia de los niños, lo oculto, y las “preocupaciones insólitas".
En conjunto, la narrativa de Cristina Fernández Cubas puede ser interpretada como una reflexión sobre lo fantástico, género al que más se le relaciona, y las posibilidades que este da para obtener un punto de vista más complejo del entorno. Cuando sus cuentos no son fantásticos, igualmente se vale de las técnicas y motivos del género para jugar con la intriga y la incertidumbre, así, a partir de los modelos de la narración fantástica, enfrenta a sus personajes —principalmente mujeres— a atmósferas inquietantes, plenas de sugestiones, en un juego en el que el lector es parte activa del desciframiento de las claves, los silencios y el desvelamiento de las razones últimas de las psicologías y conductas, juego fundamentado en “la inteligente estructura de las narraciones y en la capacidad del lenguaje para sorprender y sugerir”.
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