martes, 16 de junio de 2020

Soldados de Salamina

La adaptación gráfica de una novela imprescindible de la narrativa española. Apenas dos meses antes del final de la guerra civil, unos soldados republicanos fusilan a un grupo de prisioneros franquistas. Entre los prisioneros se halla Rafael Sánchez Mazas, poeta, fundador de la Falange y futuro ministro de Franco, quien consigue escapar y ocultarse en el bosque. Allí lo descubre un soldado que milagrosamente le perdona la vida. Sesenta años más tarde, un novelista fracasado descubre por azar este enterrado episodio bélico y, fascinado por él, emprende una investigación para aclarar sus circunstancias y desentrañar su significado.

Sesenta años más tarde, un novelista en horas bajas desentierra este episodio bélico y, fascinado por él, se propone investigar y aclarar sus circunstancias. Soldados de Salamina, novela de Javier Cercas publicada originalmente en 2001, ha sido aclamada como un clásico moderno de la literatura por, entre otros, Kenzaburo Oé, Susan Sontag, George Steiner o Mario Vargas Llosa. Presentamos ahora una minuciosa adaptación gráfica a cargo de Jose Pablo García, uno de los autores de cómic españoles con más proyección internacional.




Si adaptar una obra literaria ya es en sí mismo algo complejo, adaptar en España una obra sobre la Guerra Civil añade un elemento más de complicación. Vivimos en una sociedad dividida y tendente a la crítica de lo que nos es ajeno, cuando lo directamente al desprecio por no compartir espectro ideológico por encima de sus valores artísticos. Esto es así, nos guste o no. Y no hay que olvidar que Soldados de Salamina, que es el título que nos ocupa, gira alrededor de Rafael Sánchez Mazas, fundador de Falange y ministro franquista. Javier Cercas, eso sí, no construyó una biografía sobre este personaje, sino una búsqueda de un escritor, él mismo pero en una forma ficcionada, para entender un episodio concreto de la contienda española y sus ecos en el presente. José Pablo García, adaptador al cómic de la novela, sigue fielmente los caminos marcados por Cercas, respetando su densa y realista prosa y la estructura en tres partes de la novela, conformando una historia que no para de crecer, de saltar en el tiempo y de demostrarnos que la etiqueta de “historia de la Guerra Civil” se le queda pequeña. La novela es un referente de su aparición en 2001 y el trabajo de García para acercarla a los aficionados al cómic es francamente bueno, con una narrativa sobresaliente que ayuda a entender este libro como un sensacional complemento del original.

Siempre estará vigente, con esta y con cualquier obra parecida, el debate sobre los méritos del autor original y del adaptador. Soldados de Salamina no se escapa a esa conversación, es inevitable, pero su existencia no tiene por qué reducir los elogios al buen trabajo de García. Leyendo Soldados de Salamina, el cómic, se mantienen todos los logros del libro, y eso tiene mucho mérito. Funciona en la narrativa en viñetas el conflicto de Javier, escritor que no sabe cómo serlo hasta que esta historia le estalla en la cara. Se disfruta menormente del capítulo central, el más complejo en cuanto a documentación por ser el que repasa de una manera más precisa la vida de Sánchez Mazas, consiguiendo que el lector, independientemente de su ideología, pueda abrazar al falangista como eje de la novela. Y no se puede salir de mejor manera de la obra que con su tercer acto, aquel que nos habla de memoria, de verdad, de heroicidad y de humanidad. ¿Hemos leído una obra documental o de ficción? Con eso también juega García, como lo había hecho Cercas previamente, dejando un regusto espléndido en el lector, convencido de haber asistido a un relato grande, de esos que tienden puentes en el tiempo y consiguen romper esas barreras que prensa, política y sociedad establecen con tanta irresponsabilidad día tras día.

Tener esas sensaciones es obra de Cercas, desde luego, pero también de García. Su trabajo como ilustrador es clave para darle el mérito que merece en un trabajo que es más trascendente de lo que puede parecer por su origen literario. Parte de dos elementos clave. Por un lado, el diseño de los personajes, que juega muy bien con elementos reales y otros directamente imaginados, como el mismo aspecto de Javier. Por otro, lo bien que mezcla presente y pasado. Su apuesta por el bitono es espléndida, y sirve para que de inmediato sepamos dónde nos encontramos, para que Sánchez Mazas nos parezca al principio una sombra del pasado pero que se atenué de una manera brillante por los ecos de un presente a todo color. La diferencia en el aspecto entre ambos momentos temporales no solo no es una barrera, sino que se convierte en un puente magnífico en el que resulta clave el retrato de los protagonistas, en especial el del soldado de la cubierta, cuyo momento es y se percibe como algo definitorio en muchos sentidos. Soldados de Salamina, el cómic, es una obra madura y certera, una nueva demostración de que García es un autor que se mueve muy a gusto en este tipo de relatos a caballo entre la realidad, la historia y la ficción, y un sensacional homenaje a la obra de Cercas, a la que sigue con respeto pero desde su propio escenario.

Fuente:
https://comicparatodos.wordpress.com/2019/08/23/soldados-de-salamina-de-jose-pablo-garcia/

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