domingo, 14 de junio de 2020

El Legado de Moriarty

Año 1891. Mientras la noticia de su fingida muerte en Reichenbach empieza a extenderse, Sherlock Holmes emprende la huida hacia San Petersburgo, perseguido por la organización criminal de Moriarty. En la esplendorosa capital de un imperio en declive, Holmes será de nuevo requerido por Londres para salvar la vida del zar y evitar un conflicto que podría destruir el precario equilibrio de poder entre Rusia e Inglaterra; una misión en la que el camino del detective de Baker Street se cruzará de nuevo con el de la única persona que fue capaz de vencerle: Irene Adler.

Sergio Colomino y Jordi Palomé regresan con una nueva aventura holmesiana, en el contexto de la decadente Rusia zarista y con La Mujer como coprotagonista de excepción. Una precuela que revisita lugares comunes del mundo de Sherlock Holmes con el escenario del Miguel Strogoff de Julio Verne.

Corría el año 2012 cuando Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona se convirtió en la aproximación de Sergio Colomino y Jordi Palomé al mundo del detective más famoso de la literatura popular, la creación de Sir Arthur Conan Doyle. Aquel cómic era la demostración de que el personaje sigue vivo, que se pueden encontrar rincones desde los que contar una buena historia sobre él, sujeta a interpretación pero desde el respeto a la obra original. Y como la acogida fue buena, los autores se lanzaron a una nueva aventura, en realidad una precuela porque tiene lugar antes de los eventos de aquella y, de hecho, parte de algo que se menciona en aquel libro. Y aunque Sherlock Holmes y el legado de Moriarty, que ese es el título de este segundo libro, tenga en la cabcecera los nombres de los dos grandes protagonistas de estos casos, el héroe y el villano, la verdadera protagonista de este relato no es otra que Irene Adler. Es uno de los grandes personajes femeninos de la mitología de Sherlock Holmes, por mucho que Conan Doyle solo la mencionara en un relato, y por eso siempre se agradece que haya talentos creativos dispuestos a añadir un bagaje a un nombre y un rostro que siempre van a encandilar ya de partida a los seguidores de estas aventuras. Desde luego, más cariño y más respeto por Holmes y su mundo de los que hay aquí, en pocos lugares se han a encontrar.




Lo que se agradece es que Colomino no busque en su Sherlock Holmes el mismo personaje que ya conocemos. Le vemos, le identificamos, pero no siente la necesidad de contar lo mismo que ya hemos leído y visto una y mil veces. Es Sherlock Holmes, pero desde otro prisma. Y la presencia de Irene Adler añade un toque diferente que añadir a esa voluntad. Ese es el primero de los aciertos de Sherlock Holmes y el legado de Moriarty, la conexión entre el canon y los años oscuros del detective, algo que da mucho juego. El segundo gran acierto, el escenario, la Rusia de 1891, el lugar en el que Holmes emerge de incógnito después de su aparente muerte en las cataratas de Reichenbach tras el duelo definitivo con Moriarty. Un imperio diferente, unas normas que nada tienen que ver con las de los casos clásicos del detective, la forma en la que el nombre de Moriarty se resiste a desaparecer y la forma en la que Irene Adler se abre camino en ese escenarios son los grandes apoyos del relato. A partir de ahí, el disfrute está garantizado para quienes disfruten de las aventuras de Sherlock Holmes en cualquiera de los formatos en los que se ha convertido en uno de los grandes personajes de la cultura popular de los últimos siglos, porque Colomino honra esas bases sin dejar de construir una historia propia.

El toque entre realista y grave que aporta Jordi Palomé con su dibujo, bien secundado por el color de Xavi Casals, también se puede citar entre los grandes aciertos de esta resurrección de Sherlock Holmes desde las viñetas nacionales. Nada que no se viera en realidad en el primer libro de esta serie, que ojalá no se quede en estos dos volúmenes, pero igualmente destacable. Palomé consigue que todo sea creíble, algo que parece fundamental si estamos ante una historia detectivesca, aunque en realidad lo sea menos que algunas de las que estamos acostumbrados a ver con este personaje. Funcionan los escenarios, recreados con mimo y todo lujo de detalle, pero también los personajes. Puede que las escenas de acción sean quizá el punto más débil del dibujo, pero estamos ante una aventura de Sherlock Holmes que recae con fuerza en Irene Adler, con lo que resulta evidente que la sutileza de los personajes en sus rostros y en su forma de hablar es más importante que una perfecta y nítida coreografía en los pocos combates mano a mano que hay en la historia. Si Conan Doyle pudiera leer Sherlock Holmes y el legado de Moriarty es bastante probable que lo acabase satisfecho, porque supone un buen homenaje y una mejor aún expansión a una historia que, afortunadamente, nunca se podrá dar por cerrada.

El contenido extra lo forman una introducción de Cristina Macía y Sofía Rhei, unas notas finales de Sergio Colomino, un portafolio de bocetos de Jordi Palomé e ilustraciones de Cels Piñol, Teba Laborde, David Ramírez, Vicente Cifuentes, Víctor Santos y Sergio Bleda.

Fuente:
https://comicparatodos.wordpress.com/2017/04/19/sherlock-holmes-y-el-legado-de-moriarty-de-sergio-colomino-y-jordi-palome/

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